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3. Tataquatla, pueblo tenec

Tatacuatla es una comunidad de bienes comunales indígena. La lengua materna de la población, es el huasteco, pero la mayoría de los hombres también habla español. Ninguno habla náhuatl, a pesar que en la comunidad vecina se habla ese idioma.

En 1974 fueron unas 50 personas las que viven en Tatacuatala. La comunidad está situada a unos 4 km. al oriente de Huehutlán. Antes, solamente se podía llegar a pie a la comunidad. Para poder vender mejor sus productos, en 1974 los campesinos decidieron abrir un camino a la comunidad. La tierra la tienen en común, pero esta parcelada. De las 99 has. a cada jefe de familia le toca una parcela, aunque hay algunos que no tiene más de 1/4 de ha. Los dos o tres más ‘ricos’ tienen unas 4-6 has. cada uno. Pero en realidad no hay gran diferencia entre la gente en la manera en que vive.

La comunidad se extiende sobre 2 lomas divididas por una brecha muy empinada. Se puede decir que cada centímetro está cultivado a pesar de las cuestas y lo pedregosos que está el terreno. La utilización de maquinaria sería imposible en Tatacuatla.

Para el autoconsumo se cultiva maíz y frijol, pero no lo suficiente como para satisfacer sus necesidades. La mitad de su maíz y frijol lo compran.

Para vender en el mercado cultivan caña de azúcar. Del jugo del aguamiel, hacen piloncillo. La mayoría de la gente tiene, además, matas de naranja y mandarina. Algunos también tienen matas de aguacate y mango que llevan a vender.

Para sembrar maíz y fríjol tumban el monte en febrero-marzo. Siembran antes de las lluvias, en abril-mayo. El maíz y el fríjol se siembran juntos. Una o dos veces tienen que chapear la finca de maíz antes de que se pueda cosechar en julio-agosto. Es posible sembrar maíz dos veces al año. La segunda cosecha se siembra en julio-agosto para recogerla en noviembre-diciembre.

Es una característica en Tatacuatla que todos, hombres, mujeres y niños participan en el trabajo del campo. El trabajo de la casa está, a menudo, exclusivamente para las mujeres.

La mayoría de los hombres saben escribir y leer un poquito – por lo menos su nombre-. Entre las mujeres hay muy pocas que saben leer y escribir. Antes de 1974 los niños tenían que ir a la escuela de la comunidad vecina de Tanleab. La mayoría de los niños han ido no más de uno o dos años a la escuela. Por falta de recursos para comprar revistas o libros, la gente no utiliza lo poco que aprendió en la escuela, y poco a poco lo olvidan.

En 1974 los vecinos de Tatacuatla, dirigido por el comiusario Pabvlo Santos Marcial, 1974-77, decidieron hacer una escuela en su comunidad. Con la ayuda del I.N.I. se construyeron varios edificios para un «albergue indígena» con 6 grados. Los edificios fueron hechos completamente por los vecinos, en el estilo tradicional local, y usando materiales locales. ¡En realidad la mejor solución!  La escuela está atendida por 6 maestros «promotores bilingües». La escuela cuenta con una huerta para enseñar a los niños el cultivo, y para proveer al albergue con verduras. Pero en general se puede decir, que la enseñanza es un poco ‘académica’ apegándose a lo que contienen los libros, y menos a los problemas y la realidad que constituye la vida cotidiana de los alumnos en sus hogares.

Las gentes de Tatacuatla viven en gran pobreza. Leche casi nunca toman. Carne dos o tres veces al mes. Pescado es algo que ni conocen. Para vestirse tienen uno o dos pares de camisas y pantalones. Y cuando uno se enferma, queda como único remedio un ‘mejoral’, unas hierbas, o ir al curandero que no cobra tan caro como un médico. Es la realidad y son hechos en la vida de la gente de Tatacuatla que no se pueden pasar por alto.

Pero también la vida en Tatacuatla tiene muchos aspectos positivos. Uno es ser bien recibido y la gente te da de comer y tomar. Uno, ( npor lo menos yo) siempre se siente a gusto en Tatacuatla. La vida es tranquila, y la mayoría de los problemas que surgen entre vecinos se pueden resolver en la Asamblea General. Durante la fiesta del Santo Patrón y en los días de ‘Todos los Santos’, la gente se reúna, baila, y reparte su comida y bebida.

El trabajo que realizan para vivir es pesado, pero al terminar la jornada, los hombres y jóvenes van al arroyo con su cascada y allí se bañan y juegan. Ya es tiempo para relajar y divertirse

!También existe ‘la buena vida’ en Tatacuatla!

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