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Contado por Alfonso Dzib

Dicen que la Xtáabay es un espíritu que nace en el mundo. Si una mujer peina sus cabellos y tira los desechos en el tronco de la ceiba, con el paso del tiempo la ceiba se convierte en una hermosa mujer que sale de noche, la Xtáabay. Porque la ceiba es un árbol mujer. Pero su espíritu se convier- te en mono cuando se muere. Se puede notar cuando una ceiba se ha convertido en Xtáabay. El tronco se ve abultado, como una mujer embarazada. Pero si no existe la Xtáabay, allí la mata está todo recto.
Cuando en una ceiba existe la Xtáabay, se empieza a ensanchar por su tronco, como una puerta. Ahí observa a las personas que quiere pescar. Ella sale a diario. Pero como un espíritu. No cualquie- ra se encuentra a la Xtáabay, solamente la persona que tenga esa suerte. Si ella está cerca de un pueblo o de una casa, siempre está molestando a las personas del pueblo o de la casa. Su hora de salida es en la noche, y durante el día duerme.
La Xtáabay, cuando sale a pasear, a veces encuentra a un borracho que está durmiendo en la ca- lle. Ella tiene que cambiar el sentido de la persona para que pueda robarlo y, luego, llevarlo donde vive para que lo coma. Si la Xtáabay está viviendo en la ceiba, también roba a los animales; como el perro, el cochino o el caballo.
Una vez, una mujer tenía una mata de ceiba atrás de su casa. Ella tenía un bebé. Un día, estando sacando agua del pozo, la señora, como a las siete de la noche, dejó a su bebé un ratito; cuando terminó de sacar el agua, fue a ver a su hijo, y cuando llegó donde estaba la hamaca del bebé, no estaba el niño. Empezó a buscar en todos lados, se cansó y no lo encontró. La Xtáabay lo había llevado. Cuando llegó su marido, se lo dijo, y entre los dos estuvieron pensando qué hacer. De re- pente, escucharon que el bebé estaba llorando por la dirección de la ceiba.
Exclamaron:
–¡Allá está el bebé! ¡Está llorando, vamos a verlo!
Salieron corriendo hasta ahí, pero cuando llegaron no encontraron nada; empezaron a revisar
en todos lados, pero no había señales del niño. Hasta empezaron a golpear la ceiba, pero no tuvie-
ron respuesta. Entonces, fueron a sacar la suerte con un jmen. Él les dijo así:
–El bebé está en la ceiba y la Xtáabay lo llevó. Pero ahorita el bebé ya lo comió. La Xtáabay que
lo llevó está vivo. Si quieren ver el niño, aunque está muerto, tenemos que cortar la ceiba.
Entonces, se juntaron y cortaron la ceiba. Dentro del tronco vieron un dibujo, como una foto
que tiene cabeza y nariz. Siguieron cortando la parte gruesa de la mata, y vieron que estaba man-
chado con sangre. El jmen les dijo que es la sangre del niño. Luego dijeron:
–¿Qué le vamos a hacer para que muera?
–Cortarla y poner dos cruces sobre el tronco –dijo el espiritista.
Entonces, juntaron leña en el tronco y lo quemaron, y así murió la ceiba y, desde luego, la Xtáa-
bay también. Ni pudo ir a vivir en otra ceiba. Hasta le untaron sal encima del tronco.
Así termina el cuento de la Xtáabay con la ceiba, la mujer y su hijo.

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