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Por Silvia Terán y Christian H. Rasmussen

Lo interesante en el caso de Xocén, es que no sólo se trata de una mayanización del cristianismo, sino de una xocenización del cristianismo. Es el único lugar en Yucatán en donde nos hemos encontrado con una versión étnica de la Biblia. No sabemos si existen en otras partes del área maya o de Mesoamérica. Esto sería un aspecto interesante a investigar. Sospechamos que no hay tantas versiones y que el caso de la ‘biblia’ de Xocen es bastante especial.

El suceso más insólito, es el de la presencia de José, María y Jesús en Xocén, como se podrá leer en relatos incluidos en este capítulo.

Primero, llama nuestra atención que José, el carpintero de la Biblia, ¡hace milpa, corta leña y usa hamaca como cualquier milpero xocenense! Después, nos sorprende que Jesús, a los seis años, formara a un hombre y a una mujer ¡con la ‘gracia’!, o sea, con masa de maíz, como hicieron a los hombres los dioses del Popol Vuh. Luego, Jesús asiste a un jetsméek’*, y también a un ‘lavamanos’ o p’o’ok’ab, que es una ceremonia maya que suele hacerse durante los matrimonios, cuando se entrega el oro y se dan los consejos, y los recién casados lavan las manos de todos los presentes. Jesús, ya estando en Xocén, no podía dejar de bendecir la milpa y de formar los cenotes, dejando la tarea secundaria, pero también importante, de formación de las sartenejas (hoyos de agua) a sus apóstoles Pedro y Pablo*. Así mismo, nos enteramos que durante la persecución que los judíos hicieron de Jesús, se crearon los piimo’ob (tortillas ceremoniales) y el atole de pinole, que, desde entonces y por órdenes de Jesús, se cuecen lento para retrasar a los judíos. El relato xocenense nos informa que antes de ser sacrificado, Jesús ya había enseñado ¡cómo rogar al dios Cháak, y cómo rezar a los santos wíiniko’ob!, siendo estos últimos una especie de ángeles de la guarda de origen maya. Finalmente, para rematar nuestra sorpresa, ¡la Santísima Cruz es la cruz de Jesús!, que quedó como herencia en Xocén, y que está sobre un cenote de agua que es “la llave de la lluvia”. Con razón el lugar en donde se encuentra la Santísima Cruz se considera el mismísimo Centro del Mundo.

La época de la inocencia cristiana es lo que los xocenenses conciben como ‘época de la virtud’, caracterizándose por ser un tiempo de gran poder en el que un grano de maíz bastaba para comer y la leña venía sola sin necesidad de cargarla. Es muy maya identificarla con el dominio de los itzáes, quienes vivían de manera sencilla, pero con gran poder. Resulta interesante que el concepto cíclico del tiempo maya, derivado de los ciclos que presenta el proceso agrícola, les permite plantear a los xocenenses que algún día van a regresar los itzáes con su forma de vida y su poder, y entonces habrá que renunciar a cosas que fueron incorporadas por los españoles (como la ropa o los zapatos al estilo de estos), para reconstruir la antigua forma de vida. Pero, por muy maya que sea la historia de los itzáes, igual en el texto que nos refiere la presencia de Jesús en Xocén, la influencia de la Biblia asoma cuando los xocenenses atribuyen a los mismos itzáes la construcción de la Torre de Babel; y, dado a la arrogancia de los itzáes por querer ver a Dios, el castigo que recibieron fue el ser encantados por Dios mismo. Pero, la sorpresa máxima la recibimos al enterarnos de que la lengua que se hablaba en todo el mundo, antes de que ocurriera el evento anterior, era ¡la lengua maya!

Estos ejemplos son suficientes para comprender por qué hablamos de la xocenización del cristianismo y de la Biblia.

De hecho, estando en el trópico es difícil entender el pecado de Adán y Eva en base a un manzano, ya que aquí no crece dicha especie de áreas templadas. Por eso resulta lógica la interpretación xocenense de que fue un plátano (seguramente de la variedad conocida como ‘manzano’) el que condujo a nuestros primeros padres a perder la inocencia, y los genitales que se formaron en ese momento ¡fueron iguales a la fruta origen del pecado!

En el panteón maya de Xocén hay una coexistencia entre dioses y entes sobrehumanos provenientes de los tiempos prehispánicos y del Dios cristiano y otros seres celestiales, tales como las vírgenes y los santos que fueron introducidos por los conquistadores españoles.

Los altos dioses mayas, que fueron identificados con las clases dominantes de antaño, fueron enérgicamente erradicados por los frailes españoles y ninguno sobrevivió. Pero dioses menores y entes relacionados con la vida en los solares, las milpas y los montes sobrevivieron la evangelización, y viven hoy pacíficamente, como una gran familia, con los sagrados personajes católicos.

En la familia que conforma este panteón maya xocenense, no hay duda de las jerarquías. En la cúspide está Dios, también invocado como Dios Padre, Dios Todopoderoso o Yuum Kaab. Es interesante notar que en la concepción de los campesinos tradicionales, Dios, en alguna forma, tiene esposa, que es la Virgen Xitsban Ko’olebil Sujuy.

A su lado está su hijo, Jesús, a quien también se le llama Dios. En forma jerárquica, bajo Dios y Jesús, encontramos un gran número de ángeles, santos y vírgenes. Cada uno de ellos tiene su tarea y trabajan en estrecha coordinación y bajo las órdenes de Dios Padre, y en menor grado con Jesús, salvo que se presente como Dios. Pero también bajo el comando de Dios se encuentran los cháako’ob, que son los dioses de la lluvia, y todos los seres sobrenaturales que cuidan montes, milpas y venas de agua.

Hay personajes que, de acuerdo con unas versiones de xocenenses, se encuentran bajo el comando del Diablo (como serían los aluxes, por ejemplo). El Diablo, que es el ‘malo’ en el concepto cristiano, se conoce en maya como Kisin, que era un dios del inframundo entre los antiguos mayas. El inframundo fue identificado con el infierno a partir del cristianismo y el Kisin con el Diablo.

En algunos relatos se puede leer la transición de una religión ‘pagana’ al cristianismo, como es el caso de las versiones que ven a los aluxes como seres al servicio del ‘malo’, o como aquellas que los ven como entes que tenían poder antes de que llegara el Dios cristiano.

Y así como existen una serie de personajes asociados al culto cristiano, los brujos se asocian con el Diablo y el poder que tienen de transformarse en animales que les ha sido otorgado por el ‘malo’.

En Xocén, a través de sus relatos, hemos encontrado los integrantes del panteón maya cuyo origen es católico, pero que se integran sin problemas en el panteón de los dioses mayas prehispánicos, y viceversa.

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