Una cosa es lo yucateco y otra cosa distinta es la cultura maya. Los antiguos mayas
desarrollaron, según asienta Morley, “la civilización más brillante del Nuevo Mundo en los tiempos precolombinos”. Esta cultura alcanzó su más alta expresión artística en
la escultura, la pintura y la cerámica en el siglo VIII y en la arquitectura cuatro siglos después.
¿De dónde y cuándo nació en nuestro lenguaje ese concepto de “yucateco”, “campechano”, “mexicano” o “alemán”? ¿Quién trazó las demarcaciones, dividió territorios y pueblos y cuál fue la causa del surgimiento de fronteras nacionales? Si aquellas líneas divisorias no se hubieran trazado, quizá hablaríamos de “los selváticos”, “los costeños”, “los del desierto”, “los de zona caliente” o “los de la zona polar”. Quizá la identidad sería real, natural, no artificial.
Por ello el yucateco es, en primer lugar, un ser humano como los demás. Ser yucateco ni es signo de inferioridad ni tampoco un privilegio, es sólo ser o querer ser de un lugar. Empero, por el hecho de vivir en tierras yucatecas, la mayoría de los pobladores sufren la profunda pobreza económica del estado, así como el desprecio de un sector de yucatecos privilegiados que se consideran, a sí mismo, superiores.
Hay varios tipos de yucatecos en el sentido amplio: los que nacieron y viven en la entidad, los que nacieron aquí y viven afuera y los que nacieron en otro lugar y viven entre nosotros. En última instancia son yucatecos los que quieran serlo. En definitiva, es un problema ideológico que surgió a partir del trazo de fronteras artificiales por los estados jurídico-políticos.
Por otro lado, hay que decir que la sociedad donde se desenvuelve el yucateco no es una abstracción, sino que, como todas, está dividida en clases sociales y sectores de clase. Aproximadamente 50% vive en la miseria económica, otro 30% vive en la pobreza, 15% vive más o menos con comodidades, 5% ha acumulado riquezas y un porcentaje de éstos vive en franca y ofensiva opulencia.
No es lo mismo la vida de un yucateco de las zonas residenciales del norte de Mérida, lugar cercado por jardines, amplias avenidas, calles limpias, servicio de vigilancia y rodeados de elegantes tiendas de autoservicio, restaurantes, clubes deportivos y demás, que “vivir” en el sur y otras zonas de la ciudad donde los servicios son mínimos y muy deficientes. ¿Es acaso una abstracción?
Desde mi cómodo lugar de trabajo o reflexión puedo expresar, como generalmente se hace para que nadie se enoje, también “cosas positivas”: “la recia cultura maya”, “el pueblo de poetas y cantores”, “el Yucatán pacífico, amable y trabajador” o hablar de la belleza de nuestras pirámides mayas, de la Catedral, de la Casa y del Paseo de los Montejo, de las playas del puerto de Progreso; empero esto podría ser simple propaganda turística deformante.
La identidad de los yucatecos hay que buscarla en la región maya, no en el centro o norte de México. Los valores yucatecos que aún quedan, parecen identificarse más con los vecinos guatemaltecos, salvadoreños o cubanos que con los mismos mexicanos de otras regiones de la nación. Los yucatecos de clases altas, por el contrario, parecen inclinarse culturalmente más con los yankis que con Yucatán o México.