Este libro describe los aspectos más relevantes de la platería tradicional yucateca Su confección se ha realizado, considerando que es una de las artesanías más antiguas, representativas y refinadas de Yucatán y que algunas de sus técnicas se encuentran en peligro de extinción. Pero también se ha escrito pensando que tiene un rico potencial y que puede desarrollarse hacia el futuro.
Aunque en tiempos de los mayas antiguos, hubo consumo de oro, este no tuvo brillo propio porque se elabora en otros sitios. Con la cultura hispana llegó el trabajo de orfebre, y el oro y la plata comenzaron a emitir un lenguaje propio, regional.
Durante la colonia, oro y plata apoyaron al evangelio cristiano a través de los objetos para el culto religioso. Pero también difundieron el gusto por las joyas europeas que, al ser absorbido por los indios, parece haber tomado otro sabor. El barroquismo indígena, inspirado en la abigarrada selva y expresado en la iconografía maya antigua, encontró un nuevo lenguaje en la rica filigrana yucateca. También la pasión maya por el color se abrió paso entre las nuevas técnicas y encontró su voz propia en el esmalte.
El oro amarillo de los rosarios de filigrana, fue uno de los mejores espejos en los que las hacendadas del siglo XIX reflejaron el esplendor y la riqueza que florecieron con el “oro verde”.
La extinción de la gloria henequenera arrastró consigo a los plateros. Sin embargo, aún hay plateros tradicionales y todavía el consumo de alhajas refleja la identidad regional, sobre todo en las “mestizas». El lenguaje del otro, entre ellas, no es solo estético. En su cultura, el oro significa la solidez del compromiso y el matrimonio, la seguridad del ahorro, el lucimiento de la fiesta y la única propiedad real de la “mestiza”.
Las clases altas y medias de las ciudades, que han ido adoptando los gustos industriales de otros lados, todavía conservan de algún modo el aprecio por la filigrana, el coral y el cocoyol. En este caso, la identidad regional es un reducto que sale a relucir en la “vaquería” del carnaval, o en cualquier otro evento que amerite la confirmación de la identidad.
Actualmente, la joyería yucateca está muy diversificada, trabajándose múltiples materias primas, técnicas y diseños. La platería, – nombre que usamos en este libro para designar a la joyería yucateca, que se distingue por el uso del oro como materia prima principal (aunque en Mérida también se trabaja la plata); porque usa técnicas en las que obra de mano juega un papel predominante y en las que la habilidad para el manejo de herramientas requiere un periodo de especialización; porque realiza diseños determinados por la costumbre y porque tradicionalmente se ha orientado a un mercado de consumidores regionales.
En el Yucatán rural y entre la gente del oficio, se les llama “plateros” a los artesanos que producen alhajas de oro y “platería” a su actividad. Es probable que el nombre se derive del tiempo colonial y que los trabajadores más conocidos hayan sido quienes elaboran objetos de plata para el culto eclesiástico. Es sobre la base de esta tradición, que decidimos, en el libro, hablar de “platería”, en lugar de joyería tradicional y de “plateros”, en lugar de orfebres o de joyeros.
En este libro, se describe la platería yucateca, ofreciendo, primero, algunos datos sobre las raíces del oficio. La historia antigua se basó en fuentes secundarias y los datos de este siglo se recogieron entre los plateros.
Luego se describen los elementos que intervienen en el oficio: los plateros, los talleres, las herramientas y los procesos de trabajo de las distintas técnicas, el comercio y los problemas. Los datos de esta parte se registraron en pláticas con los plateros y observaciones directas en un estudio que impulsó, hace 16 años, la Dirección General de Culturas Populares, en el contexto de un censo artesanal estatal. En marzo de este año se actualizaron algunos datos.
Por último, anexamos información sobre la labor institucional que se ha estado realizando para apoyar este oficio. La edición de este libro, impulsada por la Casa de las Artesanías y apoyada por la propia Dirección General de Culturas Populares, es parte de dicha labor.
La platería tradicional no está acabada. Lo que ocurre es que sigue atada a un patrón tradicional de consumo y ese es el peligro. El reto del oficio es como desarrollarse hacia delante. Para ello tienen que considerarse los nuevos mercados y generarse nuevos diseños, inspirados en la tradición, pero que respondan a las expectativas de los mercados modernos.
La platería tradicional aún tiene alternativas. Puede sobrevivir dignamente y hasta ampliarse, si se le renueva; si se ajusta a las nuevas exigencias de la sociedad moderna; si encuentra, en su metálico lenguaje, el tono que requiere el Yucatán de hoy.