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3. El dueño de la tierra: Yuum La’ Kaaj Me’eta’an Lu’um

Escrito por Gaspar Canul

El dueño de nuestra tierra es el señor Yuum La’ Kaaj Me’eta’an Lu’um, pero, en cada cenote o en antiguas haciendas, los ancianos les dieron nombres para que se sepa el rumbo que se menciona donde trabajan.

El Yuum La’ Kaaj es uno solo. Muchas personas piensan que cada cenote tiene un La’ Kaaj, y no es cierto, sólo tiene nombres, pero existen por todos lados. El La’ Kaaj es el cuidador de la tierra. Todas las personas mayas que hacen milpa o sembrados en la tierra, tienen la costumbre de hacer el looj, el ch’a’ cháak, el síiskunaj óol, sacar sakab en la milpa. Los abuelos dicen que se deben hacer estas ceremonias al comienzo de sembrar la milpa o cuando se logra la cosecha e invocar el nombre de Dios para que cuide la milpa o el lugar donde esté uno trabajando, llamar a los yuumtsilo’ob, el Aj Jóoyabo’ob, para que regale el agua donde está la milpa. Y de último invocar el nombre del Me’eta’an Lu’um, el señor La’ Kaaj, para que cuiden la tierra donde se hace la milpa y que no permita que sus animales destruyan los sembrados.

Cuando se hace el looj, se entrega a cada uno el xtuuti waaj y el k’óol; ahora si se ofrece sólo sakab* eso se entrega a todos. Cuando no se cumple con esta costumbre, a veces se siembra en la tierra y no sale la semilla o lo comen los bichos de la tierra. Y si se logra que germine, antes de la cosecha, el señor La’ Kaaj suelta sus animales para destruirlo, como son: el mapache, el xpich’, la urraca, el loro, el ch’eel, la tuza, el ratón, el tepezcuintle y el jabalí. Pero si se hace el looj o el síiskunaj óol, no pasa nada de esto; manda a los animales a otra parte en donde no se hizo ninguna ceremonia.

Si se logra bien la cosecha, antes de comer de ello se debe bajar los más grandes, ponerlos en dos sabucanes y colgarlos en alto: uno para Dios, uno para Yuumtsil, y de último se pone también sobre la tierra para el Yuum La’ Kaaj.

Se hace en agradecimiento porque ya se logró buena cosecha.

La persona que hace todo eso, logra siempre su milpa todos los años y no lo destruyen los animales del La’ Kaaj; los que no siguen las costumbres, casi siempre les va mal con la milpa, incluso no llega la lluvia a sus sembrados, aunque pase cerca.

Por eso el señor Me’eta’an Lu’um, dueño de la tierra, cuida la milpa para que no se roben los productos, espanta a cualquiera que se acerque a ella. Cuando alguien quiere robar en la milpa, éste escucha como una plática de personas cerca de él; el ladrón cuando lo oye, sale corriendo temblando de miedo y no se lleva nada.

A veces se oyen los gritos del La’ Kaaj dentro de la milpa; es él que está espantando a sus animales o pájaros para que se alejen de la milpa.

El La’ Kaaj apenas ve que ya está quemada la milpa, llega a ver la tierra y empieza sembrar toda clase de semillas: yerbas, bejucos y árboles, y cuando cae la lluvia sale toda clase de vegetales, son las que puso allá el La’ Kaaj. Si uno se fija puede ver muchas semillas en cada hueco, y si arranca las recién germinadas pueden ver más semillas abajo. Por eso nunca se acaba con las yerbas. El Yuum La’ Kaaj cuida también que no se accidente el trabajador, y quita las culebras entre las yerbas, porque sabe que le hacen ofrendas como es la costumbre.

Mi abuelo me platicó que hay personas que han visto el La’ Kaaj de noche, que es una persona de color negro, y que su cuerpo es de tierra, porque él vive debajo de la tierra. Él asusta por unos segundos y desaparece; y a veces ataca su mal viento. Dicen los ancianos que el La’ Kaaj es sólo viento, casi no se ve; cuando ataca su mal aire, enferma. Sólo el jmen puede hacer el trabajo para quitarlo. Sólo se hace un llamado al Me’eta’an Lu’um, y libera al afectado.

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