Uno de los últimos proyectos que realicé trabajando en Culturas Populares fue el Museo Regional de Valladolid. Por ser vecino del entonces presidente municipal de Valladolid, Clemente Alcocer, cabeza de una familia prominente en la ciudad, con pretensiones de tener líneas genealógicas directas de los primeros conquistadores y fundadores de Valladolid, mantuve buenas relaciones con el grupo político en el poder que en ese tiempo pertenecía al PRI.
“Los Clementes” se preocupaban por la historia de su pueblo y a raíz de eso nació la idea de montar un museo regional en el solar grande alrededor del cenote Zací, en el centro de la localidad. La población no sólo se enorgullece de haber tenido desde 1833 el primer telar impulsado por vapor en México, denominado “La Aurora”, sino también de que fuera un grupo de vallisoletanos rebeldes quienes prendieran la “primera chispa” de la Revolución Mexicana en 1910, en contra del gobierno de Porfirio Díaz. Lo primero es cierto, lo segundo se puede discutir, ¡pero no con un vallisoletano!
El proyecto del museo era para mí un reto muy tentador. La gente me apoyaba y me proporcionaba fotos para copiar. De esta manera, pude montar todo el museo con completa libertad y por eso con más ganas. Visité todas las comisarías y pueblos alrededor de Valladolid para recabar información sobre su historia, agricultura, artesanías y costumbres
Para el museo se edificaron dos construcciones, cada una con una sala para la exposición, y una “casa maya” que debió ser elíptica como son en el norte de Yucatán, pero el albañil urbano la hizo rectangular como son las chozas en otras partes de México.
El periodo de un presidente municipal en Yucatán es de tres años, lo que es muy poco tiempo para planear y realizar obras. Por eso, el museo fue inaugurado en los últimos días del gobierno de Gonzalo Escalante Rosado, en el año de 1987, por el entonces gobernador Víctor Cervera Pacheco.
Al presidente municipal que lo sucedió, también de la familia priísta, pero de otra facción, no le interesó el museo —pues no había sido su idea— y lo dejó abandonado. A tal grado que cuando él terminó su periodo y asumió el nuevo presidente, tuve que volver a levantar el museo que ya se encontraba en pleno abandono.
Tres años después, con el siguiente cambio de presidente municipal, inició otra etapa de decadencia para el museo. Pero ya no era mi problema. La siguiente reapertura fue en la ex-iglesia San Roque. En donde, por cierto, años después, cuando trabajaba en el INAH, monté la exposición fotográfica y arqueológica La Familia Maya.
¡Así son las cosas en México!