Menú

Rubén Chacón

Rubén Chacón

Director y actor de teatro (1955 - 1997)
El paisaje yucateco es como una acuarela con colores suaves. Es un paisaje tranquilo, sin montañas y crestas y una vegetación verde exuberante. Así como los yucatecos perciben el mundo que les rodea, así ven a la gente. Con calma y tranquilidad, sin las grandes exaltaciones, pero con mucho respeto.

Desde mi punto de vista como actor y director de teatro, Yucatán significa para mí principalmente dos cosas: sensibilidad y gusto por el arte. Los yucatecos, en general, son más sensibles al fenómeno de la belleza. He viajado por todas partes de México. En Tampico, por ejemplo, vas por el centro y no hay teatro, no hay exposiciones, no hay bibliotecas. o te vas a Morelia, Michoacán, donde tienen unos edificios bellísimos. Pero si quieres disfrutar de arte o teatro, lo tienes que hacer en tu casa, en el video. No pasa nada públicamente. Pero en Mérida hay un montón de actividades y, al mismo tiempo, hay galerías de arte, como Galería Manolo donde puedes encontrar artistas internacionales. Y a la vuelta hay un festival de jazz mexicano. Te vas al teatro Peón Contreras y puedes ver el Ballet de Cuba. Es como en México o Monterrey, claro, en escala más chica. Pero si vas a Campeche, no pasa nada de estas cosas.

Lo que he mencionado tal vez es cultura para pocos. No toda la gente tiene acceso a eso. Pero de todas maneras, allá esta, y hay que dar chance a la gente a descubrir y gozar las creaciones artísticas.

Nuestra cultura regional yucateca es rica en gastronomía, en iglesias, haciendas y arquitectura maya. Hay una conciencia entre la gente sobre eso, aunque diariamente no lo usa o goza. Pero sabe que lo tiene.

El español yucateco es un lenguaje muy particular, por la influencia maya. Si no crecimos en el campo, por lo menos tuvimos una nana maya. Y en alguna forma se transmitió su forma de hablar y vivir.

El paisaje yucateco es como una acuarela con colores suaves. Es un paisaje tranquilo, sin montañas y crestas y una vegetación verde exuberante. Así como los yucatecos perciben el mundo que les rodea, así ven a la gente. Con calma y tranquilidad, sin las grandes exaltaciones, pero con mucho respeto.

Los yucatecos estamos orgullosos de nuestra historia y cultura, aunque no lo conocimos en detalle. Yucatán es un mundo.

¿Qué puedes hacer por Yucatán, cómo se puede vivir mejor aquí? Bueno, dentro de mi campo puedo dirigir y actuar. De esta forma puedo llegar a mucha gente. Hace dos años, cuando puse en escena Madre Coraje, de Bertol Brecht, cada noche 300 personas asistieron al teatro. Mi inquietud por esta obra era dar oportunidad a la gente de conocer a los grandes autores del teatro, Brecht, Moliere… Nadie había puesto una obra de Brecht en escena en Mérida. Y yo pensé que es importante que la gente pueda formar su propia opinión acerca de los grandes autores, que tratan asuntos vitales para la gente y la humanidad. La aceptación fue regular, porque es una obra difícil de entender. Pero ya tuvieron chance. Es el teatro que presenta las grandes ideas universales. Y al lado y al mismo tiempo, tenemos el Teatro Regional que presenta las ideas regionales. Es importante contraponer el Regionalismo con el Universalismo. Aquí tenemos a un “Cholo” Héctor Herrera. Lo admiro mucho porque logra combinar el regionalismo con el universalismo.

Él surgió de una familia de cirqueros, pero se independizó y pudo aprender el teatro universal. Viajó a Broadway y vio las grandes presentaciones allá. Es muy contemporáneo en sus gustos.

De lo yucateco, lo que no me gusta es su propio chauvinismo, casi paranoico, que les impide conocer lo universal. Son cerrados y creen que su mundo es el centro del mundo. Así pierden dimensión. Y así les pasa a veces, que las corrientes dentro del arte les llegan con 45 años de retraso. Ojalá que pudieran viajar más, para conocer más.

Ser mexicano, no sé qué es, pero soy mexicano, y me gusta mucho mi país. Cada región tiene su historia y cultura. Pero existe una memoria colectiva. Somos terriblemente indisciplinados. Y hemos aprendido la corrupción. Tenemos una actitud frente a la muerte y a la vida muy particular, que para mí es mejor de la que tienen, por ejemplo, los españoles. Los mexicanos gozamos de la vida, a pesar de todo lo que pasa.

Hay dos mexicanos que admiro mucho: José Vasconcelos. Él logró unir lo universal con lo nacional. Era tremendamente mexicano y apoyó todo lo popular, pero al mismo tiempo logró ser un ciudadano del mundo.

La otra es Frida Kahlo. Ella era mexicanona, tenía una mirada mexicana al exaltar todo lo que es la cultura mexicana. Ella participó en el descubrimiento del país que transcurrió entre los intelectuales en aquel tiempo. Creo que ella era honesta cuando orgullosamente vistió sus trajes indígenas. Ella sentía solidaridad con la cultura indígena, aunque ella vivió una vida muy distinta.

Lo que no me gusta de los mexicanos es su indisciplina. Somos terriblemente indisciplinados. Nos ganamos el placer y no el deber. Nos entusiasmamos por las cosas nuevas y nos quedamos enredados en tantos proyectos y no terminamos uno.