CATEDRAL DE MÉRIDA
Por qué y cómo
¿Por qué?
La Catedral de Mérida lleva ya más de 400 años de haberse terminado.
Fue la primera Catedral terminada en el Continente Americano.
Y no se parece a ninguna otra Catedral en México.
¿No les parece razón suficiente para que ya tuviera su propio libro, con su historia,
y su explicación de cada detalle, cuadro y santo? Pero ¡no!
Desde que llegué hace más de 20 años a Yucatán siempre he buscado un libro sobre este pilar en la vida yucateca; pero, como dicen los yucatecos, “busco y busco y no lo busco”.
Me pareció importante, además, que los meridanos, los yucatecos y los visitantes pudieran tener una guía de todo lo que presencian y ven cuando entran a la Catedral: de los santos, de los cuadros y paramentos sacerdotales.
El conocimiento sobre las raíces culturales e históricas siempre me ha parecido importantísimo para un pueblo. Eso nos ayuda a conquistar el futuro.
Por años estuve esperando ese libro, porque estaba seguro que alguien lo escribiría siendo el tema tan importante y tentador.
Al fin me di cuenta que si quería leer este libro, tenía que ser yo quien lo escribiera. Y ¡aquí está!
400 años de historia de Yucatán
La Catedral refleja toda la historia de la sociedad en que hoy vivimos, su construcción fue oficialmente terminada el 4 de noviembre de 1598, así que ha cumplido 400 años de edad, siendo la primera Catedral terminada en el Continente Americano por los conquistadores españoles, a sólo 65 años de la conquista de la antigua ciudad maya T’ho; pero en la Catedral quedaba todavía un sin número de detalles por terminar (la torre sur no fue terminada sino hasta 1713). ¡Los españoles tenían otras prioridades en su prisa por consolidar su conquista militar, e impulsar la divulgación de la nueva fe entre los indios Mayas!
En general, la Península de Yucatán fue una gran decepción para la ambición de los españoles, ya que en ella no había oro, ni otras riquezas en las que habían soñado los conquistadores; tampoco la tierra parecía propicia para agricultura, practicada habitualmente por peninsulares. La decepción no se podía expresar mejor que con las palabras del Obispo Fray Diego de Landa, tercer obispo de Yucatán, en su libro Relación de las cosas de Yucatán: “Yucatán es una tierra de menos tierra que yo he visto”.
Pero, aun así, los conquistadores sobrevivieron gracias a la agricultura y a las plantas de los Mayas, así como a los impuestos que pagaban los indios en forma de cera y mantas de algodón.
La población indígena fue empleada en la edificación de las iglesias donde iban a escuchar la nueva fe que les habían traído los conquistadores y los frailes españoles; la mayoría de las iglesias, fueron edificadas de piedras, las cuales provenían de los templos mayas, fue así como se construyó la Catedral de Mérida en medio de las ruinas de la antigua ciudad maya T’ho.
La Catedral de Mérida fue por los siglos, y hasta la construcción en años recientes de los elevados hoteles, el edificio más alto y amplio de esta ciudad.
Ningún otro poder social que la iglesia tuvo la fuerza para construir en semejantes dimensiones.
La ciudad de Mérida fue fundada en 1542 por el conquistador Francisco de Montejo. En ese mismo año se edificó una iglesia sencilla, con techo de palma de guano. Cuando la nueva Colonia española se sentía más consolidada, tras la supresión de numerosas revueltas indígenas, se inició en 1562 la construcción de la actual Catedral.
Los trabajadores fueron los indios mayas y algunos nombres han sobrevivido: Francisco Pool fue uno de los carpinteros, otro fue Diego Can, quien ganó seis reales por 3 días de trabajo.
No existen constancias históricas de quien diseño la Catedral y quién se encargó de su construcción. En los primeros años, fue maestro de obras el arquitecto Dn. Pedro de Aulestia; pero la mayor parte del trabajo fue terminado alrededor de 1597 por el arquitecto Miguel Agüero, un criollo (hombre nacido en la Américas de padres españoles) que había participado en la construcción de las fortificaciones en la Habana.
Dentro del Imperio Español se consideraba a Yucatán como una provincia pobre. Esta pobreza está reflejada en la Catedral, que, comparada con otras iglesias del Centro de México, la Catedral de Mérida sí parece pobre. La ausencia de ornamentación en la fachada y su interior notablemente austero, parece reflejar economía de recursos, pero en lugar de restarle ello belleza e interés, esa misma ausencia de ornato destaca una magnífica composición de la fachada. La sobriedad de su interior contribuye a una sensación de armonía superior a la de muchas otras iglesias ricamente ornamentadas del Centro de México.
A principios del siglo XX, la Catedral se benefició de la prosperidad aportada por el auge del henequén -a título conocido como el oro verde- que convirtió a Yucatán en uno de los estados más ricos de la República. Un nuevo coro fue construido sobre el interior de la puerta principal, hecho de piedras finamente talladas.
Pero de repente vino el cambio de viento, y con un golpe, la Catedral sufrió su peor revés. En una noche de 1915, las fuerzas revolucionarias de tendencia anticlerical entraron y saquearon la iglesia, el altar mayor y varias imágenes inapreciables fueron tiradas y quemadas en las calles.
En el espejo retrovisor de la historia es fácil, y tal vez razonable, condenar esta destrucción sin sentido de una gran herencia cultural; pero el acto debe verse en la perspectiva histórica de una época con fuertes luchas entre grupos sociales e ideologías opuestas.
Durante los años treinta y cuarenta de nuestro siglo, la Catedral estuvo cerrada en varias ocasiones hasta por años, ello a consecuencias de las llamadas Guerras cristeras, que se combatieron en varias de México. Fue un conflicto entre el gobierno revolucionario y grupos fieles a la iglesia. Vale añadir, por cierto, que estos movimientos no encontraron mayor eco en Yucatán.
Cuando la Catedral estaba próxima a cumplir sus cuatro siglos de aniversario, recibió la visita del Apóstol Viajero, el Santo Padre Juan Pablo II, quien rezó en la Catedral el 11 de agosto de 1993. Fue un ambiente en el que los sentimientos religiosos y la tolerancia, marcaron una nueva relación respetuosa entre la Iglesia y el Gobierno.
La historia de la Catedral de Mérida es definitivamente la historia de los yucatecos y de México.
¿cómo y quién?
El libro que tiene en sus manos, querido lector, evidentemente no es el trabajo de una sola persona. Cuando se maduró la idea de hacerlo me puse en contacto con el arzobispo de nuestro estado, Mons. Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, quien acogió con mucho interés la idea, y me puso en contacto con el Padre Carlos Heredia Cervera, Vicario General de la Diócesis, y el Padre Juan Carlos Lara, encargado del Archivo General del Arzobispado. Acordamos un plan y una división de trabajo. Conforme empecé a sacar las fotos, dentro y afuera de la Catedral, el Padre Juan escribió el texto correspondiente a cada fotografía; pronto nos dimos cuenta que nos hacía falta un texto general que pudiera situar la Catedral dentro de un contexto más amplio; la historiadora de arte, Kate Howe, que estaba haciendo un doctorado en la Florida State University sobre el convento de Sisal en Valladolid, ofreció encargarse de esta parte de la tarea.
Facilitaron el trabajo fotográfico de la Catedral el Sr. Rosendo Granados y el Sr. Aurelio Canché. En la revisión del texto nos ayudaron varias personas, como Don Mario Arredondo, el Padre Richard Clifford M. M. de la Parroquia de San Sebastián de Mérida y el Profr. Gabriel Jacinto Heredia Cervera. El texto fue capturado por el Sr. Rafael Ortiz Cauich y la revisión final estuvo a cargo de Rebeca Sauri Rendón, David Phillips e Isela Rodríguez Alonzo. Al Diario de Yucatán le damos las gracias por el permiso de reproducir un croquis de la Catedral que fue publicada por éste.
En el Catálogo de construcciones religiosas del Estado de Yucatán hay un apéndice con textos históricos relacionados a la Catedral. Fueron incluidos allí por su difícil acceso. Como siguen poco accesibles, hemos copiado la buena idea. Además, hemos incluido una nota interesante de la técnica de manufactura de las esculturas de la Inmaculada Concepción y San José en la Catedral por la Licda. Luz María Cáceres Acereto. Quiero agradecer a Gabriela Castilla ya que sin su apoyo en la edición y formato este libro no se hubiera terminado felizmente.
¡Gracias a todos los que han contribuido en este libro sobre nuestra Catedral!
Christian H. Rasmussen.
Preface
It has been more than four hundred years since the Cathedral of Mérida, the oldest Cathedral on the North American continent, was completed, it resembles no other cathedral in Mexico. These facts alone are sufficient reason that a book detailing its history, art, and architecture should be available to the public.
In the twenty years since my arrival in Yucatán I have searched for a book that would provide detailed information about this stately monument, so central to the life of Mérida and Yucatán. As the Cathedral of Mérida´s four-hundredth anniversary approached, and still no work had emerged, it looked as if it might be up to me, though I am only a curious voyeur with a camera, to produce a book of photographs and text to fill this void.
But familiarity with our cultural and historical roots is not only a source of great enjoyment, but also a prerequisite to understanding the present and planning the future. These were other reasons that convinced me of the importance of a book about this towering presence in the life of Yucatán.
With the publication of this book, the people of Yucatán, as well as its visitors, will have a reference to assist them in appreciating Mérida´s most visited religious monument.
Acknowledgements
This book is not the product of just one individual. When I decided to produce this work, I contacted the Archbishop of Yucatán, Monsignor Emilio Carlos Berlie Belaunzarán. He embraced the idea and put me in contact with Father Carlos Herdia Cervera, General Viceroy of the Archdiocese, and Father Juan Castro Lara, in charge of the General Archives of the Archbishopric. We formulated a plan and a division of labor. Accordingly, I began to take interior and exterior pictures of the Cathedral, while Father Juan wrote the corresponding text for each photo. Soon we realized that we lacked a general text that would serve to place the Cathedral in a broader context.
Art historian Kate Howe, a Ph.D. candidate of Florida State University who is writing her doctoral dissertation on the Convent of Sisal in Valladolid, offered to assume this task. Mary Lee Martelli, former translator for the Embassy of Spain in Washington D.C., and David Phillips graciously agreed to help with translations for the English edition.
We received the assistance of the Cathedral custodians, and especially Mr. Rosendo Granados and Mr. Aurelio Canché, in erecting scaffolding of sufficient height to allow us to photograph the paintings in the upper reaches of the Cathedral. Several people helped in revising the text: Mario Arredondo, Father Richard Clifford MM, of San Sebastian Paris, and Professor Gabriel Jacinto Heredia Cervera. Mr. Rafael Ortíz was in charge of editing the text and Rebeca Sauri Rendón was in charge of the final copy.
We would like to thank Diario de Yucatán for permission to reprint a rough sketch of the Cathedral.
In the Catálogo de Construcciones Religiosas en el Estado de Yucatán, there is an appendix containing historical texts related to the Cathedral. They were included because they were hard to come by — a good idea which we have copied.
We have also included some interesting notes by Luz María Cáceres Acereto on manufacturing techniques used on the sculptures of the Immaculate Conception and St Joseph.
I would also like to thank Gabriela Castilla, without whose help in editing and formatting this work would never have seen the light.
Thanks to all who have contributed to the satisfactory conclusion of this book on our Cathedral!
Introduction
The Cathedral reflects the history of society in Yucatán today. November 1998 marked the four-hundredth anniversary of the completion of the Cathedral of Mérida in 1598. It is the oldest cathedral on the American continent, completed only fifty-six years after the Spanish conquest of Mérida in 1542 on the site of the ancient Mayan city of Tho. Because the Spaniards were anxious to consolidate their military power, and disseminate their new faith among the native Maya, the Cathedral was left with many unfinished details, such as the south tower, which was not completed until 1713. Because there is no gold or other precious metals on the Yucatán Peninsula, the New World conquest was a great disappointment to the Spaniards. Moreover, according to the Spaniards, the land wasn’t suitable for farming, the mainstay of survival in a new land, though the Indians had survived very well, with the use of an agriculture based on a very successful domestication of some of our most important food-plants. Bishop Fray Diego de Landa, the third Bishop of the Yucatán, expressed the Spanish point of view aptly in his 1566 account of Yucatán, Relación de las Cosas de Yucatán: ¨There is less soil in the Yucatán than in any other land that I have seen.¨ But even so, the conquistadors survived thanks to the knowledge of plants and farming provided by the native Maya, as well as their taxes paid in the form of wax and manta, or cotton fabric.
The native Maya were employed to build the churches where they later went to listen to the new faith brought to them by the conquistadors and Spanish friars. To build the churches, stones were taken from Mayan temples. It was thus that the Cathedral of Mérida was built among the ruins of the ancient Mayan city of T´ho. For many centuries and until the construction in recent years of tall hotels, the Cathedral of Mérida was the highest and largest building in Mérida. In the 16th century, only the Church had the power to build on such a grand scale.
In 1542, the same year that the city of Mérida was founded by the conquistador Francisco Montejo, a simple church with a palm thatch roof was constructed. When the new Spanish colony felt more stable, after the suppression of indigenous revolts, construction of the present Cathedral was begun in 1562. The workers were Mayan Indians. Some of their names have survived: Francisco Pool was one of the carpenters. Another was Diego Can who earned six reales for three days of work. There is no historic documentation of who designed the Cathedral and who was in charge of its construction. During the initial years, the architect Don Pedro de Aulestia was in charge of construction but the majority of the work was finished about 1597 by the architect Miguel de Agüero, a creole–a man born in the Americas from Spanish parents–who had participated in the construction of the fortifications in Havana. The Cathedral was finished on November 4th of 1598. It is considered the first Cathedral to be completed on the American continent.
Within the Spanish Empire, the Yucatán was considered a poor province. There was neither gold nor silver nor was it possible to cultivate wheat or other traditional crops known to the Spaniards. The early poverty of Yucatán is reflected in the Cathedral. Compared to the churches in Central Mexico, the Cathedral of Mérida does indeed seem poor. The absence of ornamentation on the façade and its notably austere interior seem to reflect an economical use of resources. Rather than detracting from beauty and interest, this same austerity serves to highlight the façade´s magnificent composition. The sobriety of the Cathedral´s interior contributes to a feeling of harmony superior to that of many other more richly ornamented Central Mexican churches. At the beginning of the 20th century, the Cathedral benefited from the prosperity brought by the boom in sisal–known as green gold–transforming the Yucatán into the richest state in the Republic. A new choir made of finely carved stone was constructed above the interior of the main door in this period of opulence.
But suddenly the winds of change arrived and with one stroke the Cathedral suffered the worst reversal. On one night in 1915 Revolutionary forces with anticlerical sentiments entered and sacked the Church. The main altar and several priceless statues were torn down and burned in the streets. In hindsight it is easy and perhaps reasonable to condemn this senseless destruction of such great cultural heritage. But this act should be seen in historical perspective. It was a time of fervent struggles between groups of social and ideological opposition. During the 30´s and 40´s, the Cathedral was closed for years on several occasions due to the so-called Guerras Cristeras which were being fought in other parts of Mexico during the conflict between the Revolutionary government and the groups faithful to the Church. It is worth adding, certainly, that these movements did not find a greater echo in the Yucatán.
When the Cathedral was about to celebrate its Fourth Centenary, it received a visit from the Traveling Apostle, His Holiness John Paul II, who prayed in the Cathedral on August 11, 1993. The visit created an ambiance of religious feelings and tolerance which marked the new respectful relationship between the Church and the Government. The history of the Cathedral of Mérida and the history of the Yucatán are one and the same.
Christian H. Rasmussen