Yo soy federalista y soy una de esas personas que cree que hemos sido dominadas por el centro del país. Se puede decir que Yucatán fue la cuna del federalismo. Y de veras, nos gustaría que la pureza del federalismo se respete en Yucatán. Idealmente estamos en un país democrático, federal, pero de hecho hay alguna intromisión por parte del centro. Sí, somos celosos de nuestro nacionalismo. Manuel Crescencio Rejón luchó mucho por eso, igualmente Lorenzo Zavala. Hemos tenido figuras muy importantes en ese sentido. Yo quisiera que fuera un federalismo real en México, donde cada estado decide su destino. Pero una de las características del yucateco es que es muy pacífico, y por eso no se ha rebelado contra la imposición. Nos hacemos a un lado, simplemente, cuando hay algo que no nos gusta. No nos ponemos a discutir o a pelear. Tal vez sea por la influencia de los mayas. La base para el respeto a cada entidad federativa está en las leyes, entonces, para realizar el federalismo, es simplemente hacer respetar las leyes. La ley mexicana es magnífica, tenemos leyes extraordinariamente buenas, pero lo malo es que no se cumplen. No se cumplen empezando por la autoridad y siguiendo por los ciudadanos. Pero deberían cumplirse, son unas leyes magníficas. Y lo digo como abogada.
Yo fui la primera mujer que estudió y se graduó en la carrera de leyes (de la Universidad Autónoma de Yucatán ). Pero nunca sentí discriminación alguna ni por parte de los maestros ni por parte de mis compañeros. Absolutamente nada de eso.
En cuanto a lo económico, Yucatán es pobre, pero si tú vas a otras partes de México, no encuentras un nivel cultural como el de aquí en Yucatán. Precisamente por esa herencia y carácter somos muy celosos.
Hay mucho machismo aquí en Yucatán. El machismo llega hasta donde la mujer quiere. Esa es la realidad. El machismo no existe, es la mujer quien lo propicia. Y si la mujer pone un barandal, entonces el machismo desaparece. Conmigo nadie ha sido machista. Me he defendido. Los hombres luego se dan cuenta de a quién dominan, y a quién no. Yo he hablado y dado conferencias sobre aspectos de mujeres, aunque esto no lo veo como un acto de feminismo.
Las yucatecas todavía no han logrado educar a sus hijos acerca de la igualdad de los hijos, varones y mujeres. En ella recae la responsabilidad de que el hombre vea y trate igual a la mujer. Pero afortunadamente ya se está cambiando en este tema.
De los yucatecos yo admiro a don Manuel Crescencio Rejón, que es la primera figura y el padre de las leyes de amparo. Lorenzo de Zavala también me ha inspirado mucho. Y Pablo Moreno, que introdujo las ideas liberales en México; él perteneció al grupo de los sanjuanistas.
De las mujeres tengo mucho respeto por la primera diputada federal, la profesora Fidelia Sánchez Moguel. Yo no me he metido en la política, pero por amistad he tenido cargos políticos, como presidenta de la Junta de Conciliación y Arbitraje del Estado y magistrado y presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado.
Otra mujer a la que admiro es Cándida Souza Fernández, muy capaz como escritora, pero se casó. Ahora que está jubilada yo la estoy empujando a que vuelva a escribir. Ángeles Mastreta es otra mujer que escribe muy bien. Es costumbrista y narra cómo transcurren los tiempos y costumbres.
Lo que no me gusta de los yucatecos es lo de la casa grande y casa chica. Es una costumbre que afortunadamente está desapareciendo, porque la mujer ha ido avanzando y el machismo se ha ido debilitando. Antes, como las mujeres no eran productivas, es decir, no ganaban, o por razones sociales, tenían que quedarse en la casa y aceptar a la otra mujer. Se veía mal a una mujer divorciada. Pero hoy no, se divorcian y ya. Y si no se llevan bien, para mí es mejor que se divorcien a que se engañen.
Pienso que el engaño es lo peor, es fraude. Es el pecado más grande. Por eso me gustan mucho las leyes, son claras y definen las cosas. Cuando hay engaño en la política, yo sufro mucho. Y en la política hay de todo. A los políticos yo los respeto a todos, pero el político es en cierta forma víctima de las circunstancias. En la política se puede ser muy bien intencionado, pero si las circunstancias te desfavorecen, tienes que actuar de todas maneras. Por el centralismo, nuestros gobernantes no siempre han sido libres de actuar, han recibido instrucciones del Centro, y claro, la oposición lo ve como engaño. La política es una maraña. Hay que estar allá en la arena para torear los toros.
El desempleo para mí es el problema más grande ahora. Está por encima de la política. El problema laboral sí me preocupa mucho.