La milpa es el espacio en donde los hombres siembran sus plantas, pero la milpa es del monte y el monte es sagrado porque pertenece a los dioses y a los guardianes sobrenaturales. Por eso, en Xocén, es necesario pedir permiso y dar gracias cuando se tumban árboles, se cortan matas y se matan animales. El monte es como un gran santuario sagrado.
Los guardianes sobrenaturales son sobrevivientes de tiempos muy antiguos. Estas criaturas fueron de las primeras que los dioses crearon para que se hicieran cargo de los animales, de acuerdo con el Popol Vuh, como lo hemos mencionado. El monte está poblado con todos estos seres y muchos de ellos son personajes de los relatos que forman este libro, como Siip, el cuidador de venados.
Un problema importante que hace que los rendimientos de maíz bajen, son los ataques de las milpas por múltiples animales. El mito del origen de las semillas, claramente establece el derecho de esos mismos animales a compartir parte de las semillas con los hombres, debido a que arriesgaron su vida al sacarlas del fuego.
La Naturaleza entre los mayas y mesoamericanos no se objetivó como en Occidente. Al contrario, tiene dueños sobrenaturales a los cuales se les pide permiso para usarla y se les agradece por permitir extraer sus recursos. El ser humano no es dueño de la Naturaleza, lo cual explica en buena medida el uso moderado que han hecho los mayas de los recursos naturales y la milenaria sustentabilidad de la milpa.
Pareciera que sólo el monte, las plantas y los animales tienen sus dueños. Pero no. El bordado también tiene su dueño, tal como se refleja en algunos de los relatos narrados por Gaspar Canul y por otros que no fueron grabados, pero que escuchamos del jmen Alfonso Dzib. Don Gaspar llama “X-Ajaw” al dueño del bordado, lo que es como decir “la gran señora”, pero, por otro lado, don Alfonso le llamó “Chuen Chuuy”, nombre más interesante porque en el Popol Vuh se dice que los hermanos del segundo par de gemelos que fueron muertos por sus hermanos, por envidiosos, se transformaron en monos y fueron los dioses de las artes y artesanías a los cuales llamaron “Chuen”. Y así como hay el Chuen del bordado, hay el Chuen del tejido, de acuerdo con don Alfonso. Es el nombre que usa don Alfonso el que nos gusta más, ya que se refleja una raíz que se extiende hasta la ‘biblia’ maya o Popol Vuh.