Mientras estuve trabajando en el INAH fui contactado por el pintor yucateco José Luis Loria, quien había vivido en el pequeño puerto de Sisal, en la costa occidental de la península. Por siglos, Sisal había sido la principal puerta de entrada a Yucatán, pero desde que se construyó el muelle en el puerto de Progreso a principios del siglo pasado, Sisal comenzó su lenta decadencia y muerte.
El puerto Sisal le dio su nombre en todo el mundo a la fibra de henequén, utilizada en las primeras engavilladoras de McCormack en el siglo antepasado. Las pacas de henequén, producto de la explotación del trabajo de los indígenas mayas, eran exportadas en un principio desde el puerto Sisal y de ahí el nombre de “sisal” para referirse al henequén en el mundo.
En años recientes se ha empezado a impulsar la pesca de rivera y eso le ha dado nueva vida al puerto de Sisal. José Luis Loría vivió ahí un buen tiempo en una casa frente a la playa, donde elaboró sus pinturas, preferentemente imágenes detalladas de flores y pájaros, en un estilo naturalista que podemos reconocer en los antiguos libros “clásicos” de plantas, aves y mamíferos exóticos.
A José Luis le interesaba hacer una exposición de una mezcla de fotografías, pinturas y dibujos, presentados en una museografía de plantas, redes, barcos y herramientas de los pescadores.
Su propuesta me encantó y empecé a tomar fotos de los pescadores, entonces todavía en pequeñas barcas de madera a vela. También capté con mi lente la vida cotidiana de las familias de pescadores. La exposición se presentó en el primer piso del Palacio Cantón, en cuya planta baja se encuentra el museo arqueológico del INAH. José Luis y sus amigos habían recolectado un montón de plantas, troncos, redes y barquitos para recrear el ambiente de costa. Y en medio de esa escenografía lucían mis fotos y las pinturas de Loría. Fue muy placentero participar en el montaje de una exposición donde todos trabajaban tiempo extra con entusiasmo.
Uno o dos años después, Jorge Sobrino, quien participó en la exposición de Sisal, me invitó a intervenir en una parecida sobre la isla de Cozumel, titulada Imágenes de Cozumel. Participé por el gusto y la oportunidad de pasar un par de semanas agradables con mi hija Maya en la isla, y no menos porque fue mi primera chamba pagada como freelance, después de salir del INAH.