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Santos y virgenes

Las numerosas imágenes esculpidas de Cristo, la Virgen y los Santos conservadas en la Catedral de San Idelfonso, reflejan la rica herencia cultural de la gente de Yucatán y si devoción fiel a la Iglesia por más de cuatro siglos.

Desde las figuras de Sn. Pedro y Sn. Pablo esculpidas en piedra en 1599, hasta la imagen de madera del Cristo de la Unidad esculpida por Lapayese en 1965, tenemos una gran variedad de técnicas y estilos que aparecen ser carácter distintivo de este santo lugar, con sus imágenes de inspiración española y mexicana, que derrochan esplendor en su interior.

Dentro de la Catedral, las estatuas esculpidas de San Idelfonso, Obispo de Toledo, Santa Eulalia patrona de Mérida de España; junto con San Bernabé, Patrono de la ciudad de Mérida de Yucatán y el Cristo de las Ampollas; Nuestra Señora de Yucatán, Reina de la Catedral y símbolo de la devoción mariana en nuestra península, reinan majestuosamente con el Cristo de la Unidad, dando la bienvenida a los devotos que entran a la Catedral.

Una variedad de técnicas ha sido usada para la elaboración de las imágenes. Los métodos tradicionales de fundición, tallado en piedra o madera, muy en boga en Europa y México, han sido usados para dar una gran variedad a las obras.

Dos trabajos realizados en metal, nos dan una cercana visión sobre las imágenes realizadas con la técnica de la fundición:

El Divino Redentor es una imagen grande, de metal, fundido y producido en Alemania, que tiende a imitar la figura de Cristo en la Sábana Santa de Turín; otro es el Viacrucis con sus catorce estaciones realizadas en formas abstractas, el material de esta obra es lámina de latón, bronce oxidado y aluminio anodizado. La técnica utilizada en el Viacrucis, acerca a lo contemporáneo los temas religiosos y la misma creación artística de las imágenes. La foto de la segunda estación, Cristo cae por primera vez, ilustra la técnica usada en el Viacrucis.

Imágenes esculpidas en piedra se encuentran en el exterior de la Catedral y en el pórtico del ex Seminario (todavía existe, en la calle 58 entre 61 y 63); estas esculturas realzan los caracteres tridimensionales de los muros, en el frente de las calles de Mérida. En el exterior de la Catedral se encuentran dos estatuas: San Pedro y San Pablo, que son como dos centinelas puestos en cada lado de la puerta mayor, son de tamaño natural y cada una tiene los símbolos de su ministerio, San Pedro con las llaves y San Pablo con la espada, ideas que el escultor quiso expresar.

Estatuas similares, pero mejor realizadas, son las imágenes pétreas de Nuestra Señora del Rosario con el Niño y San Ildefonso, patronos del Seminario Conciliar, y por esa razón sus imágenes decoran el pórtico de lo que fuera en otro tiempo esta Casa de Estudios.

La preferencia por las imágenes hechas de madera es evidente por la gran cantidad de ellas que se encuentran en la Catedral. Imagineros, o escultores de imágenes, hicieron figuras con apariencias vivas usando una técnica practicada por los españoles y luego traída a México, llamada “de encarnación”. La hacían mezclando pigmentos con aceite; de esa manera crearon una especie de cera que al recubrir la escultura con esa preparación, producía un aspecto de carne, dando a las imágenes una apariencia dramática.

El estofado es otra técnica española que se realiza en madera, en donde la pintura es aplicada sobre metal y luego borrada parcialmente, lo cual permite al escultor crear una visión de ropas reales (3). Las imágenes de Sn. José, esculpida hacia fines del siglo XVII, y la Inmaculada Concepción, son hermosos ejemplares de estas dos técnicas.

Sobre estas dos imágenes: de san José y la Virgen de la Inmaculada Concepción, se inserta el trabajo de estudio que elaboró la Lic. Luz María Cáceres Acereto, del INAH de Mérida, Yuc.

Haciendo un notable contraste con las figuras policromadas anteriores, se encuentra el majestuoso tallado en abedul, sin pintura, del Cristo de la Unidad, que descansa suave e imponente sobre una cruz sencilla de caoba, que adquiere un dramatismo delicado con sus líneas limpias y dimensiones impresionantes. Hoy, el cristo de la Unidad ocupa el espacio que una vez ocupara el retablo mayor; este retablo impresionante, que por muchos años ocupó la nave principal de la Catedral, ya no existe. Fue destruido durante el saqueo de 1915.

En la Capilla del Divino Maestro, anexada a la Catedral en 1836, se conservan dos retablos dignos de mención. El retablo mayor, es reconstruido con elementos originales y nuevos; de estilo churrigueresco, pintado y dorado, y conserva los elementos estípites, característicos del siglo XVIII; en el nicho central tiene una imagen de Cristo en Majestad; en la parte de arriba está la imagen de San Ildefonso, recibiendo de manos de la Santísima Virgen una casulla, mientras los ángeles colocan una mitra obispal sobre su cabeza. En la base del retablo, a la izquierda, está su nicho la imagen de Sto. Domingo de Guzmán y a la derecha, la de Sn. Francisco de Asís; ambas imágenes con la técnica del estofado. Un retablo similar se encuentra al lado derecho de la Capilla dándole mayor distinción. La parte baja central de este retablo contiene la imagen policromada de la Virgen en su advocación de “La Medalla Milagrosa”, a su lado se encuentra el Cristo en la Columna, y Sn. Bernardo de Claraval, doctor de la Iglesia, Monje del Cister en Francia, cuna de los benedictinos reformados o cistercienses. Él fundó la abadía de Clairvaux en Francia, en 1115; y predicó la segunda cruzada en 1146. Fue consejero de reyes y papas, nació en 1090 y murió en 1153.

En la parte superior, en el nicho central está “El Corazón de Jesús”, a la izquierda Sn. Martín de Porres y a la derecha Sn. Judas Tadeo.

La belleza y diversidad de las imágenes esculpidas contribuyeron, junto con las líneas fuertes y limpias de la arquitectura, a dar a la Catedral de Mérida un lugar primordial en la historia del arte y la vida regional de Yucatán.

The numerous sculpted images of Christ, the Virgin, and saints preserved in San Ildefonso reflect the rich cultural heritage of the people of Yucatán and their enduring devotion to the Church through four centuries. From the 1599 carved stone figures of St. Peter and St. Paul on the façade to the 1965 wooden image of the Christ of Unity (El Cristo de la Unidad), the diversity of techniques, subjects, and time periods represented in these holy images adds to the Cathedral´s distinct visual character.

Images inspired by saints in Spain and miracles in Mexico animate the immense enclosure. Carved statues of St. Ildefonso, Bishop of Toledo and St. Eulalia, patrones of Mérida, Spain, join company with St. Barnabas, patron of Mérida, Yucatán, and the Christ of the Blisters in the Cathedral´s interior. Our Lady of Yucatán (Nuestra Señora de Yucatán), reigns majestically with Christ in welcoming the faithful to the Cathedral.

A number of techniques have been employed to create the sacred images. The traditional methods of metal casting, stone cutting, and woodcarving used by sculptors from Europe and Mexico give variety to the pieces.

Two works in metal reveal different approaches to sacred subjects. The first, The Divine Redeemer (El Divino Redentor), a large metal casting produced in Germany, recalls the figure of Christ wearing the Holy Shroud of Turin. The other is a sequence depicting the fourteen stations of the Way of the Cross. The abstract forms of this series, made of brass plates, oxidized bronze, and anodized aluminum, give a more contemporary reading to holy themes. The image of the second station, Christ Falls for the First Time, illustrates the technique utilized in creating the images that make up the Way of the Cross.

Stone carvings on the exterior of the Cathedral and on the surviving portico of the former Seminary (located on 58th Street between 61st and 63rd Streets) enhance the three-dimensional quality of the wall surfaces facing Merida´s city streets. Statues of S. Peter and St. Paul act as guardian figures standing watch over the Cathedral’s main entrance. Each of the larger-than-life-size forms carry symbols of their sainthood. St. Peter with his keys, and St. Paul with his sword, show the stonecutter´s attention to iconographic details. Similar stone carvings of Our Lady of the Rosary with Child and St. Ildefonso, patrons of the Council Seminary, adorn the portico that was once the Cathedral´s Study House (Casa de Estudios).

A preference for carving religious images in wood is evident in the many polychromed figures found throughout the Cathedral and its annexes, Imagineros, or carvers of images in the round, made the figures life-like by the application of encarnación,  a technique first used by Spanish artisans and later brought to Mexico. By mixing pigments with oil, the encarnador created the waxy, flesh-like tints that give certain figures their dramatic presence. Estofado,  another Spanish woodworking technique, one in which paint is applied over metal and then scratched away, enabled the sculptor to render clothing with a life-like realism. The statue of St. Joseph, created at the end of the 16th century, is a beautiful example combining the use of these two techniques.

In contrast to the polychromed figures, the simple elegance of the unpainted birch carving of the Christ of Unity, resting gracefully on its plain mahogany cross, acquires a quiet drama through its clean lines and monumental dimensions. Today the Christ of Unity fills the space once occupied by the Cathedral´s impressive main reredos. The magnificent altarpiece that had graced the central nave during much of the Cathedral´s history no longer exists, having been destroyed during the revolutionary insurrection of 1915.

In the Chapel of the Divine Teacher, annexed to the Cathedral in 1836, are two altarpieces worthy of mention. The first, the chapel´s main reredos, has been reconstructed from both original and new elements in the Churrigueresque style. The body of the altarpiece is made of painted, gilded wood, with characteristic 18th-century estipites columns shaped like inverted obelisks. The reredos´ central niche holds an image of Christ in Majesty. Above, St. Ildefonso receives a heavenly chasuble from the Most Holy Virgin while attendant angels lift a bishops miter over his head. At the base of the reredos, niches on the left and right hold carved images of the Spanish-born St. Dominic Guzmán and St. Francis of Assisi, respectively. Both images are executed in the estofado technique.

A stylistically similar second reredos along the right side of the chapel adds further distinction to the small chapel´s interior. The lower level displays a carved, polychromed representation of the Virgin as advocate of ¨The Miraculous Medal¨ in the center. She is flanked by Christ at the Column and St. Bernard of Clairvaux, doctor of the Church and founder of the Abbey of Clairvaux, France, cradle of the reformed Benedictines, or Cistercians. In the central niche above is the Sacred Heart of Jesus amidst images of St. Martín de Porres and St. Judas Thaddeus standing in niches to the left and right, respectively.

The beauty and diversity of these sculpted images lend a vivid visual dimension to the Cathedral of Mérida´s strong, clean architectural lines.