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Lucia | Las mujeres decentes de la 58

Lucía

Me llamo Lucía. Tengo como 15 años trabajando en este ‘negocio’. Soy de Veracruz, de un pueblo cerca de Coatzacoalcos.

Después de casarme fui a vivir en Cancún con un muchacho, pero él me dejó después de dos años. Como yo no conocía a nadie en Cancún que me podía ayudar, entonces empecé a ver cómo ganar dinero para vivir. Alguien me dijo de una cantina y allí conocí a un hombre… empecé a vivir con él, y él me empujó a prostituirme… sí, me obligó, porque si no lo hacía, me golpeaba. Viví como dos años con esa situación porque estaba enamorada de él. Pero me di cuenta que no era por amor que vivía conmigo, sino que era una manera para él de mantener a su familia… porque él mandaba lo que yo ganaba a su familia en Puebla. Pero yo ya conocía el ‘ambiente’ y la manera de ganarse la vida, y ya por mi cuenta… me retiré de él [de su pareja]… y así he seguido adelante.

Cuando encuentro parejas que no les gusta mi forma de vivir, pues dejo el ‘ambiente’ y me dedico al hogar. Claro que sí le cuento a mi pareja de mi vida, para que luego no venga a tirármelo en mi cara. Unos me dicen, deja ese ambiente y yo te voy a mantener. Y bueno, así lo hago, dejo esta vida, pero es un lapso de un año o año y medio que vivo con una persona. Luego se va, o nos vamos cada uno a nuestro lado… porque siempre viene un reclamo de mi vida anterior… y mi carácter es fuerte, no tolero que me reclamen algo que no he hecho con mi pareja… y así se van… más bien por el reproche de mi vida anterior. Así se va el encanto, pero luego viene otro… y así ha sido mi vida los últimos 15 años. Me separé de mi último compañero apenas hace una semana, él tomaba mucho… y tomado se ofende. Pero yo sigo adelante, de eso me sostengo, vivo de eso.

Tengo dos hijos en Veracruz, están con mis papás. Mis hijos son con un señor con quien viví en un principio, cuando me casé hace 18 años. Fue después de casarme que conocí el ‘ambiente’ y me fui a Cancún. En Coatzacoalcos nunca he trabajado en el ‘negocio’… por consideración a mi familia allá, porque siempre hay los rumores. Mi papá medio sabe de mi trabajo, lo intuye, pero hace como que no sabe. Tengo dos hermanas, pero ellas son amas de casa… la terrible soy yo [dice con una carcajada].

Yo terminé secundaria y de hecho un tiempo trabajé en Playa del Carmen en un negocio de carros. He trabajado… y vendiendo mil cosas exóticas a los ‘gabachos’. Sí, he trabajado también honestamente. A veces hay dinero y a veces no. En mi trabajo me dedico más a ir a las cantinas y allá tomo media botella con un cliente y me paga 30 pesos por acompañarlo. Y cuando ya no hay nada en la cantina o está flojo el negocio, vengo aquí [a la calle 58] para encontrar un cliente que exactamente va para el sexo… y así se gana algo por aquí y por allá. Yo salgo a las dos de la tarde de mi casa y regreso a las 10 de la noche. Entonces, tengo todo el día para ver qué hacer… en las tardes estoy en las cantinas y en la noche por aquí o me bajo a la zona del ADO.

Sí he tenido malas experiencias. En Cancún hay mucha gente mala… una vez subí en un carro y me pidieron servicio de sexo, pero de repente se van sobre la carretera a Mérida y no vamos a un hotel. Yo pido que me bajen, pero el tipo saca una pistola, dice que es judicial… y por fin me dejó botada a media calle. En ese sentido es más seguro aquí, porque nomás entro con el cliente al hotel, haces lo que tienes que hacer… y cada uno se va por su lado. Aquí estamos en nuestro territorio. Pero si vas al territorio de ellos, no sabes cómo va a terminar, ¡es más peligroso!

Me llevo bien con las demás muchachas aquí… cada una tiene su carácter, y hay que saber tratarlas. Por mi parte no hay problemas, hay que tratarnos en paz. Aquí no he tenido problemas con la policía, pero en Playa del Carmen sí, porque allá no hay zona [de tolerancia]. Allá hay mucha policía corrupta, allá arreglas con ellos por 300 pesos por noche y te dejan trabajar. Imagínate, tienes que dejar 300 pesos a la policía, pero ¿si no sale?, de todas maneras tienes que buscar 300 pesos para que te dejen en paz… el policía ganó, pero yo no. Esa situación me hizo venir aquí a Mérida… aquí te cuida la policía, allí te estafan. Imagínate lo que puede ganar la policía allá… si somos ocho mujeres de a 300 pesos, ¿cuánto es?

Yo creo que voy a seguir en este negocio hasta que el cuerpo aguante. Hay que guardar un poco de dinero para cuando uno quede vieja, porque ya los clientes no te buscan tanto… ellos buscan el cuerpo y la juventud. Así es, y es algo penoso ver a las señoras grandes luchando aquí… me da un poco de pena por ellas.

Creo que voy a aguantar unos 10 años más ¡y ya! Ojalá que haya ganado suficiente o que llegue un buen marido [dice riéndose].