El título de este libro alude a su aporte más novedoso. Al analizar los rezos de las ceremonias de lluvia que grabamos en Xocén, resultó que los xocenenses no sólo imploraban por la lluvia a dioses, ¡sino también a diosas! Y al investigar más, supimos que las diosas eran compañeras o esposas de los dioses y que, por lo tanto, había tantas ‘ellas’ como ‘ellos’.
Esto fue algo realmente inesperado, porque nunca habíamos registrado un dato semejante en ningún otro poblado del estado y porque tampoco habíamos detectado información al respecto, en textos antiguos o en la bibliografía arqueológica. Como siempre, el poblado de Xocén nos volvió a sorprender, después de tanto tiempo de conocerlo. Y aunque el foco del libro ha sido describir la ceremonia de rogación de lluvia, el descubrimiento de la existencia de las diosas de la lluvia es tan inusitado, que ocupa un lugar especial en nuestras reflexiones.
No cabe duda de que entre las ceremonias agrícolas de los mayas de Yucatán, el Ch’a Cháak , -que significa ‘traer agua’-, es y ha sido de gran relevancia por el papel estratégico que como práctica agrícola ha jugado milenariamente, debido a las condiciones climáticas imperantes en el área. Durante esta ceremonia se convoca, ni más ni menos, que a todos los poderes divinos y sobrenaturales, celestiales y terrenales involucrados en el riego, y los campesinos les ofrecen un banquete con comida y vino báalché, renovando y confirmando de esta forma, la alianza con los poderes invisibles.