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Raúl Cárdenas

Raúl Cárdenas

Neurocirujano (1948)
Ser yucateco es una serie de idiosincrasias personales, familiares y de trabajo, que nos han separado del resto de la República. Los yucatecos hablamos diferente, pensamos diferente y vivimos diferente. Los médicos aquí nos hemos desarrollado separadamente de los médicos del Centro.

Nací en Mérida y he radicado aquí con la excepción de los siete años cuando estudié en Estados Unidos. Ser yucateco es una serie de idiosincrasias personales, familiares y de trabajo, que nos han separado del resto de la República. Primero físicamente, porque Yucatán es una península, y la comunicación por tierra era muy difícil antes de la construcción de ferrocarriles en los años 50. Eso nos hizo aislar del resto de la República y nos formó con una mente muy especial.

El yucateco siempre regresa a Yucatán para aplicar lo que aprendió, bueno o malo afuera. Somos un poco aislacionistas. Generalmente no nos gusta ir a México para aprender algo. En el pasado nos gustaba ir a Europa, y hoy con un poco más de dificultad a Estados Unidos.

Los yucatecos hablamos diferente, pensamos diferente y vivimos diferente. Los médicos aquí nos hemos desarrollado separadamente de los médicos del Centro. Conozco a los médicos de México, pero casi nunca he tenido contacto científicamente con ellos. Contactos científicos los tengo con Estados Unidos. Y esto es general entre muchos médicos yucatecos. Cuesta lo mismo volar a México que a Miami, y por eso los médicos aquí prefieren irse a Estados Unidos. Porque obviamente está más bonito Miami que el DF.

Todavía hay una cultura fuerte aquí en Yucatán. Hablamos diferente y tenemos una forma diferente de pensar y atacar los problemas de la vida, política, religiosa y científicamente. Somos diferentes.

Hasta los españoles que venían aquí, creo que eran los menos queridos en el resto de la Colonia. Venían aquí porque no les quedaba más que eso aquí.

El yucateco que más me ha influenciado en mi formación de médico es mi papá. Él introdujo la neurocirugía aquí en Yucatán. No me indujo, pero a través de su trabajo día a día me dio una inclinación, primero a la Medicina y después a la Neurocirugía.

El centralismo en México es muy fuerte.

Los yucatecos tenemos poca iniciativa, tenemos poco deseo de cambiar lo ya establecido. Queremos seguir la corriente. Hay individuos muy buenos aquí en el estado, pero en general somos flojos, esperamos que venga alguien para decirnos lo que vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer, y lo hacemos. No gusta la paz. Los yucatecos regresamos a Yucatán porque no gustamos de la vida capitalina. Nos gusta no hacer mucho y pasar el fin de semana en la playa e ir a fiestas. El clima cuesta trabajo para hacer algo.

Los médicos yucatecos tenemos un atraso de aproximadamente ocho años con relación a los adelantos biotecnológicos en Estados Unidos. Por ejemplo, la resonancia magnética por fin la pudimos traer aquí hace cuatro años, pero en Estados Unidos la están usando desde los años 80. Ellos ya tienen otros avances que cada vez se nos hace más difícil de traer. Es una cuestión económica, no es que no sepamos hacer las cosas, pero no tenemos dinero para traerlo. Hoy todo el progreso está supeditado a la biotecnología que se compra. Y como no tenemos la capacidad de hacerlo, tenemos que comprarla. Sabemos de los avances porque yo voy dos veces al año a congresos en Estados Unidos, para ver los avances que tienen.

Soy mexicano y quiero que progrese el país, pero tenemos problemas con el Centro. Ellos quieren que todo lo bueno se quede en el Centro, y no venga nada aquí a la provincia. Eso provoca que nos separemos un poquito más de ellos.

Hay mexicanos muy ilustres, como Benito Juárez, y más recientes como Francisco I. Madero y su grupo. Y ya los que vienen después, pues no podemos hablar mucho de ellos.

Lo que no me gusta de los mexicanos es la corrupción. Pero creo que es un mal de la humanidad y por eso veo poca solución.