Los textos, relatos, mitos, cuentos y rezos presentes en este libro, provienen —como ya hemos mencionado— del pequeño gran pueblo de Xocén. Pequeño por su tamaño, pero grande porque en él se han conservado por cientos de años, muchas tradiciones de los mayas de Yucatán que en otros lugares se perdieron. El carácter mesiánico del pueblo es lo único que nos permite comprender tal resguardo de tradiciones. En Xocén creen que allí se encuentra el mismísimo Centro del Mundo, lugar donde se localiza la Santísima Cruz Tun Yum Balam, cruz de piedra que emergió de la tierra. También han sido poseedores de un importante libro sagrado y profético, en el cual se encuentran escritos todos los inventos del mundo y que actualmente está perdido. Dicen además, que allí se reunirá toda la raza maya cuando se acabe el agua en todo el mundo, excepto en Xocén. Otro aspecto relevante es el hecho de ser considerado uno de los cuatro pueblos sagrados del mundo, junto con Belem Cab, Jerusalem Cab y Paraíso Cab, entre los mayas de Tixcacalcupul. Y por último, en Xocén se ha considerado que es el pueblo donde nació Jesús. En algunas versiones que hemos recogido dicen que se llama Xocén porque allí vivieron María Xoc y José Cen, padres de Jesús.
Xocén se encuentra al oriente del estado de Yucatán, a 12 kilómetros de Valladolid. Es una de las 36 comisarías pertenecientes al municipio de Valladolid, localizado en la región socioeconómica agrícola denominada milpera, porque allí el sistema de producción dominante ha sido el policultivo tradicional maya denominado milpa.
Cuando llegamos al pueblo por primera vez en 1981, acababa de ser abierta una carretera de terracería, pero no había electricidad. El pueblo contaba con una escuela primaria, aunque la mayoría de los alumnos no concluían los seis años de los que consta. Los muchachos tenían que ayudar a sus padres en las milpas, y las muchachas se casaban a temprana edad. Algunos jóvenes ya empezaban a buscar trabajo temporal afuera de su comunidad —sobre todo en el área de Cancún y en la costa del Caribe, donde apenas se iniciaba el desarrollo turístico—, pero la vida comunitaria todavía giraba fuertemente alrededor de las milpas, donde se cultivaba el sostén para su vida.
La milpa no solamente daba las semillas —la santa gracia, como respetuosamente se refieren al maíz— para alimentar a los habitantes y a sus animales. La milpa también era anfitriona y escenario de gran parte de la vida espiritual y religiosa de los xocenenses. En los montes, donde los campesinos hacen sus milpas, viven dioses y entes sobrenaturales importantes, por lo tanto, el monte es el espacio sagrado para realizar algunas de las ceremonias religiosas más importantes de Xocén.
Es en este mundo tradicional en el que, por su abundancia, hemos podido recopilar relatos sobre la creación del mundo, el origen de las plantas, las cabalgatas de los dioses de la lluvia sobre el cielo nublado, y presenciar y documentar las múltiples ceremonias agrícolas realizadas por todos los milperos del pueblo.
En 2007, el mundo tradicional de Xocén que vimos por vez primera hace 26 años, ha cambiado a pasos agigantados. Ahora, en 2022, año en que estamos editando el libro en versión digital, los cambios ya son aún mayores porque al pueblo, como a este libro y al mundo, ya lo alcanzó la era digital.
La introducción de la electricidad al pueblo no sólo implica que la gente ya no duerme a la hora que lo hacen las gallinas, sino la posibilidad de tener radio, televisión, refrigeración, teléfonos y todo lo que esto conlleva. La entrada del teléfono permite un contacto rápido con ‘todo el mundo’. El pueblo cuenta con una clínica de salud que es atendida por doctores y enfermeras que compiten con los hierbateros tradicionales y los j’menes. La mayoría de los jóvenes terminan sus estudios de primaria, varios continúan sus estudios en la secundaria que funciona desde hace algunos años en el pueblo y otros van a Valladolid a estudiar preparatoria y al CONALEP. También pueden estudiar en la Normal y, desde 2006, pueden entrar en la UNO, que es la Universidad de Oriente.
El mundo y la visión de los habitantes del Xocén contemporáneo están cambiando. Muchos jóvenes ya no se identifican con las creencias y prácticas de sus padres, madres y abuelos. Tan sólo hace unos 13 años todas las mujeres, sin excepción, usaban hipil y la mayoría de los jóvenes hacían milpa. Ahora, cada día aumenta el número de muchachas que no quieren vestir hipil y de jóvenes que no ven futuro en las milpas sino en una maquiladora o en un escritorio. Asimismo, incrementa el número de muchachos que buscan trabajo en la zona turística del Caribe o en las maquiladoras que han surgido en Valladolid.
Muchos de sus habitantes ya no conocen a los dioses y entes sobrenaturales que poblaban el mundo de sus padres y antepasados. Hasta 1991 todos los pobladores de Xocén eran cristianos —como le llaman a los católicos—, y cualquier intento de las llamadas sectas (de evangélicos) por establecerse en el pueblo era tajantemente rechazado. Pero para 2001 ya había dos templos pertenecientes a dos iglesias evangélicas diferentes. Actualmente la droga ya entró al pueblo, como a otros de Yucatán, y aún no sabemos qué consecuencias traerá.
Durante los años que hemos tenido el privilegio de participar en la vida cotidiana de un mundo muy diferente al nuestro, pero poblado con personas cariñosas y bondadosas —como las hay en todo el mundo—, hemos recopilado un gran número de relatos, mitos y rezos pronunciados en varias ceremonias, algunos de los cuales ya hemos publicado. Otros se incluyen en este documento y otros más serán publicados después. Con todos estos trabajos consideramos saldado nuestro compromiso antropológico con este pueblo que tanto nos ha dado en conocimiento y amistad. Y también con el pueblo yucateco en general, por la hospitalidad brindada todos estos años.