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Escrito por Gaspar Canul

Todos los cenotes tienen sus vigilantes, es la Xtáabay. La dueña del cenote es una mujer que viste de negro; es la xchaayil, una víbora que se transforma a lo que sea, hasta de remolino. La pusieron para cuidar el cenote porque puede vivir bajo agua durante mucho tiempo. Ella es traviesa, engaña a las personas, y es una víbora que va muy rápido; y, si se le molesta, pega con la cola, que la tiene como chicote y suena fuerte. Antiguamente no había muchas casas, los cenotes están bajo los montes al- tos. Las personas tenían que ir a buscar agua hasta allá, y cuando bajaban el cubo dentro del cenote, sentían como que algo lo detiene, y al sacarlo llega hasta ellas con una culebra, la xchaayil.
Esa víbora una vez entró a una casa donde había ropa amontonada; luego llegó la familia, y la señora fue a buscar su ropa donde estaba el montón, y vio que allá estaba la víbora durmiendo. Gritó, la señora, y, corriendo, fue a ver a su esposo; pero, como él sabía algo de magia, no mató a la víbora. Lo que hizo fue condenarla a vivir con ropa de mujer; luego la asustó para que se vaya con todo y ropa, y la víbora salió rápidamente. Como había un cenote cerca, allá fue a tirarse. Desde entonces, allá está la víbora, pero no sale de día, sólo de noche.
Cuando uno va caminando y encuentra una señora, y ésta le dice: “Vamos, acompáñame”, y si le hacen caso y logra engañarlo y la siguen, directamente lo lleva al cenote, y allá se quedará para siempre; mata a la persona allá adentro. Por eso le pusieron el nombre del cenote Xtáabay.
La Xtáabay cuida que no se ensucie el agua del cenote. Por eso no se deja que un niño se acerque solo a los cenotes, porque muchos se han perdido por allá, cuando iban a jalar agua. Los roba la Xtáabay.
Eso vieron los jmeno’ob más antiguos, y se unieron para hacer el looj* para todos los cenotes, con el objeto de que la Xtáabay deje de robar a los niños. El looj que se hizo fue de noche al lado del cenote. Después que terminó, ya no se perdieron más niños.
De vez en cuando se muestra la Xtáabay. En cierta ocasión, un señor encontró la Xtáabay en su camino cuando iba de viaje. Enseguida desató la soga de su xbak’al ook**, y la empezó a pegar con ello, diciéndole: “¿Por qué me quieres llevar?, yo conozco mi esposa, tú no puedes engañarme, toma la tuya.” Y le dio trece veces con la soga y, de repente, vio que se estaba convirtiendo en una víbora xchaayil; entonces, sacó su machete, para cortarla, pero la culebra escapó.
Hace mucho tiempo atrás, los hombres utilizaban unas sandalias que se fijan en los pies con soga, y por eso tenía el nombre de xbak’al ook, y esa soga lo tenían corchado al revés, es decir, a la zurda. Lo tenían preparado especialmente para esos casos, para cuando sean atacados por un mal en los caminos. Es la contra, y por eso venció a la Xtáabay.
Los cenotes que tienen en la orilla un ceiba, es la cama del Xtáabay; a veces duerme en las ramas. La Xtáabay es la dueña del cenote. Existe hasta ahora. A veces, si pasas muy de noche en los cenotes, se ve una mujer jalando agua, pero sus manos son de puro pelos largos, y no habla. Cuando se le quiere mirar, se mete al cenote.

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