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18. El dueño del solar o terreno: Aj Kanul

Escrito por Gaspar Canul

En el terreno donde vivimos siempre hay alguien que lo cuida, además de que nosotros lo hacemos

también: éste es el Aj Kanul, que también tiene coordinación con los yuum balamo’ob. Nosotros,

los varones, nuestro Aj Kanul es una mujer, y el de las mujeres es un hombre. El Aj Kanul cuida el

terreno donde vivimos y a nosotros. Todos los males que nos quieren afectar se enfrenta con ellos;

si alguna vez siente que no puede, habla a los yuum balamo’ob, y juntos rechazan el peligro.

Los ancianos nos dicen que después del bautizo, Dios nos designa un Aj Kanul para cuidarnos en

la vida, porque aquí en la Tierra hay muchos malditos y mal viento que puede atacar a los humanos

y hasta matarlos; donde quiera que esté uno, allá está su Aj Kanul.

La persona que diariamente espera dormir muy de noche, perjudica a su Aj Kanul por el ruido

que hace en su casa, y eso lo molesta, porque él cuida para que descanse y duerma tranquilo, y si

sigue así mucho tiempo puede atacar o espantar a todos los de la casa y, por lo consiguiente, se

echa a perder hasta el terreno, sólo por una tontería.

Luego dicen también que no es bueno tener relaciones sexuales dentro del terreno ni de día ni

de noche, porque se echa a perder. Los abuelos nos platicaron que en cierta ocasión una señora,

que era prostituta; diario, en las noches la visitaban sus hombres, y ella salía y los iba a atender

bajo los árboles dentro de su terreno. Pero llegó el día que, estando en acción, escucharon pasos

en la obscuridad y que se dirigían hacía ellos, y como pudieron se levantaron y echaron a correr. Se

asustaron mucho, y luego comentó ella que la habían asustado los fantasmas.

Tiempo después comenzaron a escucharse ruidos en las noches, en el patio de la casa: empe-

zaron los espantos, perjudicando a la familia que vive en el terreno, sólo por causa de esa señora.

Eran varias cosas que sucedieron que dejó intranquilo de noche a las gentes: espantos, golpes a las

puertas, les sacudían sus hamacas, empezaron a desaparecer las gallinas y los cochinos. Sintieron

mucho miedo y no sabían por qué pasaba todo aquello. Tuvieron que consultar a un jmen, quien se

puso a trabajar el caso para contestarle a los afectados. Manejó toda clase de suertes hasta dar con

la respuesta. Cuando al fin terminó, les dijo:

–Ustedes no están sufriendo esto en vano, pues aquí en la suerte me dice que hay una mujer

entre ustedes que sale de noche a realizar citas sexuales con otras personas, por lo que echaron a

perder el terreno, porque el Aj Kanul se siente ofendido y lo está manifestando de esa manera. En

la suerte sale que si ustedes siguen quedando allí sin hacer nada, no van a quedar tranquilos, el Aj

Kanul les estará molestando hasta causarles algún mal. Lo que tienen que hacer es realizar el looj

del terreno, y con eso quedará bien.

La familia contrató al jmen para que haga el trabajo y quede bien otra vez. Para comenzar, el

jmen les dijo:

–Van a buscar entre ustedes quién es la mujer que causó todo el problema.

El abuelo y la abuela revisaron a las mujeres que viven en la casa y encontraron quien era, y ellos

mismos la pegaron con soga y le hicieron confesar con quién se estaba viendo a guardadas. A ella

no le quedó más remedio que revelar su secreto. Cuando el jmen empezó el looj, dijo que se pre-

sente la pareja vista en el terreno a la orilla de la mesa y que permanezcan allí en rodillas, y así estu-

 

 

 

 

 

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vieron todo el tiempo. Después que terminó el looj, el jmen le dio también sus cintarazos a la pareja para que no vuelvan a caer en lo mismo y suceda algo peor. Con el trabajo de looj que hizo el jmen, volvió a la normalidad ese terreno, pues el Aj Kanul quedó satisfecho y no volvió a causar molestias.

A veces, cuando un terreno presenta este problema, se intenta vender, pero el que lo compre tendrá los mismos problemas, no puede vivir allí; porque sufrirá siempre el furor del Aj Kanul. Lo

  1. El dueño de la cueva: Box K’asap

 

 

 

Escrito por Gaspar Canul

 

que dicen, es que hay que respetarlos, son consejos sabios. Lo que nos muestran cómo hacerlo, son costumbres muy antiguas; así han vivido nuestros antepasados.

Ellos saben que tienen que presentar al Aj Kanul a sus hijos, a sus nietos, porque dicen ellos que sí existe. Ahora muchas personas no lo creen y no consultan al jmen. A veces prefieren morir con una enfermedad del mal aire que acudir al jmen, que es el único que lo puede curar; pero ellos no tienen fe en él, y deciden ir al doctor, que, según ellos, es un profesional.

Desde luego hay algunos que cuando sienten ya agotados los recursos del médico van corrien- do a buscar al jmen, será hasta después que se cure que llega a tener creencia al jmen, y luego comprende que estaba equivocado.

Cuando nace un bebé en la familia, hay que presentarlo al Aj Kanul del terreno, para que lo cuide también; así como cuando un hijo se casa, hace pareja con una mujer que pasará a vivir con su ma- rido, pero será una desconocida en el terreno: también hay que darle cuenta al Aj Kanul de la nueva ocupante, porque si no se lo hacen, la pueden perjudicar igual.

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