Yo estoy cantando desde las chiches de mi mamá. Sólo tuve dos aficiones en mi vida: desde chiquito, cantaba, y ya a los 6 años empecé a tocar la guitarra. Mi otra pasión es montar a caballo. Fui charro. De niño nunca jugué papagayo y esas cosas. Para mí, guitarra y caballo.
En mi época había muchos compositores, los escuché cuando yo era chico, estaban Ricardo Palmerín… Laviada y muchísimos otros. Hacían maravillas aquí, era muy bonito, porque había poetas que hacían letra y otros que hacían la música. Hoy, los que estamos haciendo canciones estamos obligados a hacer la música y la letra, porque ya no hay poesía.
La canción yucateca es una mescolanza porque la canción natural fueron las baladas, luego vino la influencia de Cuba, y empezamos a cantar el bolero. Y enseguida vino el bambuco de Columbia. Vinieron de todos lados para pegarse a la canción colonial aquí en Mérida, y aquí se quedó el bambuco. Se hizo yucateco. Pero ni el bolero de Cuba, lo imitamos, pero con diferentes cosas; ni el bambuco de Columbia cantamos igual. La esencia de la letra yucateca es alabar y adorar a la mujer. No ofende nada. Cualquier compositor yucateco debe por tradición alabar a la mujer. No ofende nunca. Y yo ya tengo 58 años viviendo con mi mujer, y siempre hemos toreado los problemas. Yo tengo no sé cuántas canciones, y no hay una sola que ofenda a la mujer. Ayer fui a un concierto de tango, y eso sí ofende, trata a la mujer con desprecio, como una prostituta. Siempre es el cantor la víctima de la mala mujer, de los engaños de la mujer.
Eso no es canción, eso es ofender a la mujer. Yo no comulgo con eso. Así son también muchas canciones rancheras mexicanas. Siempre es el hombre la pobre víctima de los engaños pérfidos de las mujeres. Algunas canciones rancheras sí las canto porque yo fui charro, y hay canciones rancheras muy buenas. Pero de todas maneras las rancheras no ofenden como ofende el tango a las mujeres, tratándola como prostituta. Es una actitud muy machista, y siempre están engañando a los pobres hombres. Siempre a ellos.
La tradición de la canción yucateca ya tiene pocos seguidores. Los jóvenes ya
no quieren el bolero tradicional, ni el bambuco. Están tratando de meter los ritmos de los gringos. Es un ruido infernal. Lo que tocan es escandaloso. Mira, la melodía puede captar el viento que pasa, la brisa, la melodía de las olas del mar. Para mí la música es todo lo que acaricia el alma. Hoy hay muy pocos jóvenes que están siguiendo lo que hacemos nosotros. Pero algunos ya están saliendo. Hay jóvenes que están componiendo las canciones con la métrica de nosotros. Sí hay una tradición que se sigue.
Siempre he vivido en Mérida, jamás he salido de mi tierra, y sí he tenido que trabajar en la capital de la República Mexicana, pero no me he quedado más que 24 horas allá. No, aquí en Yucatán vivimos muy tranquilos. Nosotros somos otra cruza, somos maya-españoles, los otros son tarascos, otomíes o lo que sea. Ya no es tan tranquilo aquí, ya hay asaltos, pero mayormente son delitos hechos por gente que viene de afuera, o por muchachos drogadictos, que por la droga y cosas que huelen hacen estas barbaridades.
Ricardo Palmerín, Guty Cárdenas y Pepe Domínguez son de los cantores que más han dado. Yo los conocí, menos a Guty Cárdenas. Había muchos y muy buenos. Hacían letras, hacían música. Pepe Domínguez era el más completo, porque hacía letras y hacía música a la vez. Las canciones que hacen hoy son más carnales y no me gusta.
Entre la gente del DF hay muchos que creen que son los dioses del mundo. Pero no permitimos que nos dominen: no, no aquí, señor, espera un momentito. Hemos tenido muchos líos con esa gente por eso. Y ellos ya saben la calidad de la gente de aquí, y nos admiran. A nosotros, los mexicanos nos dicen separatistas. Para ellos no somos mexicanos.