Hola, me llamo Teodora. Trabajo en una zona de tolerancia. A veces se siente bien, y a veces mal. De nacimiento soy de Villahermosa, Tabasco. Vine aquí a Yucatán hace 10 años, y de toda mi vida que he vivido hasta ahorita, no me arrepiento de nada. Soy feliz, tengo mi familia. Y qué más puedo decir, me siento orgullosa por ser como soy. Soy sensible, sencilla y humilde.
Empecé a trabajar como prostituta a los 23 años… y ahorita tengo 32 años y todavía sigo en esta profesión. Bueno, empecé en Villahermosa a trabajar allá, pero vine por problemas con mi familia, porque me descubrieron en la zona y me mandaron con un boleto de ida a Yucatán para que yo hiciera otra cosa. Pero como siempre hay las amistades y las encuentras, volví a prostituirme aquí en Yucatán.
Sí, he tenido otro trabajo, pero como no me gusta que me manden, prefiero, como dicen, que mi cuerpo me mande a mí. Me siento bien en mi trabajo, claro, a veces hay días buenos y a veces malos. Y como también dicen acá, no todos los días se come pavo. No pretendo pasarme toda la vida aquí, porque sé que tarde o temprano la vejez cae y tengo que dejar este trabajo, porque se ve mal una persona mayor de edad parada allá. Y si Dios me permite, yo quisiera tener un trabajo estable, sea cualquiera, en una tienda de abarrotes o de ropa, o en una estética.
Soy travesti y mi sexualidad la descubrí a los 11 años de edad. Tuve un niño [una pareja] mayor, pero ya de edad. Fue la primera vez que tuve una relación sexual, lo sentí bonito y estuve muy enamorada con ese niño, a pesar que sabía lo que yo era. Y desde ese tiempo sigo así. Ahora soy vestida, soy inyectada, tengo pecho y tengo culo, tengo cadera. Siempre he estado así y así voy a ser. No he pensado hacerme una operación, porque dicen que es muy traumante, [puedes tener] muchos problemas por ser transexual.
Actualmente estoy viviendo con mi hermana, con mi familia. Al principio no me aceptaban, porque no es bien visto andar así. Pero el tiempo curó todo y me aceptaron tal como soy, y hasta ahorita me tratan bien. Mi hermana tiene esposo y cuatro hijos. Mi cuñado está de acuerdo, incluso él me hizo una casita para que yo pudiera venir a vivir con ellos.
¿Discriminación? Sí, en todos lados hay discriminación. Me han discriminado por lo que soy, incluso mi hermano una vez me tiró una cubeta de agua caliente, porque no le gusta que venga a su casa vestida de mujer. Y siempre me ha dicho, si vienes a la casa, ven normal. Pero soy como soy, dejé de ir a su casa, hasta que al fin me aceptó.
Con los clientes me he agarrado en pleitos, sí me han pegado, pero, sin embargo, yo me he defendido. Soy de las personas que si me agreden, yo agredo. A veces se enojan porque pido una cantidad por un servicio y no les da… ya estando allí quieren más, o piden cosas que yo no quiero hacer, porque no están pagando lo justo. Por eso es que a veces hay pleito. No soy de pleito, cumplo con mi trabajo y espero que me paguen por eso. Ya tengo rato que no tengo pleito.
Si he caído en la cárcel, cómo no, porque a veces vienen los antimotines porque hay robo, y como dicen, por uno pagan todos. Sí he caído en ‘la municipal’… hoy sale uno con fianza, antes no. Antes era castigo, 36 horas encerrados. Ahorita, pagas tu multa y sales… si trabajaste y tienes dinero pagas tu multa y sales. Mínimo son 200 pesos que te cobran. Con esta nueva gobernadora, ella nos hizo un favor de quitar las patrullas, porque antes se paraban enfrente del hotel y no nos dejaban trabajar. Decían, si veo que entren los clientes a los cuartos, los llevo saliendo del cuarto. Sí era más feo la razzia, había más discriminación contra nosotros. Nosotros pusimos quejas a los Derechos Humanos por la forma que nos trataban y porque no nos dejaban trabajar. Todos los días andábamos sin un peso por los policías. Sí, nosotros nos organizamos, porque un día vinieron unas muchachas que repartieron condones, vieron a los antimotines y hasta ellas se sorprendieron de escuchar que estaba prohibido venir acá. Nos dijeron que si queríamos podíamos poner quejas para que nos dejaran en paz. Y todos estuvimos de acuerdo, y sí pusimos queja, porque no era justo lo que nos hacían… porque para muchos de nosotros es una forma de ganarse la vida. Por gusto o a veces por negocio lo hacen. Ahora pasa un camión del sector de salud y nos pasan condones.
¿Sida? No, gracias a Dios me he cuidado. Pero tengo amigas que han caído con esta tremenda enfermedad y siguen trabajando. Creo que no es correcto, pero hay personas que les pagan una cantidad mayor por no poner condón, y ellas se entregan sin usar condón sabiendo que tienen esta enfermedad. Pero sé que no está bien.
Tengo un novio, es un niño que tiene 22 años y yo 32. No voy a ilusionarme mucho, porque me ha pasado. Duré con un señor 16 años… después de vivir 5 años con él, trajo a sus hijos y los saqué adelante y los casé, se fueron de la casa y empezaron los problemas con él. Yo lo mantenía a él y a sus hijos, pero ya más tarde empezó a buscar trabajo, y también buscó otra pareja.
Mi nuevo amigo sí sabe de mi trabajo… y se enoja, tiene celos. Una vez me fue a buscar, pero yo iba a entrar con un cliente. Y llegando a mi casa, me dijo: ‘No puedo estar contigo, no puedo tocarte cuando te ha tocado otro’. Y sabes cómo me dolió… a ver cuánto va a durar esta relación.