Por Silvia Terán y Christian H. Rasmussen
Estas llamadas “creencias” por, sobre todo, ojos occidentales, conforman un universo de conocimiento que no hemos explorado y que consideramos muy importante para adentrarse en la lógica y la ética de la filosofía de los mayas peninsulares.
No es de extrañar que viviendo en un entorno donde la naturaleza es un sujeto muy poderoso, incluso más que el hombre, mucho de este saber gira alrededor de los animales, de las plantas y también de sus interrelaciones con el hombre. Los animales son mensajeros de eventos y muertes, como los son muchas aves nocturnas; son seres con una aguda sensibilidad, como las abejas que son afectadas por el dolor de la muerte; anuncian lluvias, como las chachalacas que cantan de noche; se engañan entre sí para comerse unos a otros, pero a veces también se ayudan y protegen al hombre de los malos vientos y del Malo (Diablo), y hasta pueden sacrificarse por él.
Todo este saber que hemos metido en el mal llamado saco de las “creencias”, será uno de los temas que se profundicen por los propios mayas, para develar conocimientos y lógicas presentes en ellos como la analogía.
Bernardo Caamal, agrónomo maya, ha profundizado en uno de los aspectos de este conocimiento relacionado con los animales, las lluvias y la milpa.