Las mujeres de Yucatán se embellecían con los pendientes de filigrana de oro que llevaban. Con mi cámara pude captarlas. Más cientos de grandes filigranas en las rejas que protegían las ventanas y puertas de muchas casas del centro de Mérida. Ahora en gran parte todo eso se ha acabado. El precio del oro está por las nubes y las casas protegidas tras muros todavía altos y las ventanas con sencillos protectores de hierro.

Grande fue mi alegría cuando, entre el rojo y verde de un semáforo, vi estas hermosas rejas en una casa nueva, soldadas como filigranas. Debió de costar caro, ¡pero se justifica el gasto!