Por Silvia Terán y Christian H. Rasmussen
El wáay, en origen, es un hombre de conocimiento, con gran sabiduría y poderes sobrenaturales, pero también mundanos, porque muchos de los gobernantes de la antigüedad clásica maya pare- cen haber sido waáyo’ob. Al llegar los españoles, la profunda experiencia en este campo, quizá sólo comparable al budismo tibetano, fue estigmatizado y a quienes lo conservaban les llamaron brujos. Una de sus habilidades era la de transformarse en animales, lo cual quedó plasmado en muchas de las escenas pintadas en vasos o recipientes prehispánicos.
Actualmente, en muchos pueblos de Yucatán aún hay algunos brujos o wáayo’ob, que pueden ser hombres o mujeres que se transforman en animales, tales como perros, gatos, cerdos o águilas; según consta en muchas historias que se cuentan en las comunidades. Se les teme porque piensan que lo hacen de noche y salen a dañar a quienes consideran sus enemigos.