Cuando llegamos a vivir a Mérida, aún no tenía mi propio cuarto obscuro. Tenía que pedirlo prestado y la oportunidad me la brindó la Escuela de Antropología de la UADY. En un nuevo edificio se había instalado un cuarto oscuro bastante espacioso y con aire acondicionado (una comodidad a la que no tuve acceso en la Huasteca Potosina, tropical y húmeda).
En ese tiempo casi nadie utilizaba el cuarto oscuro y por eso fue destinado a almacenar una gran cantidad de cajas de placas fotográficas de vidrio. Provenían del almacén, como donación o compra, del prestigioso establecimiento y taller fotográfico “Guerra”, que por un siglo (1879-1980) retrató la historia y vida social y política de los yucatecos. Las cajas contenían cientos de imágenes de personas importantes, edificios y eventos que marcaron esa época.
La mayoría de las fotos corresponden a personas de la “alta sociedad”, vestidas con sus elegantes ropas, claro, porque podían pagarlas. Pero las cajas también guardaban tomas de las desfibradoras y planteles henequeneros, de los trabajadores y de algunas bodas de las “clases bajas”.
Las fotografías no son particularmente buenas en el sentido artístico, a diferencia, por ejemplo, de las del peruano Martín Chambi, pero obviamente tienen un gran valor documental. En ese tiempo, cuando yo utilizaba el cuarto oscuro, se encontraban en total desorden y en estado crítico de conservación. Sin embargo, fueron rescatadas en el último minuto.
Allí, en ese cuarto de viejos recuerdos, no pude dejar de revisar y admirar las imágenes. Me inspiraron mucho y por medio de ellas aprendí bastante sobre la historia y vida social de Yucatán. Me convencieron también de la importancia de conservar “el tiempo”, y dejar testimonios para las generaciones que nos siguen. Me impulsaron a seguir la documentación que, desde esa época, se pretende elaborar de la vida yucateca de fines del siglo XX y principios del XXI.
De lo que yo sé, toda la colección consiste en placas de vidrio, y me pregunto por qué no se conservaban películas, porque creo que el establecimiento no cerró hasta 1980, o sea, mucho después de que las placas de vidrio dejaron de utilizarse.
Afortunadamente, la Fototeca Guerra ahora está en muy buenas condiciones, todavía a cargo de la UADY.