Mi esposa Silvia se encontraba trabajando como antropóloga en el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (INIREB), en Mérida. Yo había dejado de trabajar en el INAH y trataba de interesar a alguna institución o fundación en el desarrollo de algunos de mis proyectos. Por desgracia, el trabajo más emocionante es a menudo el menos rentable y uno acaba trabajando largas horas por muy poco dinero. Pero tampoco hay que quejarse, porque generalmente siempre he hecho lo que más me gusta.
La directora del INIREB era la joven, dinámica y entusiasta bióloga, Ileana Espejel. Le sugerí hacer una gran exposición general titulada “Nuestras Plantas”, o sea sobre las plantas que se originaron y fueron domesticadas en la Península de Yucatán y por exten-sión en México. La idea fue aceptada tanto por Ileana, como por los demás investigadores Salvador Rodríguez, Rafael Lira, Daniel Zizumbo y Patricia Colunga, hoy todos biólogos reconocidos.
La tarea de recolectar y sacar fotografías de las plantas me llevó a muchos lugares de Yucatán, lo que, aunado al entusiasmo que todos demostraron, dio como resultado una exposición muy amplia e interesante. Se inauguró en el vestíbulo del Teatro Peón Contreras, ubicado en el centro de Mérida, en febrero de 1987. La exposición incluyó además la instalación de un verdadero puesto del mercado con el nombre divino de La Bendición de Dios, con todo y frutas, verduras, jacales y hasta la vendedora en persona.
Habíamos planeado hacer un libro basado en los textos y las imágenes. Pero de repente, por motivos electorales o por un nuevo gobierno federal, se determinó disolver la unidad en Mérida del INIREB y fusionarla a la sede en Jalapa. Y con eso, toda la experiencia y sabiduría recolectada se dispersó como el viento.
La experiencia que yo había acumulado me sirvió para proponer una exposición al museo agrícola de Dinamarca, el Dansk Landbrugsmuseum Gl. Estrup, de las plantas de América que fueron llevadas a Europa. En muchos sentidos, estas plantas cambiaron la cultura alimenticia y hasta demográfica europea. Las comidas ya eran más sabrosas preparadas con plantas de las Américas: tomate, aguacate, cacao, chocolate, vainilla, tabaco, coca, piña, chicle, maíz, frijol, calabaza; así como algunas para otros fines como algodón, sisal/henequén, látex, caucho y varias medicinales. Sin olvidar algo ya tan “danés” como la fresa y la papa que llegaron de América. ¿Qué hubieran hecho los daneses y otros europeos sin estos “inmigrantes”? Seguir con sus comidas insípidas.
Para completar la exposición, viajé con el museógrafo Lars Kirk por varias partes de México y hasta a Perú para visitar los lugares de origen de la papa y la coca.
La exposición se montó en el museo danés de agricultura “Gl. Estrup” en el verano de 2002, y luego en 9 museos regionales de Dinamarca.