Monumental, solemne y austera, la Catedral de Mérida es un símbolo duradero de la Santa Iglesia Católica, de la España Imperial, y de los Nobles Mayas; su majestuosa fachada refleja la belleza austera de Yucatán y de sus gentes; y su historia es como un tapiz tejido con hilos de poder, discordia y últimamente de devoción.
Sancionada por la España de los Habsburgo, y construida por los Mayas indígenas, la Catedral es un emblema majestuoso de la presencia católica en el Nuevo Mundo. Después de sobrevivir el largo y complejo período del colonialismo, y luego de la Revolución, se convirtió en un símbolo moderno de unidad, cuando el Papa Juan Pablo II se detuvo ahí para rezar durante su visita a Yucatán en 1993.
Un breve repaso de los eventos centrales relacionados con la fundación y construcción de la Catedral de Mérida, nos puede llevar a una comprensión más profunda de cómo esta estructura sagrada se ha convertido, con los años, en el monumento colonial más importante de Yucatán.
La historia de la Catedral de Mérida empieza de hecho, hace más de 400 años, cuando a principios de 1542, Don Francisco de Montejo, EL Mozo, trazo el plano de las calles de la futura ciudad de Mérida, reservado la parte oriental de la plaza principal para erección de una iglesia. Sobre este evento el conocido cronista Cogolludo (1613-1665) escribió:
…para que la dicha ciudad de Mérida no decaiga, y de continuo permanezca, mandó al reverendo padre cura, Francisco Hernández, que, en lo mejor de la traza, que en la dicha ciudad se hiciere, tome solar y sitio para hacer la iglesia mayor, a donde los fieles cristianos oigan doctrina, y les administren los Sacramentos, y le doy por apellido nuestra señora de la Encarnación…
Por casi una década esta estructura provincial, “un sencillo edificio techado con guano” sirvió como centro para la santa fe católica en la creciente ciudad colonial de San Bernabé de Mérida.
El Papa Pío IV nombró al Dr. Fray Francisco de Toral, Obispo de la Diócesis de Yucatán en 1561; en aquel mismo año, el 31 de agosto, el Rey Felipe II expidió la Cédula Real que autorizaba la construcción de una Iglesia Catedral y que ésta se llamara de San Ildefonso, por el arzobispo y patrono de Toledo.
Siguiendo la costumbre imperante en la Nueva España, el costo de la construcción de la Catedral se repartió entre la Corona Española, los encomenderos colonizadores y los indios nativos; iniciándose la realización de este proyecto en el año 1562 bajo la dirección del arquitecto Don Pedro de Aulestia, venido de España para este fin. Con la ayuda de trescientos obreros indígenas, se inicia la construcción de la Catedral de Mérida sobre la parte oriental de la plaza, un poco a norte de la primera iglesia.
Poco progreso se hizo en la construcción durante la siguiente década. En marzo de 1571, a causa de problemas técnicos y por falta de dinero, se detuvo la construcción de la Catedral por completo, reiniciándose en enero 1573, y avanzando lentamente hasta 1584, cuando, bajo la dirección del Obispo Fray Gregorio de Montalvo, el Gobernador Francisco de Solís nombró a Diego de Magaña como encargado del proyecto.
Magaña, aunque no era arquitecto de profesión, era hijo de un conquistador local y por lo tanto estaba familiarizado con las costumbres regionales; hablaba el maya a la perfección y así pudo comunicarse fácilmente con los trescientos indígenas que trabajaban cada semana durante el apogeo de la construcción. Bajo la supervisión dinámica de Magaña, la construcción avanzó a un ritmo sin precedentes. El historiador Miguel Bretos sugiere que Magaña podría ser el responsable de mucho del diseño innovador de la Catedral.
En 1586 el Obispo Montalvo contrató al arquitecto Don Juan Miguel de Agüero, quien había trabajado en las fortificaciones de la Habana, para encargarse del proyecto, continuando éste su trabajo en la Catedral hasta su muerte, que aconteció al pie de un andamio del edificio en 1590.
Los historiadores actuales mencionan a Agüero como el arquitecto principal de la Catedral de Mérida; y aunque el arquitecto Gregorio de la Torre pudo haber colaborado con Agüero, las referencias a él en los documentos son imprecisas.
En la bóveda, en forma de anillo de la cúpula, puede leerse la siguiente inscripción:
Reinado en las Españas e Indias Occidentales la majestad de rey Felipe segundo y siendo Gobernador y capitán general en su hogar teniente de estas provincias Don Diego Fernández de Velazco, se acabó esta obra. Fue maestro mayor de ella Juan Miguel de Agüero año de 1598
Es interesante que la inscripción, fechada ocho años después de la muerte de Agüero, lleve su nombre. ¿Se murió Agüero al caer de los andamios, o tal vez en otro accidente mientras dirigía el trabajo de la construcción de la Catedral?
La inscripción, cuidadosamente colocada y escondida en los altos de la bóveda, pudo abre sido un reconocimiento conmovedor a agüero y a su dedicación al caer uno de los monumentos más duraderos y significante de Mérida.
Los nombres de otras personas relacionadas con la terminación de la Catedral aparecen en documentos de archivo. Incluyen a los carpinteros Francisco Pool y Diego Can, al herrero Juan Sánchez, al sastre Gerónimo Pérez, al comerciante Rodrigo de Alcocer, y a “los anónimos operarios de una cuadrilla de indios de Umán a quienes se pagaban cinco tostones por cierta madera por aquellos días”.
La Catedral de Mérida se terminó oficialmente el 4 de noviembre de 1598, aunque a la entrada principal todavía faltaba trabajo, y la torre meridional no se terminó sino hasta 1713.
Durante una ceremonia solemne, el día 12 de diciembre del año 1663, la Catedral de Mérida fue consagrada por el Obispo Fray Antonio alcalde, siendo Deán el Dr. Dn. José Martiner, Arcediano el Dr. Buenaventura Monsreal, Cantor el Dr. Dn. Pedro de Cetina, Maestro de escuela Dn. José Alarcón, Canónigo de Gracia, Dn. Juan Antonio Mendicuti, y Racioneros Dn. Agustín Carillo Pimentel y el Dr. Agustín Francisco de Echano.
Monumental, solemn, and spare, the Cathedral of Mérida (1562-1598) is an enduring symbol of the Holy Church, imperial Spain, and the noble Maya. Its majestic façade mirrors the austere beauty of Yucatán and its people. Its history is a tapestry woven with the threads of power, discord, and ultimately, devotion. Sanctioned by Hapsburg Spain, and constructed by the native Maya, it is a stately emblem of the Catholic presence in the New World. After surviving the long and complex period of colonialism, and later revolution, it became a modern symbol of unity when Pope John Paul II stopped there to kneel in prayer during his visit to Yucatán in 1993.
A brief look at key events related to the foundation and construction of San Ildefonso, the Cathedral of Mérida, affords the reader a more complete picture of how this sacred structure came to be one of Yucatán´s most revered colonial monuments.
The story of the Cathedral of Mérida begins more than four hundred years ago when, early in 1541, Don Francisco de Montejo, the Nephew, laid out the grid plan of streets that would become the city of Mérida. Montejo allocated the eastern side of the town square for the erection of a church. Of this event, the noted historian Crigolludo wrote:
…so that the City of Merida might not decay, and might continue in permanence, I command the reverend father Francisco Hernández that in the best part of the plan that is to be made for the said city, he take a place and site to build a great church, where faithful Christians might go to hear doctrine and to receive the Sacraments, and I name it Our Lady of the Incarnation.
For almost a decade this temporary structure, ¨a simple building roofed with palms,¨ served as the center of the holy Catholic faith in the growing colonial city of San Bernarbé de Mérida.
In 1561, Pope Pius IV named Dr. Fray Francisco de Toral bishop of the diocese of Yucatán. In that same year King Philip II issued the Royal Cédula of 31 agosto, 1561, commissioning the construction of a cathedral. The king decreed that the new cathedral be titled San Ildefonso, after the Archbishop and patron of Toledo.
Following the custom in colonial New Spain, the cost of constructing the cathedral was shared by the Spanish Crown, the colonizing encomenderos, and the native Indians. Architect don Pedro de Aulestia came from Spain to direct the work. With the help of Indian laborers assigned to the project, construction of the Cathedral of Mérida commenced in 1562 on the eastern side of the square, just north of the first church.
Little progress was made on the structure during the next decade. In March of 1571, due to technical problems and building costs, work on the Cathedral was discontinued altogether. Construction resumed in January, 1573, and continued slowly until 1584 when, under the direction of Fray Gregory de Montalvo, Governor Francisco de Solís named Diego de Magaña as overseer of the project.
Magaña, although not an architect, was the son of a conquistador, and therefore familiar with local customs. He spoke fluent Maya, and thus communicated easily with the three hundred natives working each week during the apogee of construction. Under Magaña´s dynamic supervision, work on the Cathedral advanced at an unprecedented pace. Historian Miguel Bretos hypothesizes that Magaña may be responsible for much of the innovative design of San Ildefonso.
In 1586 Bishop Montalvao engaged architect don Juan Miguel de Agüero, who had been working on fortifications in Havana, to take charge of the project. Agüero continued work on the Cathedral until his death at the foot of the building´s scaffolding in 1590. Modern scholars cite Agüero as the chief architect of the Cathedral of Mérida, Architect Gregorio de la Torre may have collaborated with Agüero, but mention of him in documents is obscure.
An inscription on the ringed vaulting of the cupola reads:
During the reign over Spain and the West Indies of his Majesty King Philip the Second, and being Governor and Captain-General his lieutenant in these provinces Don Diego Fernández de Velasco, this work was completed. The master overseer was Juan Miguel de Agüero. 1598
It is curious that the inscription, dated eight years after Agüero´s death, carries his name. Was Agüero killed in a fall from the scaffolding, or perhaps by some other accident while directing the work on the Cathedral? The carefully placed inscription, secluded up high in the lofty vaulting, may be a poignant eulogy to Agüero and his dedication to creating one of Mérida´s most enduring monuments.
Names of others associated with the finished Cathedral appear in archival documents. They include carpenters Francisco Pool and Diego Can, metalworker Juan Sánchez, tailor Gerónimo Pérez, merchant Rodrigo de Alcocer, and ¨the anonymous workers from a crew of Indians from Umán to whom they paid in those days five fifty-peso coins for some wood.¨
The Cathedral of Mérida was officially completed November 4, 1598, although the main entrance still needed work, and the south tower would not be finished until 1713. In a solemn ceremony on December 12, 1663, the Cathedral of Mérida was consecrated by Bishop Fray Antonio Alcalde, acting Dean Dr. José Martínez, Archdeacon Dr. Buenaventura Monsreal, Cantor Dr. Pedro de Cetina; Schoolmaster José Alarcón; Canon Juan Antonio Mendicuti, and Prebendaries Agustín Carrillo Pimentel and Dr. Agustín Francisco de Echano.