Escrito por Gaspar Canul
Es cierto que hay personas que se convierten en wáay chivo o wáay miis. Aquí, en Xocén, hay varios,
y te puedo contar de algunos casos.
Una vez fueron dos señoras de Xocén a un baile en Chichimila. Salieron como mujeres en un
coche, la señora y su hija.
Cuando llegaron, fueron a una casa donde siempre les dan tela para bordar ropa. Esta señora, la
mamá, sabe dar sueño a otra persona para que no despierte rápido. La familia donde habían ido ya
estaba durmiendo; pero cuando llegaron allí las dos señoras, ya no eran señoras, eran dos perras.
Entraron y empezaron a revisar la casa abriendo las ollas de las comidas; luego empezaron a buscar
el baúl donde se guardaba el dinero y las ropas. Allá encontraron una cadena de oro y la agarraron.
En eso, despertó el dueño de la casa; y cuando lo vieron, salieron. No abrieron la puerta, pero
salieron, no sé cómo lo hicieron, pero por ahí pasaron. Como tienen el mal viento, pudieron salir,
aunque estaba cerrada la puerta.
El dueño de la casa salió corriendo tras ellas, agarró su moto y las siguió, pero sólo persiguió
a unas perras. Tomaron el camino hacia Xocén; ellas iban adelante y el hombre atrás en su moto.
Pero cuando llegaron a la curva, que estaba en la entrada de pueblo, ya no vio a las perras, sólo a
dos señoras que estaban caminando. Una señora con su hija. El avanzó un poco más adelante, pero
ya no vio ninguna perra.
Ellas no son personas normales, son wáay peek’, son personas que pueden convertirse en ani-
males. El señor se molestó, y como no llevaba su rifle no pudo herir a las perras. Esto que relato
sucedió hace año y medio.
El señor fue a avisar a una patrulla policiaca, pero no pudieron hacer nada, ya era tarde. Quién
sabe cómo llegaron las señoras aquí, a Xocén, pero el señor, molesto, dijo:
–El día que regresen aquí, en Chichimila, no van a salir caminando, sino en sus ataúdes. Si no me
hubiera despertado, habían llevado todo.
Se sabe quiénes son, pero no se dice. Viven aquí, en Xocén, pero son abusadas*, saben hechi-
zar.