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Miguel Pérez Concha

Miguel Pérez Concha

Ingeniero, músico (1956)
Ser yucateco es un privilegio y lleva una gran responsabilidad. Responsabilidad, porque somos herederos de una gran herencia cultural. Estoy pensando en la cultura maya prehispánica. Y de alguna manera hay que continuar esa grandeza, por más difícil que sea hoy, y por más que ese mundo prehispánico se ha cambiado.

En mi campo, que es la música, me siento muy satisfecho de formar parte de una cadena de talento musical que ha caracterizado a nuestro estado. El desarrollo de la poesía y la danza es otra característica de la vida en Yucatán. Participar y contribuir a ese movimiento es para mí un orgullo.

Privilegio, porque geográficamente estamos viviendo en un paraíso. Siempre he vivido en paz, y el ambiente que nos rodea no está contaminado ni el aire ni el ambiente y tampoco a nivel humano. Hay un gran respeto por otras personas.

Un yucateco tiene características genéticas y culturales singulares Es hombre o mujer de baja estatura, ligeramente excedido de peso. Es bonachón, sonriente y dispuesto a brindar hospitalidad. Es romántico y con convicciones muy feroces. Tiene identidad y tradición propias, y es amante de su familia.

Me siento muy afortunado de haber nacido en este estado. Todo tiene su ventaja y desventaja. He mencionado las ventajas de ser yucateco. Las desventajas son de estar lejos del centro del país, y no poder influenciar activamente en el desarrollo de nuestra región. El gobierno centralista no ha permitido el desarrollo equilibrado de nuestro estado.

Una cosa que no me gusta de los yucatecos es su falta de coordinación y cooperación, que al fin y al cabo es envidia. Seguramente no solamente es un rasgo yucateco, es algo muy universal. Pero en un ambiente chico como Yucatán se siente más fuerte. Esa envidia y bloqueo ha perjudicado mucho las artes en Yucatán. Se provoca disgregamiento en vez de unir fuerzas. Personas que empiezan a destacar son consideradas como enemigos. El que viene, no acepta lo que hizo el anterior, y así las cosas pierden continuidad. En mi campo de la música hay dos opciones o caminos para mí. En la docencia de música estoy tratando de formar recursos humanos. Es muy importante que estas personas tengan una visión muy amplia, y que se desarrollen no solamente en lo técnico, también en lo humano universal. Mi anhelo es formar gente crítica, analítica, con capacidad de liderazgo, para que ellos, en su mundo, en su familia y entre sus compañeros, puedan transmitir los sentimientos más nobles que la música intrínseca tiene. Y que ellos con su ejemplo dignifican el arte y el privilegio de ser músico.

En la ejecución, los músicos pueden contribuir a conservar el paraíso, en que vivimos, sin que sea un falso escape. Con mi música quiero tocar las fibras más profundas del alma humana, para ennoblecer e inculcar sentimientos de grandeza. Con una buena ejecución, el público puede sentirse transformado, en el buen sentido. Así se deja una semilla que va a germinar. Por medio de la música se puede lograr una mejor personalidad. Sobre todo, en una época de crisis en que vivimos ahora, la música es un bálsamo, sin ser un escape de los problemas. La música debe contribuir a fortalecer y desarrollar al hombre en sí mismo.

En relación con la música hay dos personas que admiro mucho: Daniel Ayala Pérez, por el interés que demostró y su trabajo para hacer un conservatorio aquí en Yucatán.

La otra persona es Salvador Alvarado. Él no fue músico, pero tuvo la visión de que la formación musical pudiera contribuir al desarrollo social y económico de nuestro estado. Él tenía visión y propició la formación de un conservatorio aquí. Bueno, no duró tantos años, pero se hizo el esfuerzo.

¿Qué significa para ti ser mexicano?

Siento mucha satisfacción de ser mexicano, por la enorme riqueza cultural que tiene el país. Él mexicano en general tiene buen humor y no toma la vida demasiado en serio. Es amigable y se relaciona con todas las personas. Hay aquí un matriarcado que ha sido la estabilidad de muchas familias.

Y tanto como lucho por lo positivo que esa cultura nos ha dado, también lucho en contra de todo lo negativo: el machismo, las mentiras, la corrupción. No estoy diciendo que estoy exento de eso; es parte de mi herencia cultural. Pero lo veo como algo negativo y estoy luchando en contra. Hay que luchar en lo individual, en la familia, en el campo de trabajo y hasta al nivel del país. Parte de la lucha es incorporar algunos de los valores que caracterizan a otros países, como Japón y Alemania.

¿Cuál mexicano admiras más?

En el campo de la música, ninguno me ha inspirado tanto. Los respeto, pero no he sentido inspiración de ellos.

¿Qué te gusta menos de los mexicanos?

Su apatía y falta de reacción ante los acontecimientos. En vez de sobreponerse, se encoge en el desinterés. Se refleja hasta en lo político con el elevado abstencionismo. Mucha gente piensa: si no hay, o si no me dan los recursos, no hago nada. Pero eso no puede ser. Lo que debemos hacer es activar nuestra creatividad y ver las cosas como una oportunidad para desarrollar las ideas con que estamos comprometidos. Ante nuestro subdesarrollo debemos tratar de crecer como personas, como individuos, tratar de hacer bien las cosas. Si nuestros padres nos hubieran enseñado eso, otra cosa sería México.