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Jinetes del cielo maya

Dioses y diosas de la lluvia

Jinetes del cielo maya, dioses y diosas de la lluvia

Las descripciones actuales del Ch’a Cháak son pocas. Los registros más extensos son: el  que hizo Thomas Gann en 1915 —en un rancho poblado con migrantes mayas al norte de Belice— y el de Alfonso Villa Rojas y Robert Redfield, en 1934, en el pueblo de Chan Kom en Yucatán. Luego, en 1945 Villa Rojas describió observaciones de los pueblos ‘rebeldes’ de Quintana Roo, especialmente en Tusik.[1]. Quizás la más reciente es la interesante, aunque breve descripción, realizada por Santiago Domíguez Aké, promotor de la Dirección General de Culturas Populares, en su libro sobre La Milpa en Muxupip (1996).

Es de llamar la atención que no se hayan publicado tantos estudios, especializados o generales, con descripciones de la vida cotidiana, las creencias y costumbres de los mayas y de sus chaques vivos, en tanto que sí ha aparecido un gran número de libros con estudios y descripciones sobre los mayas muertos y los chaques petrifcados en los edificios prehispánicos[2].

Gann, de Belice, 1917

El veterinario inglés Thomas Gann describió con bastante detalle la ceremonia del “Chachac” que hicieron los indígenas mayas en la plantación Santa Cruz, en junio de 1915, en el norte de Belice. En cuanto a la preparación material de la ceremonia, altar y comida, la ceremonia que relata Gann es muy parecida a la registrada por Villa Rojas en Chan Kom y a lo que hemos presenciado en Xocén, 74 años después. El estudio de Gann, es el primero en el que detectamos el uso del término Ch’a Cháak, aunque escrito de otro modo, para designar a la ceremonia.

Sobre un altar improvisado en el monte, se ponen ofrendas de vino balché  —un vino hecho de miel y de corteza del árbol denominado igual que la bebida: balché (Lonchocarpus yucatanensis Pittier)—, de tortillas especiales preparadas en pib  (cocinadas en un horno bajo tierra), llamadas “tutiná”, que consta de varias capas de masa de maíz en las que se intercala masa de pepita de la calabaza molida, llamada sikil. En la capa superior forman una cruz y hacen varios hoyos que se llenan con vino balché. Para la ofrenda se sacrifican ceremonialmente, siempre con vino balché, varios pavos, desplumados y cocinados por las mujeres. Ellas no están presentes en la ceremonia, pero, como vemos, tienen un papel importante en la elaboración de los alimentos.  Diferencias importantes entre la ceremonia descrita por Gann con la observada por nosotros en Xocén, son las siguientes:

En el rancho Santa Cruz de Gann, no hay en el altar representantes de los dioses de la lluvia, ni de los ‘sapos’ de chaak’, tampoco una convivencia sagrada entre los milperos y los dioses, como en Xocén, donde los milperos toman el sacramento de la eucaristía: los panes —‘ostias’— y el vino balché, ofrecidos a los dioses. En Santa Cruz, la comida y el vino son ofrecidos con varios rezos y luego repartidos entre los presentes.

Según Gann:

Su religión es superficialmente católica; pero probablemente se parece más a la de sus antepasados prehispánicos, aunque uno puede vivir estrechamente entre ellos por muchos años, sin sospechar que no son católicos ortodoxos. Su presente ritual consiste de un injerto curioso del ritual Católico Romano, sobre su religión antigua; porque como veremos, San Laurencio, Santa Clara, el Dios del Sol, y el Dios de la Lluvia, son todos invocados en el mismo rezo, y en las ceremonias la cruz ha reemplazado los imágenes de los antiguos dioses, aunque algunos de ellos son invocados por nombre, y los procedimientos y ofrendas durante las ceremonias, han cambiado poco o nada. (Gann, 1918: 409-418)

Durante la presentación de las ofrendas, el “men” reza la siguiente oración, registrada por Gann:

Ea in kichpan kolel canleoox, yetel bacan tech in kichkelem tat yum San Isidro, ah kolkal yetel bacan tech yum kankin, Culucbalech ti likin, yetel bacan in chan ttap chaac, culucbal chumuc caan ti likin, yetel bacan yum can chacoob, kin kubic yetel bacan ahtzoil atepalo,chumuc caan, yetel bacan tech in kichkelem tata Ahcanankakabool, yetel bacan tech in kichkelem tata Cakaal Uxmal, yetel bacan tech in kichpan kolel Santa Clara, yetel bacan tech in kichkelem tata yum Xualakinik, yetel bacan tech in kichpan colel Xhelik, yetel bacan tech in kichkelem tata yum San Lorenzo, yetel bacan tech in kichpan Guadelupe, yetel bacan tech Tun yum mosonikoob, meyatnateex ichil e cool cat tocah.

Kin kubic bacan leti Santo Gracia utial a nahmatcex, yetel bacan tech u nohchil Santo. Uay yokol cab halibé in yumen satesten in cipil minan a tzulpachkeex leti Santo pishan soki in mentic leti Santo promicia”. (Gann, 1918: 409-418)

 

El texto en español, dice:

A mi hermosa virgen Kánleóx (hoja amarilla del árbol ramón)[3] con mi hermoso Padre y señor San Isidro que trabaja la milpa contigo señor Kánkín (sol amarillo) que estás sentado en el oriente con el pequeño Cháak, ataviado, sentado en medio del firmamento por el este con los cuatro Chaakoób. Hago este ofrecimiento de los pavos de tu reino, en medio del cielo. Contigo mi hermoso Señor que cuida los kakaboól (pueblos pequeños). También contigo hermoso Padre cakaal Uxmal (monte de Uxmal) con mi hermosa señora Santa Clara. Contigo mi hermoso Señor Xhuala inik (lugar de descanso). Con una hermosa Señora Xhelik (descanso) contigo Señor y Padre San Lorenzo. Contigo mi hermosa Guadalupe, contigo Señor Mosoniiko’ob (vientos en remolino) que trabajaron en la milpa cuando se quemó. (Traducción de Pedro Pablo Chuk).

Villa Rojas y Redfield, de Chan Kom, Yucatán, 1931

El libro básico sobre la cultura maya campesina del norte de la península de Yucatán es el de Redfield y Villa Rojas (1967), relativo al pueblo de Chan Kom. Hasta la fecha solamente existe en inglés. En él, Redfield y Villa Rojas hacen una descripción de los dioses de la lluvia, que hemos sintetizado con estas palabras:

 

  1. En Chan Kom el jefe de los chaques es San Miguel Arcángel. Su posición está marcada porque durante la ceremonia de lluvia él recibe la ofrenda más grande. Bajo su mando está el kunku-chaak, que funciona como jefe de los demás chaces y, por lo tanto, recibe el segundo pan más grande.
  2. Los chaques tienen como nombre común ah-hoyaob (los regadores), pero cada uno, además, tiene un nombre que lo caracteriza:
    1. Ah-bolon-caan-chaac (Chaak del 9o. cielo), también conocido como Bohol-caan-chaac (calabaza-ruido-cielo-chaak), hace mucho ruido, pero riega poca lluvia. Los milperos saben que cuando él viene no va a llover mucho.
    2. Ah-hadzen-caan-chaac (látigo-cielo-chaak) hace truenos como los chasquidos de un látigo.
    3. Ah-lelem-caan-chaac (relámpago-cielo-chaak) produce relámpagos.
    4. X-thup-chaac es el más pequeño, pero el más eficiente. Su posición está en el oriente, y lleva un calabazo llamado zaayam-chu (calabaza inagotable). También es conocido como Ah-bulen-caan-chaac, o Ah-chaalen-caan-chaac (agua clara-cielo-chaak).
  3. En la época seca, los chaques moran en un lugar llamado chun caan, en el oriente. Algunos dicen que el lugar está en las ruinas de Cobá. Cuando es tiempo de empezar a regar, San Miguel Arcángel comienza a dar órdenes y a indicar dónde van a regar. Cuando suenan los primeros truenos es cuando vienen los chaces.
  4. En los rezos, el j´men de Chan Kom también menciona a los cuatro pahuaTuno’ob: kanpahuaTun, zacpahuaTun, ekpahuaTun y chacpahuaTun, que son otros nombres para los de las cuatro esquinas.
  5. En los rezos, además menciona a la Virgen María como cichpan-colelcanan-gracia (preciosa señora guardiana del maíz) o cichpan-colel-metaan-gracia (preciosa señora cuidadora del maíz). (Redfield y Villa R., 1967:115-116).

(Ver el texto original, en inglés, en el apéndice)

Villa Rojas, de Quintana Roo, 1935

En su libro, Los elegidos de Dios, Villa Rojas (1978) describe a los dioses de la lluvia con estas palabras:

“Los chacob, conocidos también con el nombre de ah-hoyaob (Ios regadores), son los dioses paganos que ocupan mayor atención en la religiosidad de los nativos. Como ya sabemos, son los encargados de manejar las nubes y repartir las lluvias cuando lo desea el Cichcelem Yum. Para cumplir su cometido, los chacob recorren el cielo montados en caballos muy flacos; el agua la llevan en un calabazo especial llamado zajab-chú (calabazo fuente,) del cual nunca se agota su contenido. Se dice que el día que ocurra tal cosa, dará origen al diluvio universal. En ocasiones acompaña a estos dioses la Virgen María (Cichpan-Colel), la cual va montada en un caballo gordo y de color negro. No lleva calabazo; el agua brota a torrentes del cuerpo del caballo[4]. Con esta agua no hay peligro de inundaciones, dado que, al caer, se recoge enseguida en canales subterráneos que la conducen a dos cenotes desconocidos que jamás se pueden llenar[5].

Los chacob son numerosos y están ordenados en jerarquía. En primer lugar están los cuatro nucuch-chacob (nucuch: grande o principal) que se encuentran distribuidos en las esquinas del cielo ubicadas en los puntos intermedios del compás[6]. Según otros informantes las esquinas citadas corresponden a los puntos cardinales, tal como se cree entre los mayas de Chan Kom, Yucatán. De acuerdo con el lugar que corresponde a cada uno reciben los nombres que siguen:

  1. Chac-babaTun-chac al del oriente; algunos le llaman, también, cangel y es considerado como el más poderoso de todos.
  2. Kan-bahatuli-chac el del norte;
  3. Eh’ha-baTun-chac el del poniente y
  4. Zac-bahaTun-chac el del sur.

La primera sílaba de estos nombres indican, respectivamente, los colores rojo, amarillo, negro y blanco. El término babaTun es, sin duda, corrupción de pahuaTun, nombre suplementario de bacab con el que se designaba, según Landa (1982:62), a cada uno de los cuatro dioses que se encontraban distribuidos por las cuatro partes del mundo, sustentando el cielo para que no cayese.

La importancia y significación cosmogónica de los babaTunob es expresada en el ritual pagano ofreciendo a ellos los cuatro panes sagrados llamados noh-uah (panes principales) que se distribuyen en las cuatro esquinas del altar.

Después de estos chacob o chaques vienen todos los otros que forman legión en número indefinido; cada uno de ellos tiene a su cargo la producción de alguna de las múltiples variedades de lluvia y de los diversos fenómenos meteorológicos que las acompañan; así,

  1. Ah-thoxon-caan-chac (repartidor-celeste de lluvias) es el que produce la lluvia fina y persistente;
  2. Bulen-caan-chac (el chac-anegador-celestial) es el que trae los aguaceros copiosos;
  3. Hohop-caan-chac (el relampagueante-chac-celestial) el que ocasiona el relampagueo;
  4. Mizen-caan-chan (el chac-barredor-del cielo) el que pasa limpiando el cielo después de los aguaceros.

De este modo se podría continuar la lista, haciendo mención de las funciones propias de cada uno[7]. Cuando no están en servicio, los chaques de menor categoría deambulan por los montes, guareciéndose en las cuevas y cenotes”. (Villa Rojas, 1978:291–293)

En el pueblo de Xocén, la ceremonia para pedir agua, el Ch’a Cháak, es una sola y une a todo el pueblo. Eso no parece ser el caso en Tusik, el pueblo donde Villa Rojas obtuvo su material. Allí, unos siete días después de la siembra: “se levanta un pequeño altar en la parte oriental de la milpa” (Ibid: 317) para hacer el u-hanli-chaacob ‘comida para los dioses de la lluvia’. La comida ofrecida es recibida por:

… el Cichcelem Yum, el cual se la pasa al kunkú-chac quien, a su vez, da parte de ella a los otros chacob de menos categoría, recomendándoles que rieguen con frecuencia la milpa del oferente. (Ibid:317)

Como puede verse, cada milpero hace su rogación en su propia milpa. En agosto o septiembre, los milperos de Tusik realizan una rogación grande, okotbatam, dirigida a “todos los dioses y espíritus que rodean la existencia del indio”, (Ibid: 319). Como indica Villa Rojas: “aunque el deseo predominante entre los devotos es el de contar con agua suficiente, la ceremonia se debe efectuar aún en el caso de que las lluvias hubiesen sido satisfactorias.” (Ibid:319)

En su organización, la descripción de esta ceremonia se asemeja mucho a lo que hemos visto durante las ceremonias de Ch’a Cháak en Xocén, aunque también con diferencias notorias. En Tusik, por ejemplo, mantienen en la ceremonia un altar para los dioses cristianos —atendido por dos acólitos y el jefe del pueblo, y en el que, ocasionalmente, las mujeres pueden asistir a rezar— y otro para los dioses mayas —los yunzilob, a cargo del j´men—. En Xocén, las mujeres no participan en el Ch’a Cháak, como ya hicimos notar anteriormente al mencionar informes de Landa. Entre los dioses no existe la separación tajante entre el culto católico y el pagano. Allí los dioses cristianos y mayas viven pacíficamente en un solo mundo, y como miembros de la misma familia, comen en el mismo altar.

Otra diferencia importante que hemos registrado y mencionado, es que en Xocén se reconoce la existencia de muchas diosas, tantas como el número de dioses, puesto que son sus compañeras, y todas ellas trabajan como ellos. Esta igualdad genérica entre dioses y diosas de la lluvia no la hemos visto en otras comunidades, pero creemos que pudo existir en toda la planicie norte y en los tiempos prehispánicos.

La ausencia de diosas en otros rezos la atribuimos, en parte, a que no han sido registrados los rezos completos, aunque lo extraño es que tampoco los entrevistados hagan mención alguna al respecto. De cualquier manera, nos negamos a pensar que sólo en Xocén exista esta tradición[8].

Yaxuná de Friedel, Schele y Parker

En el libro, Maya Cosmos (1993), David Freidel escribe un relato breve sobre su presencia en una ceremonia de lluvia. Su objetivo es demostrar que en el ritual de la ceremonia, el j’men recrea el centro del cosmos maya, “durante la ceremonia (el lugar) sería el centro del cosmos.” (p. 31). Al tratar el libro acerca del cosmos de los mayas, es de llamar la atención que no dedique más tiempo e interés a esta ceremonia, una de las que tienen línea directa entre el mundo maya prehispánico y el actual. En dicho libro se establece una relación entre el mito de creación del Popol Vuh y las constelaciones, pero quizás falta establecer la conexión con la milpa, que es el espacio en donde se juega la vida de los mayas cada año, por su papel como proveedora de los principales alimentos para sobrevivir y, como tal, constituye la base de la construcción del mito de la creación, de sus símbolos y de su supervivencia hasta nuestros días.

 


[1] Existe una descripción que no sabemos qué tan extensa sea, en un libro de John Sosa, mencionado por Taube (1992:22).

[2] Boccara, en el tomo 8 de su Enciclopedia de mitos mayas, incluye datos de los dioses de la lluvia y del Ch’a Cháak observadas por él, pero no ofrece una descripción completa de la ceremonia de Ch’a Cháak.

[3] Nótese de nuevo en el texto de Granado Baeza y cómo aparecía en la Relación de Kanpokolché y Chocholá la alusión a la virgen Kánleóx. Sólo lo remarcamos para que se observe la persistencia de su presencia a través de los tiempos, por su probable importancia para la lluvia. Se tradujo como ‘virgen hoja de ramón amarilla’, pero insistimos en suponer que es ‘virgen hoja amarilla 3 nubes’, aunque en este rezo no se le agrega el término munial, como en Xocén. Sobre el significado de ‘hoja’ en este contexto, véase el apartado sobre las diosas y la discusión al respecto. Munial, que es la que controla la mayor fuente de agua.

[4] La imagen de un caballo de cuyo cuerpo brota a torrentes el agua, evoca la conocida escena de aquella diosa que aparece en el Códice Dresden, en la p.30b, de cuyas axilas y genitales salen chorros de agua y que Vail identifica como Chac Chel. Aunque la escena se asocia con inundaciones, nosotros creemos que más bien, como el agua del caballo, está conectada con el agua que llena los cenotes para el riego (ver dibujo p. 146) (Madrid 30) y la diosa podría ser la esposa del dios azul/verde de la dirección central, que sería precisamente el que aparece a su lado sentado. Esta diosa podría ser la que los xocenenses llaman Kalan Ooxlajun.

[5] Esta creencia puede estar relacionada con la creencia en Xocén, en relación con la virgen ‘guardiana de las 13 nubes’ Ko’olebil Kalan Oxlajun Munial, que es una virgen que cuida el agua celestial y se conecta con la virgen ‘guardiana de la mayor fuente de agua’ en la tierra, en los cenotes (ver sección sobre el dios B y la virgen celestial, que nosotros creemos que es la esposa del Chac azul o verde, de la dirección central y ver R.12). Estas vírgenes, en Xocén, también están coordinadas con San Miguel Arcángel, que es el guardián de la mayor fuente de agua (ver R. 12).

[6] Villa Rojas menciona aquí sólo a 4 chaques, cuando en los rezos que él mismo incluye en el apéndice de su libro, se habla de un quinto Chac o Papatun que es Yaxpapatun, el Papatun Verde (Villa Rojas, 1978:456), que nosotros creemos que se ubica en la quinta dirección, en concordancia con Barrera, que ubica en el centro al Yaxhal chac en una nota del Chilam Balam (Barrera, Rendón. 1965:158).

[7] Recuérdese que en Xocén también se conserva esta idea de jerarquía entre los chaques, de la existencia de muchos de ellos y de su asociación con diferentes tipos de lluvia.

[8] Aunque existen otras tradiciones en Xocén, que tampoco se encuentran en otras partes, como el helep, del cual hablamos en el apartado sobre “Los Cháako’ob de los cronistas”, y en ese caso la pregunta es ¿por qué o cómo pudieron sobrevivir las diosas en Xocén y no en otras partes?

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