Escrito por Gaspar Canul
Un día de esto*, se juntaron los itzaes mayas y dijeron que entre todos tienen que hacer una esca-lera redonda hasta llegar al cielo, para ir a ver Dios. Empezaron a construir, y cada noche hacen una parte. Todas las noches trabajan con sus poderes, y esta escalera es puro de piedra. Cuando Dios se dio cuenta, el poder que dio a los itzaes se está pasando la mano. Es en vano el trabajo que hacen ellos, porque jamás van a llegar donde está el Dios.
La escalera ya está muy alta, y un día cuando amaneció, se juntaron entre todos para dialogar cómo va a seguir el trabajo más rápido para llegar donde está Dios. Cuando quisieron hablar, cada quien habla en diferentes idiomas, pues no lo entienden entre ellos sus idiomas qué es lo que dicen. Cada uno dice otra cosa, nadie entiende lo que dicen. Así, se suspendió el trabajo que hacen ellos porque cambió sus idiomas. Y toda la idioma en que hablaron en ese día cuando se echó a perder el trabajo, pues eso lo que estamos utilizando aurita, se regó en todo el mundo. Una persona no llega a aprender todas las idiomas. Antes todas las personas hablan sólo maya.
Dicen los abuelos que Dios lo hizo así para suspender el trabajo, porque, si no, hasta dónde van a llegar, y así quitó el poder a los itzaes mayas y ya no volvieron a trabajar con sus poderes. Cuando se acabó el tiempo de los itzaes, estos fueron encantados en las ruinas, que es su casa de ellos.
En las ruinas a veces se oyen ruidos diferentes. Hay ruinas que, si llegas a desbaratar, te ataca un mal aire. Dicen los abuelos que es el mal aire de los grandes itzaes mayas que están encantados allá abajo. Sí existen, pero no los vemos.
Dicen los abuelos que va a llegar el tiempo de aparecer otra vez los itzaes aquí en la Tierra. Por eso todo lo que tienen lo enterraron en las ruinas, para no echar a perder