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Joaquín Bestard Vázquez

Joaquín Bestard Vázquez

Escritor (1935-2017)
En todos lados hay un poco de celo de gente de otras regiones. Pero yo me he llevado bien con toda esa gente. Y en mi convivencia no busco los defectos de los demás; al contrario, trato de encontrar los lados positivos, para que haya un mayor acercamiento entre la gente y las regiones de México. Me defino más como yucateco que como mexicano, por haber nacido y crecido aquí. Pero he vivido mucho tiempo afuera de Yucatán y he tratado de hermanarme en otros lados.

En todos lados hay un poco de celo de gente de otras regiones. Pero yo me he llevado bien con toda esa gente. Y en mi convivencia no busco los defectos de los demás; al contrario, trato de encontrar los lados positivos, para que haya un mayor acercamiento entre la gente y las regiones de México.

Yo me he sentido a gusto en cualquier parte de México. Estuve viviendo 27 años fuera de Yucatán. Regresé en 1980. Viviendo afuera de Yucatán percibí la riqueza cultural y social que tenemos allá. Hay una serie de costumbres regionales compartidas por todos los yucatecos. Se vive más tranquilo aquí que en el resto de la República. La ciudad de Mérida todavía no es tan grande como la Ciudad de México. Como escritor es indispensable encontrar la tranquilidad para poder trabajar. Los yucatecos son más calmados y más alegres.

El yucateco es más arraigado a su provincia, a las tradiciones de la provincia. En la ciudad de Mérida, por ejemplo, existe el Carnaval. Y afuera en el campo hay todavía más arraigo a las tradiciones.

Distingo en un lado al yucateco, que es de la clase media y arriba, y que vive en la ciudad. Y al otro extremo existe el maya, que es el que pertenece al campo. A veces son polos: el yucateco acepta cierto modernismo y el maya es más tardío en aceptar los cambios.

El yucateco tiene deseos de viajar. Puede ser por hambre en su estado, o por ganas de viajar y conocer. El hecho es que hay yucatecos en todo el mundo. Por crisis se forzaron a viajar y se han adaptado en muchas partes de la República. Hay yucatecos en Sonora, Coahuila, en Nuevo León. Muchos tratan a toda costa de conservar sus costumbres, sobre todo la comida. Es fácil encontrar comida yucateca en otros partes del país. Chile habanero hay por donde quiera.

Hay un poco de desprecio por la gente de la provincia. De los yucatecos se burlan un poco, dicen que son lentos y tontos. Pero esto no es diferente de los norteños, de quienes dicen que son codos, de los veracruzanos que hablan raro (rápido) y de los oaxaqueños que son de piel morena. Pero el yucateco no se queda marginado. Él se siente forzado a luchar y trata de superarse. Él tiene un arma para defenderse, y es que él se siente orgulloso de las riquezas naturales que tiene su estado: de la comida regional y de la cultura maya.

El prejuicio e ignorancia sobre mi estado me forzó a escribir. Quise informarles sobre la naturaleza de mi estado. La forma más fácil para mí fue por medio de las novelas. Entonces escribí mi primera novela sobre Yucatán. Y fue bien recibida en México. Pero cuando presenté mi segunda novela, también con una escena de Yucatán, me dijeron que era demasiado provinciana y no me la publicaron. Por eso me dediqué a escribir novelas con temas del centro de México. Y cuando regresé a Yucatán con una serie de novelas de México, me vieron raro y mis novelas no fueron aceptadas. Hasta que empecé a incluir temas sobre Yucatán.

La forma que he encontrado en mis novelas es describir las cosas que hemos perdido. En mis libros trato de encontrar nuestras raíces. Describir quienes somos. Hay jóvenes que no conocen Chichén Itzá ni Uxmal.

La población yucateca se está polarizando. La gente de Yucatán siempre ha gustado de viajar. Pero antes se paseaban en su carro por todos los pueblos. Y vieron que existían mestizas, y que había muchas y vivían en chozas. Eso dio paso a discusiones sobre lo que es nuestra cultura. Pero hoy, un grupo de gente solamente viaja por la supercarretera y no ve la realidad en que vivimos. Se va directo de Mérida a Cancún. Se desconoce la realidad yucateca. En mis libros trato de demostrar esa realidad.

Es cierto que hoy muy poca gente lee. Antes leían porque no existía otra diversión. No había TV, cine u otras distracciones. Hoy es fácil encontrarlos en la casa o afuera. Pero yo sigo siendo optimista, creo que el hombre quiere buscar la realidad, la verdad. Y es lo que yo trato de demostrar en mis libros. Y por mi optimismo sigo escribiendo libros.

Emilio Abreu Gómez es el escritor yucateco que más admiro. Sobre todo su libro Canek. Me llama mucho la atención, y lo sigo leyendo. También me gusta mucho Mediz Bolio: La tierra del faisán y del venado.

Juan Rulfo es el autor mexicano que más me gusta, con su descripción de la vida rural. Me ha tocado vivir el universo que él describe. Y es lo mismo que yo trato de describir. A Juan Rulfo se le puede leer y releer.