Contado por Celso Dzib
Cerca de aquí hubo un ranchito que el dueño lo tuvo que vender sólo por causa de un alux.
Un día que el señor regresó del campo, iban a cocinar frijoles, pero pensó que tardaban mucho
en cocerse, y le dijo a su esposa que lo mejor era que baje unas hojas de chaya para comer. Así lo
hizo la señora.
En la noche, lo despertó un ruido fuera de la casa, y salió para buscar qué era aquello, y vio un
pequeño ser bailando y brincando frente a su casa, diciendo:
–¡Ajá!, ese pendejo no debe cosechar mi sembrado, yo lo debo comer primero, ¡ajá!
Y el enano estaba bailando cerca de la mata de chaya. Luego raspa la tierra alrededor de la casa:
–¡Ajá!, ese pendejo no debe comer la chaya primero, porque yo sembré las matas.
Cuando el enano se cansó de bailar, dio dos vueltas y desapareció como viento. Donde tenia el
campesino amarrado su cochino, allí dio las vueltas y desapareció.
En la mañana que se levantó, el campesino vio que su cochino no estaba. Se lo había llevado el
duende. Rastreó las huellas y directamente fue a dar hasta una rejollada. Allá, en una cueva, había
metido al cochino. El campesino entró a la cueva y vio que en una mesa grande de piedra estaba
el duende dormido, y a su lado estaba el cochino amarrado. Se acercó y soltó al marrano, luego
regresó junto con él a Xocén.
A los tres días, regresó a su rancho, pero en la noche no pudo dormir, porque allá andaba el
enanito gritando otra vez. Fue cuando decidió vender el rancho.
Escrito por Gaspar Canul
Los abuelos nos relatan la historia del Alux: cómo nació, quién lo creó y cómo se acaba. Nos platica- ban que antiguamente los hombres no tenían la costumbre de pedir la lluvia, tampoco pedir a Dios que logre la cosecha de la milpa. No tenían creencia al señor La’ kaaj; ellos no hacían novena, ni el looj; no hacían el ch’a’ cháak. Y casi no llueve en la milpa y las veces que lograban buena cosecha lo destruían los pájaros y otros animales.
Un jmen que una vez obtuvo buena cosecha en su milpa, casi se lo comen todo por los ani- males silvestres, recogió muy poco y se molestó mucho de los animales. A veces los iba a cazar, pero cuando él estaba, ellos no entraban a comer. Decidió entonces hacer cuatro cruces con velas negras, y las llevó a colocar en cada esquina de su milpa con la intención de asustar a los animales para que no entren en la milpa.
El jmen intentó varias formas de cómo tener buena cosecha y luchar contra los animales, hasta puso mal viento alrededor de la milpa para espantar a los pájaros y demás animales; pero tampoco funcio- nó, no funcionó con los animales, sólo causaba mal a las personas que pasaban a la orilla de su milpa.
Un día lo visitó un enfermo que le pidió medicina, y fue a buscarla hasta una rejollada muy hon- da. En el camino se encontró con un señor que regresaba caminando, y tenía cargado un costal lleno de elotes, calabazas, sandías…, y le preguntó:
–¡Señor!, ¡señor!, ¿dónde tomaste esos elotes muy grandes?
A lo que el señor contestó:
–Hombre incrédulo, esto lo fui a buscar cruzando cuatro terrenos. Más atrás está mi milpa.
El hombre asentó su costal sobre una piedra, lo desató, sacó una sandía y se lo regaló al jmen.
Y dijo:
–En mi milpa hay de todo, diarios llueve allí, por eso logro mi cosecha.
Y el jmen preguntó:
–Señor, pero ¿cómo lo haces?, en la mía casi no llueve, y a veces cuando produce bien, los ani-
males del monte lo comen mucho.
Le respondió con esto:
–En la milpa yo adoro a mi dios de barro, se llama Alux, es mi dios poderoso, yo lo hice y le puse
su nombre. Él cuida la milpa, todo lo que siembro produce. Pero antes que yo coseche le ofrezco
los más grandes, porque si no lo hago así, se molesta; pues él hace que llueva, y no permite que los
animales destruyan los productos, los espanta para que no se acerquen, por eso lo adoro mucho.
Hombre infortunado, tú puedes hacer lo mismo por tu milpa.
Y el jmen le preguntó:
–Pero, amigo, ¿cómo lo hiciste?
Y el señor dijo:
–Hombre, te voy a decir cómo, pero tienes que ponerte muy abusado, porque, si no sale bien,
te mata. Ese dios es malo, porque la persona que le adora, su vida sólo dura siete años. Pero, eso sí,
durante los siete años quedas rico, muy rico porque todo lo que siembras, cosechas.
El próspero señor también le explicó al jmen:
–Hijo, si quieres tener tu dios, baja a una rejollada y recoge allá, al fondo, un kilo de barro y con
ello formas un niño. Cuando lo estás haciendo le dices que estás fabricando un dios; haces también
su machete, su coa, un bule, su sombrero, un hacha y su rifle; de último le pones su sabucán. Listo
todo, buscas una cueva que esté cerca de tu milpa y allá lo vas a poner, y le dices que lo vas a adorar
durante los siete años. Después tienes que visitarlo nueve martes y nueve viernes, y le dices que
debe revivir porque lo vas adorar. En el último viernes, irás a las doce de la noche solo, y le untas un
poco de tu sangre, después rezas tus oraciones. Pero no debes tomar miedo, porque vas a hablar
en la oscuridad.
El aludido hizo todo lo que le habían dicho, y, como es jmen, no tuvo miedo, hizo todo como se
lo dijeron. Cuando amaneció, fue a ver si su obra estaba en la cueva; llegó y vio que no había nadie,
pensó: Esto quiere decir que revivió.
Y se puso contento porque ya tiene su dios vivo y se llama Alux.
Pero la condición fue que todo lo que come y que viene de la milpa lo debe ofrecer primero a él.
Desde entonces nunca le faltó lluvia, ni un animal o pájaro que destruya su milpa y siempre logró
buena cosecha.
El cumplió como se lo habían indicado. Cuando empieza su cosecha, lo primero que hacía era la
presentación a su dios como primicia. Por eso el Alux cuidó siempre la milpa de su dueño. Luego el
jmen comentó a los demás que ya hizo su dios para que cuide su milpa.
La gente, viéndolo, le preguntó si aceptaba que le pagaran para que les haga su dios a cada
uno, y como ya vio que su dios sí funciona, aceptó y se puso a fabricar otros aluxes para los demás
milperos. Pero cada quien tenía que poner su sangre como hizo el jmen. Así, todas las personas de
esa época adoraban al Alux y obtenían buena cosecha.
Si alguien falla a su dios, se enferma porque tiene que respetarlo todo el tiempo para que cuide
bien la milpa. Espanta a los pájaros y también al ‘Cuatro ojos’ (el mapache). De noche dispara su
carabina y de día grita a los pájaros a la orilla de la milpa, pero no se le puede ver.
La adoración se hace en el mismo lugar donde está puesto, allá se le lleva su comida; se asienta
frente al barro y cuando amanece ya no habrá nada, lo come. Pero antes que lleguen los siete años
hay que matarlo, porque si no se hace, él mismo mata. El Alux es malo, porque surge del mal aire,
además por la sangre que tuvo para que viva. Pero su efectividad sólo tiene siete años. Antes que
llegue ese tiempo buscan la forma de matarlo.
Para terminar con él construyen su casita de piedra, que de hecho es una trampa, porque lo
amarran con majagual*. Cuando se está construyendo se dice que se está construyendo su casa
para una adoración especial. Pero cuando se pudre el majagual se cae la piedra encima de Alux y se
rompe el barro, y así se acaba, se muere.
Así mataban a sus dioses todas las personas. Pero algunas no lo hacían así, pero después ellos
mismos sufren las consecuencias. Cuando llegan los siete años, a veces se muere de un accidente
de trabajo.
Todos los aluxes que no fueron destruidos por sus dueños los vemos ahora donde hay rejolladas,
están en las cuevas grandes. Pero hay muy pocos, y no se le adora porque es malo, hoy se adora a Dios.