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Contado por Alfonso Dzib

La Xtáabay es alguien malo que vive. Pero, ¿cómo surgió o cómo existió la Xtáabay? Se cuenta que una mujer tomó sus cabellos y los fue a botar en el tronco de una ceiba. Como se sabe, la ceiba toma los espíritus malos y debe ser malo también por eso. Se dice entonces que tomó como cabe- llo lo que le tiraron por aquella mujer. De allá que se forma su tronco como el cuerpo de una mujer y sus ramas como la cabellera. Es por eso que la Xtáabay se ve como una mujer, pero es el demonio, es una tentación. Come a las personas, las mata con sus malos vientos, porque es un ser maligno.
Te voy a contar algo que a mí me sucedió. Cuando yo la vi por el centro, estaba regresando de trabajar un looj*. Caminaba con mi cigarro encendido, eran como la una o dos de la madrugada, no había nadie en el parque, por ahí venía. De repente, por la puerta de la iglesia, vi la silueta de una mujer con una ropa que le llegaba como hasta aquí. Era de tez morena, tenía una nariz larga y la frente muy amplia. Se volteó y se fue, luego se detuvo en la sombra de los laureles. Como yo soy muy terco, agarré mi botella y tomé un trago, unté un poco en mi pecho y en mi cara, fumé mi pitillo y miré fijamente por donde había ido la mujer, y dije:
–Allá va la chamaca.
Cuando se dio cuenta de mis intenciones, aminoró sus pasos y, al mismo tiempo, se acercaba
al tronco de un árbol, pero siguió caminando. Me persigné e invoqué a Yuum Balam**. Después la
miré otra vez; ella se volteó a verme y fue cuando vi que tenía los pies largos, sus manos igual, pero
las tenía negras y su ropa le llegaba hasta el suelo. Otra vez tomé mi trago y lavé mi cara, y cuando
terminé y quise verla nuevamente, no la encontré, estuve escudriñando por todos lados y nada. Se
había desaparecido. En ese momento sentí miedo, se erizó todo mi cuerpo y se pararon los pelos
de mi cabeza. Lavé mi cara con el ron y me quité de allí. Nunca vi donde fue, desapareció, porque
sólo es un espíritu.
La Xtáabay come a las personas, se las lleva. Su casa puede ser un agujero en la tierra o una
cueva; puede ser un árbol desde donde sale para ir a sus aventuras. Ella puede estar hasta en las
ramas de la ceiba o en las del ramón.
Te lo digo de verdad. No te estoy mintiendo. Fíjese que hasta a mí, que soy un jmen, me pasó
esto. Después de lo ocurrido, cuando amaneció, saqué la suerte y salió exactamente lo que yo
pensaba, era la Xtáabay. Si uno sale y está borracho, te rapta, te roba, te lleva para comer. Así hace
también el K’at. Pasa su mano en la cara y te encanta, así de fácil, y te lleva.
Acá, en el pueblo, así vive también. Cierta vez, un señor salió a tomar con sus amigos. Tomó con
sus compañeros, tomaron ron, pero él no estaba muy borracho, y pasó a comprar un poco más con
la intención de invitar a su suegro que lo esperaba en la carretera. De repente, se acuerda que ya
era noche y a esa hora ya nadie andaba por las calles, y escuchó que lo estaban llamando: –¡Oye!, ¡oye!, ¡vamos!
Le insisten:
–¡Vamos, vamos!
Lo vuelven a llamar, pero ya con su nombre, escuchaba que la voz venía de alguien como si
tuviera alas, que volaba por los aires.
–¡Vamos, vamos!
Como despertando, se dio cuenta que estaba yendo al poniente del pueblo y no por el rumbo
de su casa. Sintió miedo, escalofríos, como si alguien lo estuviera tocando y quedó como parali-
zado. Entre su borrachera recordó a Dios, y se persignó y, luego, sintió como que volvía en sí, lo
soltaban y se asentaba en el suelo, y ya no percibió la fuerza que lo llevaba.
Después analizó lo sucedido y recordó: Sólo salí para tomar. Lo mejor que puedo hacer es irme
a mi casa.
Luego, miró fijamente donde estaba, vio que estaba a las afueras del pueblo y vio las luces de la
calle a sus espaldas; dio vuelta y regresó. Directo se fue a casa.
Este señor amaneció con dolor de cabeza, no veía claro, tenía calentura. Yo le saqué la suerte,
y resultó que la Xtáabay lo estuvo llevando. Lo estaban llevando para comer. Lo habían encantado,
pero en que se persignó lo tuvieron que soltar, y así se defendió. Yo lo santigüé y le curé, le quité
los malos vientos y quedó bien. Si no lo hubiera tratado, se iba a enfermar mucho. Por eso te digo
que sí existe la Xtáabay.

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