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Santos y virgenes

Saints and Virgins

Las numerosas imágenes esculpidas de Cristo, la Virgen y los Santos conservadas en la Catedral de San Idelfonso, reflejan la rica herencia cultural de la gente de Yucatán y si devoción fiel a la Iglesia por más de cuatro siglos.

Desde las figuras de Sn. Pedro y Sn. Pablo esculpidas en piedra en 1599, hasta la imagen de madera del Cristo de la Unidad esculpida por Lapayese en 1965, tenemos una gran variedad de técnicas y estilos que aparecen ser carácter distintivo de este santo lugar, con sus imágenes de inspiración española y mexicana, que derrochan esplendor en su interior.

Dentro de la Catedral, las estatuas esculpidas de San Idelfonso, Obispo de Toledo, Santa Eulalia patrona de Mérida de España; junto con San Bernabé, Patrono de la ciudad de Mérida de Yucatán y el Cristo de las Ampollas; Nuestra Señora de Yucatán, Reina de la Catedral y símbolo de la devoción mariana en nuestra península, reinan majestuosamente con el Cristo de la Unidad, dando la bienvenida a los devotos que entran a la Catedral.

Una variedad de técnicas ha sido usada para la elaboración de las imágenes. Los métodos tradicionales de fundición, tallado en piedra o madera, muy en boga en Europa y México, han sido usados para dar una gran variedad a las obras.

Dos trabajos realizados en metal, nos dan una cercana visión sobre las imágenes realizadas con la técnica de la fundición:

El Divino Redentor es una imagen grande, de metal, fundido y producido en Alemania, que tiende a imitar la figura de Cristo en la Sábana Santa de Turín; otro es el Viacrucis con sus catorce estaciones realizadas en formas abstractas, el material de esta obra es lámina de latón, bronce oxidado y aluminio anodizado. La técnica utilizada en el Viacrucis, acerca a lo contemporáneo los temas religiosos y la misma creación artística de las imágenes. La foto de la segunda estación, Cristo cae por primera vez, ilustra la técnica usada en el Viacrucis.

Imágenes esculpidas en piedra se encuentran en el exterior de la Catedral y en el pórtico del ex Seminario (todavía existe, en la calle 58 entre 61 y 63); estas esculturas realzan los caracteres tridimensionales de los muros, en el frente de las calles de Mérida. En el exterior de la Catedral se encuentran dos estatuas: San Pedro y San Pablo, que son como dos centinelas puestos en cada lado de la puerta mayor, son de tamaño natural y cada una tiene los símbolos de su ministerio, San Pedro con las llaves y San Pablo con la espada, ideas que el escultor quiso expresar.

Estatuas similares, pero mejor realizadas, son las imágenes pétreas de Nuestra Señora del Rosario con el Niño y San Ildefonso, patronos del Seminario Conciliar, y por esa razón sus imágenes decoran el pórtico de lo que fuera en otro tiempo esta Casa de Estudios.

La preferencia por las imágenes hechas de madera es evidente por la gran cantidad de ellas que se encuentran en la Catedral. Imagineros, o escultores de imágenes, hicieron figuras con apariencias vivas usando una técnica practicada por los españoles y luego traída a México, llamada “de encarnación”. La hacían mezclando pigmentos con aceite; de esa manera crearon una especie de cera que al recubrir la escultura con esa preparación, producía un aspecto de carne, dando a las imágenes una apariencia dramática.

El estofado es otra técnica española que se realiza en madera, en donde la pintura es aplicada sobre metal y luego borrada parcialmente, lo cual permite al escultor crear una visión de ropas reales (3). Las imágenes de Sn. José, esculpida hacia fines del siglo XVII, y la Inmaculada Concepción, son hermosos ejemplares de estas dos técnicas.

Sobre estas dos imágenes: de san José y la Virgen de la Inmaculada Concepción, se inserta el trabajo de estudio que elaboró la Lic. Luz María Cáceres Acereto, del INAH de Mérida, Yuc.

Haciendo un notable contraste con las figuras policromadas anteriores, se encuentra el majestuoso tallado en abedul, sin pintura, del Cristo de la Unidad, que descansa suave e imponente sobre una cruz sencilla de caoba, que adquiere un dramatismo delicado con sus líneas limpias y dimensiones impresionantes. Hoy, el cristo de la Unidad ocupa el espacio que una vez ocupara el retablo mayor; este retablo impresionante, que por muchos años ocupó la nave principal de la Catedral, ya no existe. Fue destruido durante el saqueo de 1915.

En la Capilla del Divino Maestro, anexada a la Catedral en 1836, se conservan dos retablos dignos de mención. El retablo mayor, es reconstruido con elementos originales y nuevos; de estilo churrigueresco, pintado y dorado, y conserva los elementos estípites, característicos del siglo XVIII; en el nicho central tiene una imagen de Cristo en Majestad; en la parte de arriba está la imagen de San Ildefonso, recibiendo de manos de la Santísima Virgen una casulla, mientras los ángeles colocan una mitra obispal sobre su cabeza. En la base del retablo, a la izquierda, está su nicho la imagen de Sto. Domingo de Guzmán y a la derecha, la de Sn. Francisco de Asís; ambas imágenes con la técnica del estofado. Un retablo similar se encuentra al lado derecho de la Capilla dándole mayor distinción. La parte baja central de este retablo contiene la imagen policromada de la Virgen en su advocación de “La Medalla Milagrosa”, a su lado se encuentra el Cristo en la Columna, y Sn. Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia, Monje del Cister en Francia, cuna de los benedictinos reformados o cistercienses. Él fundó la abadía de Clairvaux en Francia, en 1115; y predicó la segunda cruzada en 1146. Fue consejero de reyes y papas, nació en 1090 y murió en 1153.

En la parte superior, en el nicho central está “El Corazón de Jesús”, a la izquierda Sn. Martín de Porres y a la derecha Sn. Judas Tadeo.

La belleza y diversidad de las imágenes esculpidas contribuyeron, junto con las líneas fuertes y limpias de la arquitectura, a dar a la Catedral de Mérida un lugar primordial en la historia del arte y la vida regional de Yucatán.

The numerous sculpted images of Christ, the Virgin, and saints preserved in San Ildefonso reflect the rich cultural heritage of the people of Yucatán and their enduring devotion to the Church through four centuries. From the 1599 carved stone figures of St. Peter and St. Paul on the façade to the 1965 wooden image of the Christ of Unity (El Cristo de la Unidad), the diversity of techniques, subjects, and time periods represented in these holy images adds to the Cathedral´s distinct visual character.

Images inspired by saints in Spain and miracles in Mexico animate the immense enclosure. Carved statues of St. Ildefonso, Bishop of Toledo and St. Eulalia, patrones of Mérida, Spain, join company with St. Barnabas, patron of Mérida, Yucatán, and the Christ of the Blisters in the Cathedral´s interior. Our Lady of Yucatán (Nuestra Señora de Yucatán), reigns majestically with Christ in welcoming the faithful to the Cathedral.

A number of techniques have been employed to create the sacred images. The traditional methods of metal casting, stone cutting, and woodcarving used by sculptors from Europe and Mexico give variety to the pieces.

Two works in metal reveal different approaches to sacred subjects. The first, The Divine Redeemer (El Divino Redentor), a large metal casting produced in Germany, recalls the figure of Christ wearing the Holy Shroud of Turin. The other is a sequence depicting the fourteen stations of the Way of the Cross. The abstract forms of this series, made of brass plates, oxidized bronze, and anodized aluminum, give a more contemporary reading to holy themes. The image of the second station, Christ Falls for the First Time, illustrates the technique utilized in creating the images that make up the Way of the Cross.

Stone carvings on the exterior of the Cathedral and on the surviving portico of the former Seminary (located on 58th Street between 61st and 63rd Streets) enhance the three-dimensional quality of the wall surfaces facing Merida´s city streets. Statues of S. Peter and St. Paul act as guardian figures standing watch over the Cathedral’s main entrance. Each of the larger-than-life-size forms carry symbols of their sainthood. St. Peter with his keys, and St. Paul with his sword, show the stonecutter´s attention to iconographic details. Similar stone carvings of Our Lady of the Rosary with Child and St. Ildefonso, patrons of the Council Seminary, adorn the portico that was once the Cathedral´s Study House (Casa de Estudios).

A preference for carving religious images in wood is evident in the many polychromed figures found throughout the Cathedral and its annexes, Imagineros, or carvers of images in the round, made the figures life-like by the application of encarnación,  a technique first used by Spanish artisans and later brought to Mexico. By mixing pigments with oil, the encarnador created the waxy, flesh-like tints that give certain figures their dramatic presence. Estofado,  another Spanish woodworking technique, one in which paint is applied over metal and then scratched away, enabled the sculptor to render clothing with a life-like realism. The statue of St. Joseph, created at the end of the 16th century, is a beautiful example combining the use of these two techniques.

In contrast to the polychromed figures, the simple elegance of the unpainted birch carving of the Christ of Unity, resting gracefully on its plain mahogany cross, acquires a quiet drama through its clean lines and monumental dimensions. Today the Christ of Unity fills the space once occupied by the Cathedral´s impressive main reredos. The magnificent altarpiece that had graced the central nave during much of the Cathedral´s history no longer exists, having been destroyed during the revolutionary insurrection of 1915.

In the Chapel of the Divine Teacher, annexed to the Cathedral in 1836, are two altarpieces worthy of mention. The first, the chapel´s main reredos, has been reconstructed from both original and new elements in the Churrigueresque style. The body of the altarpiece is made of painted, gilded wood, with characteristic 18th-century estipites columns shaped like inverted obelisks. The reredos´ central niche holds an image of Christ in Majesty. Above, St. Ildefonso receives a heavenly chasuble from the Most Holy Virgin while attendant angels lift a bishops miter over his head. At the base of the reredos, niches on the left and right hold carved images of the Spanish-born St. Dominic Guzmán and St. Francis of Assisi, respectively. Both images are executed in the estofado technique.

A stylistically similar second reredos along the right side of the chapel adds further distinction to the small chapel´s interior. The lower level displays a carved, polychromed representation of the Virgin as advocate of ¨The Miraculous Medal¨ in the center. She is flanked by Christ at the Column and St. Bernard of Clairvaux, doctor of the Church and founder of the Abbey of Clairvaux, France, cradle of the reformed Benedictines, or Cistercians. In the central niche above is the Sacred Heart of Jesus amidst images of St. Martín de Porres and St. Judas Thaddeus standing in niches to the left and right, respectively.

The beauty and diversity of these sculpted images lend a vivid visual dimension to the Cathedral of Mérida´s strong, clean architectural lines.

Corría el año 1602 cuando varias capillas y parroquias pasaron de manos de los franciscanos a las del clero secular. En 1602 toma posesión de la parroquia de Ichmul (pueblo entre dos cerros) su primer párroco secular el memorable sacerdote yucateco Dn. Juan de la Huerta; debido a las grandes y graves diferencias entre los franciscanos y el clero secular, fue difícil el trabajo del sacerdote, ya que los indios estaban acostumbrados a sus anteriores doctrineros los cuales predicaban en los púlpitos contra el clero secular.

  El cura Dn. Juan de la Huerta con fervientes plegarias pedía al señor que mudasen las disposiciones del corazón de aquellos feligreses de modo que comprendieran de que los sacerdotes, aunque pertenezcan a cualquiera de las diferentes clases y órdenes del clero católico, son igualmente legítimos y verdaderos ministros del Señor. Sucedió entonces, dice el Sr. Carillo y Ancona, en Historia del Obispado de Yucatán, que un viernes, luego de un ocaso del sol, ardía un árbol verde y frondoso sin consumirse, todo esto fue motivo de unión entre el padre y los indígenas. El cura acordó con ellos, que tomaría el árbol en su propiedad, ya que el dueño se lo vendiese o se lo donase. Habiéndose cortado se llevó el madero al curato; pensaba hacer una imagen de la Purísima Concepción de la que era devoto; algún tiempo después se presentó un peregrino, totalmente desconocido, buscando trabajo como artista escultor. De inmediato acordó con el cura hacer una imagen ya no de la Virgen Santísima, sino del Divino Crucificado. Sin herramienta alguna, y en un solo día, la imagen quedó terminada, y el escultor se fue sin cobrar estipendio alguno y dejando al Cristo en el suelo y sin base alguna; sin embargo, sosteniéndose derecho como por sí mismo. Una noche acaeció un incendio que hizo desaparecer todo: altares, ornamentos, retablos; cuarteó los muros y derritió vidrio y metal; excepto la imagen del Cristo Crucificado, que se encontraba ennegrecida y cubierta de ampollas; pero íntegra y perfecta. Desde entonces es llamado Santo Cristo de las Ampollas.   

 Después de la muerte del P. Huerta, probablemente en febrero de 1644, fue traída del pueblo de Hocabá (última parroquia del venerable sacerdote) la venerada imagen y fue depositada, provisionalmente, en el Convento de las Madres Concepcionistas (hoy conocido como Las Monjas en la calle 63 entre 64 y 66 en Mérida y el 16 de mayo fue llevado a la Catedral y colocado en un altar de Ánimas hasta que se fue terminada su capilla.

Se instituyó una capellanía y se puso una lámpara imperecedera, que alumbró hasta el 24 de septiembre de 1915, cuando ocurrió el saqueo a la Catedral.

 Después del asalto a Catedral la imagen fue arrancada de su altar, arrastrada y reducida a pedazos; al pretender quemarla, frente a la Catedral y no conseguirlo, los incrédulos lo atribuyeron a que estaba revestida de un grueso barniz de yeso y a la deficiencia y debilidad del fuego que se le aplicó para quemarla aquella noche. Al día siguiente la policía limpió las calles y los pedazos de la imagen fueron llevados a la comandancia militar y no se supo más de ella.

Un creyente, Dn. Rafael R. Quintero, hizo restaurar la desmantelada Capilla del Cristo Ampollas mandó tallar y trajo personalmente de la ciudad de Querétaro, una artística imagen que, con la misma denominación, ha sustituido a la antigua. En la noche del 24 de septiembre de 1919 fue instalada la reconstruida capilla, siendo arzobispo el Sr. Dn. Martín Tritschler y Córdova.

El Cristo de la Unidad

Fue esculpido por el madrileño Ramón Lapayese del Río en el año 1965 por disposición del Sr. arzobispo Dn. Fernando Ruiz Solórzano; mide 7.65 mts. de alto, labrado en madera de abedul, y descansa sobre una cruz de caoba que mide 12 mts. de altura; fue construida en esta ciudad. El Cristo asoma sobre la Cátedra del Obispo y representa al Cristo que une a todos los hombres, carece de corona porque así lo concibió el autor; tiene los clavos en las muñecas, y los pies están sujetos por un solo clavo.

Retablo de la Santísima trinidad

Los dos retablos que actualmente se encuentran en el lado norte y sur en el interior de la Catedral, fueron construidos después de las persecuciones religiosas, por el Exmo. Sr. Tritschler y córdoba. Fueron obras del conocido ebanista yucateco don Francisco Mena. Estos retablos llegaban hasta la primera cornisa que corre por ambos lados de las naves del templo.

 En la restauración que se realizó en 1987 se quitó la parte superior de cada retablo, limpiándose al mismo tiempo la pintura que hacía parecer retablos de mármol quedándose con su belleza natural de madera labrada. El señor don Esteban Mena Fernández, hijo de Francisco Mena, puso algunos discretos toques de oro sobre las molduras, resaltando el tallado artístico de cada uno de ellos.

 

Nuestra Señora de Yucatán

Devoción que inició el Obispo Dn. Crescencio Carillo y Ancona “De tiempo inmemorial según tradición, la estatua monumental fue primitivamente venerada en el monasterio de Franciscanos llamado el Convento Grande, después de cuya extinción, fue trasladada a principios del siglo XIX a la Capilla de San Juan de Dios, habiendo estado también algún tiempo en la de San Juan Bautista. Se obtuvo el año de 1875 con la autorización que benignamente nos concedió el propio Ilmo. Y Dgmo. Sr Obispo Diocesano para Patrona titular de la expresada Archicofradía del escapulario azul, y habiéndola hecho reconstruir, mejorar y adornar, puede decirse que sin perder su carácter de venerable antigüedad y de conquistadora, es al mismo tiempo una obra verdaderamente nueva. Hechura, pues, de modestos artistas yucatecos que se han esmerado en ella conforme a nuestras prescripciones, forma una escultura de tamaño casi natural en aptitud del hollar la sierpe sobre la esfera del mundo.

No está de más dejar aquí consignado para gusto y consolación de todos, que en el interior del pecho de la sagrada estatua, en la región correspondiente, tiene figurado el corazón purísimo, e incrustado en él en miniatura de bronce, la imagen del Divino Jesús Crucificado, bendecido con privilegios y gracias especiales de la Santa Sede, y que en la cabeza, en e lugar de la masa cerebral, órgano del pensamiento, incluye textos de la Sagrada Escritura sobre pergamino, y en que habla como por sí la Santa Virgen y canta con sublime, con inefable acento de divina inspiración, su himno grandioso del Magníficat” (La civilización Yucateca. Carrillo y Ancona, 1878, PP.83, 84, 85). El día 8 de noviembre de 1876, la Santa Virgen fue bendecida solemnemente por el Dr. Dn. Leandro Rodríguez de la Gala, Obispo de Yucatán. El 27 noviembre de 1998, fue coronada como reina de la Catedral de Mérida, por el Cardenal Giovani Chely en el Estadio de Beisbol Kukulkán, actualmente se encuentra en una de las columnas del lado sur adelante del altar.

San Idelfonso

Imagen de tamaño natural, labrada en Barcelona y donada por Dn. Agustín Vales Castillo, se encuentra al fondo de la nave sur y sobre una columna de piedra natural, revestido con los ornamentos semigóticos de su alto cargo, titular de la Santa Iglesia Catedral. San Ildefonso arzobispo de Toledo, es uno de los más insignes ornamentos del Orden Episcopal, nació en la ciudad de Toledo, en el año 607 (s. VII). En el año 657, por la muerte de San Eugenio, fue nombrado arzobispo de Toledo. En ese tiempo, había herejes que negaban la perpetua virginidad de la madre de Dios, y él escribió, en defensa de la virginidad de María, un libro lleno de doctrina celestial y fuego santo.

El día de fiesta de Santa Leocadia y estando el Obispo de rodillas orando, en presencia del Clero y del Rey, la Santa se levantó de su sepulcro, caminó hacia San Ildefonso y pronunció en voz alta: “por la vida de Ildefonso vive mi señora”. Todos quienes vieron esto cayeron de rodillas alabando a Dios. A este prodigio siguió otro, iba el Santo Obispo a Maitines a la Catedral la Víspera de la Anunciación de Ntra. Señora, que se celebraba el día 18 de diciembre en España, acompañado de mucha gente. Al abrir las puertas de la Catedral, se vio en ella un maravilloso resplandor que deslumbró a todos, San Ildefonso, intrépido, paso adelante, y en la Cátedra donde solía predicar la palabra de Dios, vio sentada a la Reina del Cielo, de cuya boca escuchó estas dulces palabras: “Ven, amado hijo, recibe de mi mano este pequeño Don que te traigo de los tesoros de mi hijo, para que uses en el día de mi festividad”.  Diciendo esto, le echo sobre la cabeza una casulla y desapareció.

El tiempo que sobrevivió San Ildefonso, lo empleó para acaudalar nuevos méritos para la bienvenida de María Santísima. Murió a los 72 años y 20 días de edad, el día 23 de enero del año 667; fue sepultado en la Iglesia de Santa Leocadia a los pies de San Eugenio su predecesor. Dejó escritas obras, de que resultaron gloria y bien a los fieles.

Sn. Ildefonso 

 

Detalle de la Imagen Policromada

En el altar de Nuestra Señora de Yucatán se encuentra esta imagen de San Judas Tadeo, obra del yucateco Dn. Francisco Mena.

San Judas Tadeo es mencionado en Lucas 6,16 como apóstol y hermano de Santiago el Menor. Parece que su actividad apostólica la desempeñó en Siria y Persia. Se dice que murió decapitado. Se le atribuye la Epístola Católica que lleva el nombre de Judas. Fue aquél que en la última cena preguntó al señor por qué se manifestaba a sus discípulos y no al mundo.

Imagen tallada en madera y de tamaño natural. San Bernabé, patrono de esta ciudad porque en el día de su fiesta, 11 de junio, se libró de la batalla que decidió la suerte de la ciudad maya de T-HÓ, sobre cuyas ruinas se edificó la ciudad de Mérida en 1542.

 San Bernabé, judío de la tribu de Leví, nació en Chipre en tiempos de Cristo, donde su familia se había establecido desde hacía mucho tiempo. Por el talento que manifestaba para las letras, sus padres lo enviaron a Jerusalén donde conoció a Saulo, con quien tuvo estrecha amistad. Creció con la edad en juicio y prudencia, y todo su empeño era haberse digno del templo al que estaba destinado como levita. Tuvo oportunidad de presenciar cuando Jesús hizo caminar a un paralítico y cuando lo conoció, se arrojó a sus pies y Jesucristo lo admitió como uno de sus discípulos.

 Sabiendo que su antiguo condiscípulo Saulo, era enemigo de los discípulos de Cristo, tuvo muchas conferencias con él; pero no lo convenció de la divinidad del Salvador, porque el Señor se reservaba para sí mismo esa conquista. Vuelto San Pablo a Jerusalén después de su conversación, buscó a Bernabé, y habiéndole contado lo que sucedió en el camino a Damasco y con Ananías, le rogó que le representara a los Apóstoles. Pablo y Bernabé juntos convirtieron a muchos gentiles.

 En su segundo viaje por Salamina, los ancianos de la sinagoga convencieron al pueblo, que las conversiones de Bernabé arruinaban la religión de Moisés; así que la gente enardecida echó mano al apóstol, le arrastraron hasta fuera de la ciudad, donde les quitaron la vida a pedradas el 11 de junio hacia el año 70 de Jesucristo. 

 

A la izquierda de la Santísima Trinidad hay una imagen de Santa Cecilia, patrona de los músicos, quienes la veneran en su fiesta el 22 de noviembre con mañanitas y el canto solemne de la misa.

Santa Cecilia nació en Roma, de familia ilustre. Consagró su Virginidad a Cristo; obligado a casarse con el pagano Valeriano, le revela a éste su voto de Virginidad. Convierte a su esposo y a Tiburcio hermano de aquel. Almaquio, prefecto de Roma, la manda a aprehender; y es decapitada el 22 de noviembre del año 232 en tiempos del emperador Marco Aurelio.

A la derecha del altar de la Santísima Trinidad se encuentra Santa Eulalia, patrona de la ciudad de Mérida de España, escultura de madera policromada, es un excelente ejemplo de la imaginería moderna española. Esta imagen, fue donada por el por el párroco de dicha ciudad para esta Catedral de Mérida de Yucatán entre los años 1949 y 1950. El Exmo. Sr. arzobispo Dr. Dn. Fernando Ruíz Solórzano, nombró a este párroco, Canónigo Honorario de esta Catedral de Mérida, Yucatán.

Santa Eulalia nació en la ciudad de Mérida de España, de antigua y noble familia, a fines del siglo tercero. Los emperadores romanos Diocleciano y Maximiliano suscitaron la más cruel persecución contra la Iglesia, y Eulalia con su compañera Julia, se presentó al juez Calpurniano para proclamar su fe. Fue sometida a tormentos crueles y murió el 10de diciembre del año 304. El poeta italiano del siglo 3. Prudencio, le dedicó un himno y Sn. Agustín, Obispo en Hipona, África, en el siglo 4, la exaltó en sus escritos.

En la nave del lado norte se encuentra el altar de Ntra. Sra. de Guadalupe. La pintura de autor desconocido, es copia de la original, y del mismo tamaño de la que se venera en la Basílica de Guadalupe en la ciudad de México. Otro lienzo de la Virgen de Guadalupe, obra del maestro Miguel Cabrera, se encuentra en la Sala Capitular.

Cabrera nació en Oaxaca Oax. en 1695. Murió en la Ciudad de México en 1768. De ascendencia criolla y al parecer Expósito, se crío en una Casa Cuna. Pintor de cámara del arzobispo José Manuel Rubio y Salinas, artista al servicio de la Compañía de Jesús, adquirió renombre por su fecundidad y calidad en sus obras.

Las catorce estaciones del Viacrucis de Jesús son manufactura moderna del escultor español, Ramón Lapayese del Río. Están confeccionadas en lámina de latón, bronce oxidado y aluminio anodizado. Aquí se representa la segunda estación.

Corría el año 1602 cuando varias capillas y parroquias pasaron de manos de los franciscanos a las del clero secular. En 1602 toma posesión de la parroquia de Ichmul (pueblo entre dos cerros) su primer párroco secular el memorable sacerdote yucateco Dn. Juan de la Huerta; debido a las grandes y graves diferencias entre los franciscanos y el clero secular, fue difícil el trabajo del sacerdote, ya que los indios estaban acostumbrados a sus anteriores doctrineros los cuales predicaban en los púlpitos contra el clero secular.

  El cura Dn. Juan de la Huerta con fervientes plegarias pedía al señor que mudasen las disposiciones del corazón de aquellos feligreses de modo que comprendieran de que los sacerdotes, aunque pertenezcan a cualquiera de las diferentes clases y órdenes del clero católico, son igualmente legítimos y verdaderos ministros del Señor. Sucedió entonces, dice el Sr. Carillo y Ancona, en Historia del Obispado de Yucatán, que un viernes, luego de un ocaso del sol, ardía un árbol verde y frondoso sin consumirse, todo esto fue motivo de unión entre el padre y los indígenas. El cura acordó con ellos, que tomaría el árbol en su propiedad, ya que el dueño se lo vendiese o se lo donase. Habiéndose cortado se llevó el madero al curato; pensaba hacer una imagen de la Purísima Concepción de la que era devoto; algún tiempo después se presentó un peregrino, totalmente desconocido, buscando trabajo como artista escultor. De inmediato acordó con el cura hacer una imagen ya no de la Virgen Santísima, sino del Divino Crucificado. Sin herramienta alguna, y en un solo día, la imagen quedó terminada, y el escultor se fue sin cobrar estipendio alguno y dejando al Cristo en el suelo y sin base alguna; sin embargo, sosteniéndose derecho como por sí mismo. Una noche acaeció un incendio que hizo desaparecer todo: altares, ornamentos, retablos; cuarteó los muros y derritió vidrio y metal; excepto la imagen del Cristo Crucificado, que se encontraba ennegrecida y cubierta de ampollas; pero íntegra y perfecta. Desde entonces es llamado Santo Cristo de las Ampollas.   

 Después de la muerte del P. Huerta, probablemente en febrero de 1644, fue traída del pueblo de Hocabá (última parroquia del venerable sacerdote) la venerada imagen y fue depositada, provisionalmente, en el Convento de las Madres Concepcionistas (hoy conocido como Las Monjas en la calle 63 entre 64 y 66 en Mérida y el 16 de mayo fue llevado a la Catedral y colocado en un altar de Ánimas hasta que se fue terminada su capilla.

Se instituyó una capellanía y se puso una lámpara imperecedera, que alumbró hasta el 24 de septiembre de 1915, cuando ocurrió el saqueo a la Catedral.

 Después del asalto a Catedral la imagen fue arrancada de su altar, arrastrada y reducida a pedazos; al pretender quemarla, frente a la Catedral y no conseguirlo, los incrédulos lo atribuyeron a que estaba revestida de un grueso barniz de yeso y a la deficiencia y debilidad del fuego que se le aplicó para quemarla aquella noche. Al día siguiente la policía limpió las calles y los pedazos de la imagen fueron llevados a la comandancia militar y no se supo más de ella.

Un creyente, Dn. Rafael R. Quintero, hizo restaurar la desmantelada Capilla del Cristo Ampollas mandó tallar y trajo personalmente de la ciudad de Querétaro, una artística imagen que, con la misma denominación, ha sustituido a la antigua. En la noche del 24 de septiembre de 1919 fue instalada la reconstruida capilla, siendo arzobispo el Sr. Dn. Martín Tritschler y Córdova.

Antigua imagen policromada de la Inmaculada Concepción, de posible origen guatemalteco y de extraordinario valor artístico. Vea el apéndice 4 sobre la manufactura de la imagen.

Crucifijo que preside el Capítulo del V Cabildo, los primeros martes de cada mes.

La litografía del artista yucateco Gabriel Vicente Gahona “Picheta” se encuentra en la oficina de la Capilla del Divino Maestro. En los jarrones de los lados se puede leer lo siguiente:

“Nuestro Ilmo. Y Digmo. Prelado Diocesano Dr. Dn. J. Ma. Guerra concede doscientos días de indulgencias a todas las personas que rezaren devotamente cualquier oración aprobada ante esta imagen copiada de la escultura que se venera en la Capilla de su Adoración”.

Y en la medalla del corazón en la imagen del Divino Maestro dice: “Viva la inmaculada Concepción de Ma. Santísima por siempre 1884”. El famoso artista yucateco Gabriel Vicente Gahona nació en Mérida, el 5 de abril de 1828. Obtuvo una beca del gobierno del Estado y se fue a Italia por 4 años. Regresó a Yucatán en 1847 y con un grupo de amigos publicó un periódico satírico llamado Don Bulle Bulle. Criticaba la sociedad de una Isla situada entre Cabo Catoche y la Siberia. Murió el 1° de marzo de 1899 a los 71 años de edad.  



En la parte superior del retablo de la Capilla del Divino Maestro se encuentran las imágenes de San Ildefonso y de la Santísima Virgen María.

Del lado izquierdo del retablo en la Capilla del Divino Maestro se encuentra en Santo Domingo de Guzmán. Nació en Caleruega, España, alrededor del año 1170. Estudió teología en Palencia y fue nombrado Canónigo de la Iglesia de Osma. con su predicación y con su vida ejemplar combatió con éxito la herejía albigense, con sus compañeros que se le adhirieron en esta empresa, fundó la orden de predicadores. Murió en Bolonia en Italia el 6 de agosto de 1221.

(Albigenses es el nombre dado a los adictos a las herejías de los cátaros y valdenses que durante los siglos XII Y XIII arraigaron en Languedoc, Francia, sobre todo en la región que tiene por centro la ciudad de Albi. Presentan (los albigenses) un momento de exaltación religiosa. Condenaban la jerarquía eclesiástica, los sacramentos y la posesión de bienes terrenales de parte del clero).

Nació en 1182, en Asís, Italia; después de una juventud frívola, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios, dio a sus seguidores unas sabias normas que luego fueron aprobadas por la Santa Sede. Inició también una nueva Orden Franciscana Seglar, grupo de penitentes que vivían en el mundo.

 

Se ve a la izquierda Cristo en la Columna. En medio se encuentran la Virgen de la Medalla Milagrosa, y a la derecha San Bernardo de Abad. En la parte de arriba, siempre de izquierda a derecha, se encuentran San Martín de Porres, el Corazón de Jesús y San Judas Tadeo.

La Virgen Santísima, se apareció a Santa Catalina Labouré en 1830. Ha sido un instrumento no sólo para dar al mundo La Medalla Milagrosa, sino para transmitir el deseo íntimo de su Corazón Inmaculado: tener almas jóvenes consagradas a su servicio y amor. San Bernardo de Abad, nació en Francia en el año 1090. Profesó como religioso entre los Cistercienses, fue nombrado Abad del Monasterio de Claraval y falleció en 1153.

 San Martín de Porres nació en Lima, Perú, en el año de 1579. Aprendió el oficio de barbero -cirujano que ejerció ampliamente en favor de los pobres. Llevó una vida de mortificación, de humildad y de gran devoción a la Eucaristía.

Murió en el 1639. San Judas Tadeo, hermano de Santiago, fue nombrado apóstol sólo por Mateo 10,3. No hay ningún testimonio de su actividad ni de su muerte.

 



Se ve a la izquierda Cristo en la Columna. En medio se encuentran la Virgen de la Medalla Milagrosa, y a la derecha San Bernardo de Abad. En la parte de arriba, siempre de izquierda a derecha, se encuentran San Martín de Porres, el Corazón de Jesús y San Judas Tadeo.

La Virgen Santísima, se apareció a Santa Catalina Labouré en 1830. Ha sido un instrumento no sólo para dar al mundo La Medalla Milagrosa, sino para transmitir el deseo íntimo de su Corazón Inmaculado: tener almas jóvenes consagradas a su servicio y amor. San Bernardo de Abad, nació en Francia en el año 1090. Profesó como religioso entre los Cistercienses, fue nombrado Abad del Monasterio de Claraval y falleció en 1153.

 San Martín de Porres nació en Lima, Perú, en el año de 1579. Aprendió el oficio de barbero -cirujano que ejerció ampliamente en favor de los pobres. Llevó una vida de mortificación, de humildad y de gran devoción a la Eucaristía.

Murió en el 1639. San Judas Tadeo, hermano de Santiago, fue nombrado apóstol sólo por Mateo 10,3. No hay ningún testimonio de su actividad ni de su muerte.

 



Se ve a la izquierda Cristo en la Columna. En medio se encuentran la Virgen de la Medalla Milagrosa, y a la derecha San Bernardo de Abad. En la parte de arriba, siempre de izquierda a derecha, se encuentran San Martín de Porres, el Corazón de Jesús y San Judas Tadeo.

La Virgen Santísima, se apareció a Santa Catalina Labouré en 1830. Ha sido un instrumento no sólo para dar al mundo La Medalla Milagrosa, sino para transmitir el deseo íntimo de su Corazón Inmaculado: tener almas jóvenes consagradas a su servicio y amor. San Bernardo de Abad, nació en Francia en el año 1090. Profesó como religioso entre los Cistercienses, fue nombrado Abad del Monasterio de Claraval y falleció en 1153.

 San Martín de Porres nació en Lima, Perú, en el año de 1579. Aprendió el oficio de barbero -cirujano que ejerció ampliamente en favor de los pobres. Llevó una vida de mortificación, de humildad y de gran devoción a la Eucaristía.

Murió en el 1639. San Judas Tadeo, hermano de Santiago, fue nombrado apóstol sólo por Mateo 10,3. No hay ningún testimonio de su actividad ni de su muerte.