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A Raquel Araujo la he llegado a apreciar por sus puestas en escena con el Teatro de La Rendija, obras de gran inspiración escenográfica, actoral y textual. Tan variadas como Tío Vania, del ruso Antón Chéjov, en dos versiones: la original, situada en Rusia, y la yucateca, ubicada en una hacienda local; Sueño de una noche de verano, de Shakespeare; El Divino Narciso, de Sor Juana Inés de la Cruz; Don Quijote, historias andantes, y muchas más, hasta Una pasión peregrina, creación de Raquel sobre el romance demasiado idealizado por los yucatecos entre Alma Reed, “de ojos claros y divinos”, y el gobernador yucateco Felipe Carrillo Puerto. No hay duda acerca de la importancia social y política de don Felipe. Hizo reformas a favor de los derechos de las mujeres, pero en su casa ¿qué sentiría la esposa? Creo que faltó esa parte en la bellísima obra. Pero, a fin de cuentas, fue puesta en escena antes del Me Too de las mujeres.

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