Narrado en español por Teodoro Canul.
Nota: La grabación del relato fue transcrita de manera literal, sin omisiones, con el fin de dar a conocer, en parte, el habla del maya yucateco
Cuento de un cazador
Es el cuento de un cazador acostumbrado de salir a cazar día y noche. Si no vio nada en el día, en la noche va otra vez. Dicen que cuando un cazador sale, a veces mata dos venados; hay días que mata hasta jabalí. Un día dice el cazador a su esposa:
—Mejor vamos a fomentar una casa en la milpa para más cerca salir a cazar. Menos de viajar aquí de mi pueblo, porque está lejos. Menos viaje, allí vivo a mi milpa, más cerca a tirar venado.
Bueno, el cazador tomó acuerdo con su esposa, con sus niños y se fueron allí. Sí, se fueron ahí a fomentar su casa de su milpa.
Un día salió a cazar otra vez. Está caminando en el monte, sólo está yendo, no tiene ni camino ni brecha, sólo está yendo. Llegó donde está una milpa bien lograda, con maíz amarillo y frijol, calabaza, de todos sus sembraditos del señor.
—Carajo —dice— ojalá que vimos [vea] el dueño. A me lo compro elotes, frijoles para llevar.
Pero como no está, ni modo. Regresó otra vez.
Llegó a su casa y está bañando y está comiendo, y así está cotorreando a su esposa de lo que vio. Pero como su esposa está embarazada, no está bueno contar tal cosa que no hay. Está mal, se puede morir, porque en la casa no hay nada de comer [y] enseguida se hace mal a la señora porque no tiene lo que necesita a comer. Por eso no dice todo a su señora.
—Mañana tengo que ir otra vez para ver si está el señor y compramos elotes, todo [lo] que ya necesitas. Mejor mañana chan tengo que ir otra vez para que traigamos, para que comemos —dice a su esposa.
Despertó de la mañana y salió otra vez, y fue en el monte otra vez y siguió el camino de ayer. Llegó otra vez donde está la milpa, entró en su milpa del señor, buscando dónde está el dueño. Como todavía no vio el señor, caminó dentro de la milpa, no vio nada, camina y camina. Está caminando y vio el señor chapeando bajo los elotes, y habló:
—Pues, ¿qué hace el señor?
—Estoy chapeando.
—Ajá, ¿no es posible que vendemos un poco de maíz para llevar a mi esposa? Porque ayer llegué acá y conté a ella lo que hay. Pero como está embarazada, no sé cómo va a pasar ella —dice el cazador.
—De todas las cosas, maíz o frijol o calabaza hay, pero no es para vender. Es por condición —dice el señor—, si quieres regalarme a tu hijo que va a nacer, yo voy a llevarlo en la iglesia para que bautiza, pero tiene que regalarme por condición. Cualquier cosa sí puedes agarrarlo para llevar, pero por condición que llevo el niño, nomás para acompañar y cuidar mi casa.
Pues es Cháak —el Dios de la Lluvia. Sí es, él tiene poder, seguro, porque no es mes de cosecha, pero sí hay cosecha con él.
Pues ya se trató así. Trataron que cuando tiene 7 años el niño, va a llevar a Yuum Cháak a su hijo. El señor cazador llena su morral con elote y lo lleva a su casa. Llegó a su casa y dice a su señora:
—Dice el señor que no es para vender el maíz, se lo agarré por condición. Dice que a mi hijo a la hora de su nacimiento lo va a llevar a bautizar, pues menos gastos —dice el cazador—, más mejor así. Muy seguro voy a buscar elotes con mi compadre, se cerró contrato, ni modo, bueno, ni modo. Bueno, el señor cazador cuando se gastó eso que llevó, regresó a buscar otro en la milpa de Yuum Cháak. Así está yendo a buscar.
De un tiempo nació el niño, se llama Juan. Se vivió la medida para llevarlo al bautismo y se avisó a su compadre Yuum Cháak. Trató el día que se puede llevar en la iglesia a la medida del tiempo. El día que trataron de llevar al niño, lo llevaron, acompañó a Yuum Cháak y agarró el camino a la milpa del señor. Caminó, caminó, caminó con su mamá del nené, hasta que llegó al pueblo de Yuum Cháak.
—Párate acá, voy a avisar al padre si es posible hacer el bautismo —dice el señor.
Se entró allí y el señor va ver el padre para el bautismo, y llegó donde está el padre y trató de hacer el bautismo.
—Sí es posible —dice el padre— enseguida, enseguida se hace el bautismo, ¿dónde está el niño?
—Ahí, allá está.
Cuando terminó el bautismo, regresaron y llegaron otra vez donde está la milpa. Así dice el señor cazador:
—Gracias compadre que hiciste el bautismo. Gracias, bueno, hasta la medida, hasta los 7 años.
—No van a pasar [rebasar] los 7 años, porque mi ahijado tiene que ir conmigo.
Bueno, así trataron. Y mientras, el señor cazador libre en buscar su maíz para el niño. Todo el mes, todo el año, está buscando ibes, frijoles, calabaza, maíz. Todo el tiempo hay maíz. Todo el tiempo hay de todo, sí. Pues llegó los 7 años. El cazador no quiere entregar el niño.
—¡Óyelo, qué vamos a hacer —dice el cazador a su esposa—, pasó los 7 años!
Un día el cazador encontró al señor en su milpa otra vez.
—¿Qué le pasó compadre, y mi ahijado, no quieres llevarlo? ¿Qué tratamos? Hicimos trato bien.
—Muy seguro compadre, no pienses que no, seguro. Si quieres a tu ahijado, mañana, a nosotros lo vamos a traer con su madre.
—Está bien compadre, gracias.
—Bueno sí, muy seguro.
Regresó otra vez. Llegó a su casa y dice a su esposa que llevará Juan a su padrino. Mientras, la mamá está llorando el niño, pues quedó grande, ¿y cómo?, pero como hace tiempo se trataron la condición, ni modo. Se llevaron a entregar el niño a su padrino. Llegó donde está la milpa. Entró con su esposa, con Juan, y enseguida viene el señor dentro de su milpa.
—¿Trajiste a mi ahijado?
—Sí, allí está compadre. Allí está.
—Está bien, muchísimas gracias. Felicidades de ustedes. De todo el día, de todo el tiempo, de todo el año puedes venir a buscar elotes en mi milpa— dice su compadre Yuum Cháak.
Juan y el señor regresaron luego a la casa de Yuum Cháak. Y como él todo[s] los días tiene tinas con kool y pib con pavo [pavo preparado en pib con una salsa de maíz], dice:
—Niño, vamos a comer. Ahijado, allá está la comida.
De un tanto de comida tiene, porque todo el mes, todo el año lo están regalando tuutes [mollejas] con kool, con pavo. Por las ceremonias tiene un montón de comida de tinas de kool de pavos.
—Vamos a comer, hay bastante comida, ¡cómele!
—Está bien, padrino.
Y se sentó a comer el niño y también el padrino. Comió el señor una tina de kool, un pavo. Mucho comida. Comió su ahijado, comió como una hormiga, comió poquitito, como el pecho de un pavo, poquitito.
—Ay, no sabes de comer, ahijado. Debes comer tanto.
Así dice a su ahijado. Regañando a su ahijado para que se come mucho. Cuando amanece se despertó Yuum Cháak como de acostumbrado. Tiene que ir a su milpa, a su trabajo.
—Bueno, ahijado, sabes, tú vas a cuidar mi pavo, tú vas a cuidar mi gallina, tú vas a ver mi casa. Tú vas a atender hasta a mis caballos. Allá está la llave. Yuum Cháak sacó su llave y lo entregó a su ahijado, para que se cuide su casa del señor Yuum Cháak.
—Mire, a mediodía tú puedes dar su comida al pavo y a la gallina, no más eso, ahijado, pero menos que abre la puerta de las gallinas o de los pavos, no, no se puede, no puedes.
No dio órdenes que salen los pavos y las gallinas, que se van libre, no. Así dice Yuum Cháak, no dice que va a salir los pavos o las gallinas, no. Dentro de su casa de gallinas o pavos, tire el maíz para que comen ellos.
—Está bien, padrino, está bien, bien dicho.
Pues a la hora medida se levantó Juan de su hamaca, porque está leyendo, dejó su lección y salió a dar su comida de pavos, de gallinas. Y agarró el maíz y fue a ver. Primero su casa de pavos, y vio, pobre pavos, dentro de lodo están.
—Cómo van a comer, pobres, caramba. Voy a abrir para que sale. Así dice Juan [Teodoro se echa una carcajada]. Pues no tiene su pensamiento él, tomando lástima a los pavos, cómo va a comer el pavo dentro del lodo. Pues claro, está sucio, mejor afuera. Abrió la puerta y salieron los pavos. [A] Juan se comieron enseguida: ¡botch, botch, botch! ¡Listo! ¡Yaah se comió Juan! Comieron [a] Juan con el pavo de Yuum Cháak ¡sí! Regresó el señor en la tarde y vio que sus pavos andan libre dentro de su casa.
—¡Uaaaay, ya se comieron a Juan, caramba!
Vio dónde están los huesos de Juan y empezó a juntarlos, ahí hay uno, ahí hay uno y uno allí. Buscando Yuum Cháak dónde llevaron los huesos de Juan. —Espérate cabrón pavo, ahorita voy a cortar tu negocio, tu chiim [buche]. Cortó y sacó su carne de Juan de todo los buches de los pavos. Sacó a todos. Mientras, el hueso ya se juntaron y ponemos sobre el huesos la carne lo que sacamos (juntó los huesos y encima les puso la carne de Juan que había sacado), se amontonó así. Se paró a hacer su bendición. Habló su nombre de Juan [y] enseguida se paró otra vez Juan (creo que es como Dios —agrega don Teodoro—, sí, Yuum Cháak es como Dios según la forma que hizo la bendición, porque Dios hace eso. En el tiempo que está andando Dios [Jesús] en la tierra, hace eso, igual como Yuum Cháak. Cuando se para Juan, dice Yuum Cháak:
—Ahorita voy a castigarte Juan. Ya te dije que no puede andar libre el pavo o gallina. Ahorita voy a pegar.
Y pegó enseguida con un bejuco: ¡witch, witch, witch!
—No vuelvas a hacer otra vez, porque no está bueno.
—Está bien padrino, está bien.
Otra vez se despertó Yum Dziil [otro nombre paraYuum Cháak] para ir a su milpa. A medio día, Juan se levantó para llevar maíz a los pavos dentro de su casa de los pavos.
—No vuelvo a abrir otra vez, no —dijo Juan.
Llegó donde está la casa de las gallinas y vio cómo están dentro de lodo. No voy a dar su comida dentro de lodo, mejor voy a abrir para que sale afuera a comer, porque hay donde está seco, muy bueno parte para comer, pobre gallinas. Se abrió la puerta y salieron enseguida. Y enseguida comieron a Juanito, ¡enseguida!
Pues regresó el señor en la tarde y no hay Juan. Ya no hay Juan. Y vio que sus gallinas andando afuera. Pues, carajo, seguro comieron a Juan las gallinas. Buscando dónde están los huesos de Juan otra vez, juntó los huesos. Se agarra sus gallinas, corta sus buches y saca otra vez la carne de Juan. Luego pone la carne sobre los huesos y hace un montón de rezos sobre los huesos.
Se hace una bendición y habla su nombre, y se levantó Juan otra vez.
—¿Y qué te pasó, Juan?
—Me tomó lástima, padrino, porque dentro del lodo no quiero dar su maíz de las gallinas.
—Oye, ¿no te dije que no vuelvas a abrir otra vez esta puerta? Ahorita voy a pegar.
Y pegó otra vez enseguida con un bejuco. Se castigó así.
Pero Juan no entiende razón.
Cuando se despertó otra vez para ir a trabajar como de costumbre, dice Yuum Cháak:
—Oye Juan, este día hazme el favor de sacar mi caballo canela para que lo bañas, porque yo voy mañana con mi caballo, el caballo se llama “Canela”. No vuelva a soltar otra vez los pavos, las gallinas.
Juan se acuerda lo que había dicho su padrino, y en su casa dio Juan maíz a los pavos y las gallinas. Luego Juan agarró las llaves de su padrino y abrió todas las puertas a ver qué hay.
Una puerta se abrió y ¡ahí vio hasta los techos lleno de sacos!, y lo toca: chee, chee, chee, puros sacos de dinero. Tiene dinero mi padrino, dice Juan.
Abrió otra puerta y vio un tanque así.
—Pues, ¿qué es eso?
Está brillante y se metió su dedo. Su dedo se metió como así, y allí quedó el oro en su dedo. ¡Es la mina de oro! El oro no se quitó de su dedo.
Bueno, abrió otra puerta donde están los caballos y vio los caballos, pero de calidad, de gordos. Allí está “Canela”. Allí estaban todos los caballos de Yuum Cháak (Nota 1). Y abrió otra puerta y vio el caballo muy flaco, allí está también, pero está amarrado de cadena a un tronco de madera, allí pasa el caballo flaco, es el caballo de viento. Sí, sí es.
Y sacó a “Canela”.
—Pero qué bueno, tengo que montar el caballo bayo, el blanco. Muy necesario de montar el gordo —así dice Juan— pero de un día, vamos a ver qué día—dice Juan—, también el flaco tengo que montar.
En la tarde llegó su padrino. Antes de llegar, Juan amarró su dedo con un pedazo de ropa.
—¿Y qué te pasó, Juan?
—Nada, padrino.
—¿Cortaste tu dedo?
—No.
—No te dije que hasta que regreso cortamos la cáscara de caña para dar a comer. ¿Por qué lo haces?
—No, padrino, no.
—Pues si no, ¿cómo te cortaste tu dedo? Bueno, espérate pendejo, ahorita voy a curar.
—No, padrino.
—Sí, muy seguro está cortado. Tráilo [tráelo] y lo voy a curar.
Como su padrino sabe curar muy rápido, no cura con alcohol o cualquier medicina, no, creo que él sabe cómo curar por bendición. Pero Juan sabe que su dedo no es cortado, es el oro.
El padrino agarró su mano, quitó la tela y vio qué hay en su dedo. Y enseguida lo regañó.
—¿Y para qué te mete tu mano allí? Te di llaves, pero no para abrir las puertas. Estás haciendo mal, ahijado. Óyelo bien, ya te lo pegó [pegué] cuando lo haces mal.
—Está bien, padrino.
Bueno, ya está regañado Juan.
Mientras, el tiempo está yendo. Pasan los años y Juan está quedando un joven. Un día, dice Juan:
—Voy a montar el caballo flaco, tal vez que no cae —así dice Juan y ensilla el caballo.
Como ya vio dónde está guardado las sillas, agarró la silla y ensilla el caballo flaco. Se montó, sí se montó: ¡uuuuueee! ¡shhiiiii! Antes de salir sobre el monte, allí se quedó Juan tirado. Se cayó y se quedó en mil pedacitos, no sé dónde se cayó los pedazos de Juan, porque es el caballo del viento que montó. Y allí quedaron los pedazos de Juan, tirados por el viento antes que pueda salir. Igualito como la bomba, se truena, se parte a las personas, claro. Mientras el padrino está trabajando, se oye: ¡Shhiiiii!, ahí viene el viento muy fuerte con la lluvia.
—¡Uaaay, seguro Juan sacó mi caballo, seguro!
Y se fue él a ver su casa.
Pero mientras llegó Yuum Cháak a su casa, el caballo está trabajando, es el caballo de Cháak Tun Ikal, arranca todas las piedras, hasta los cerros se revuelve. Yuum Cháak se fue a ver, llegó y agarró su caballo de bayo y fueron a ver a dónde se fue el caballo flaco. Se alcanzó el caballo, pero mientras destruyó, sí, se destruyó donde se pasa el caballo. Lo lleva otra vez a su casa, pero, mientras, su ahijado no hay. Llegó con el caballo, lo amarró y empezó a buscar dónde se quedó Juan. Buscando sobre las hojas de las matas y sobre la tierra donde se quedaron sus huesos y carne. Y juntó otra vez todo. Enseguida echó su bendición y habló el nombre de Juan. Y Juan se paró otra vez.
—¿Qué te pasó, Juan?
—No padrino, bueno, perdón, agarré el caballo flaco y lo monté. Yo pensé que vamos a caminar, pero ¡chiiin!… no sé dónde lo quedó.
—Juan, hace tiempo estoy avisando para que no haces mal, pero tú sigue haciendo mal. No debes hacer mal.
—Sí, padrino.
Y Yuum Cháak pegó otra vez. Y Juan quedó otra vez a cuidar a su casa de su padrino.
De un tiempo Juan se animó otra vez a montar el caballo, el caballo gordo bayo de Cháak. ¿Sabes cuántos pasos da el caballo bayo? 120 leguas cada un salto. Un salto: 120 kilómetros, de un brinco. Por eso sí se alcanza a agarrar el viento más fuerte. Por eso, ¡120 leguas! pasa por toda la tierra a la hora que está trabajando [regando].
Bueno, Juan ensilló pues el bayo, y como él sabe dónde está la puerta al tanque de oro, dice:
—Oye bayo, yo quiero que salimos, pero pasamos primero por el tanque de oro todo mi cuerpo, hasta tu cuerpo también, todo te vas a quedar de oro.
(¡Ya oíste qué idea tiene, así se pasó en su mente, sí!, dice Teodoro).
Bueno, así lo hizo, se metió en el tanque de oro y salió. Y dice:
—Bueno, adiós padrino. ¡Vámonos, mi caballo!
Y ¡juuum!, 120 leguas. 120 leguas cada salto ¡jiiimm, jiiimm!
Regresó Yuum Cháak y no está su ahijado, y además llevó hasta su caballo. —Bueno, ¿y qué caballo vamos a agarrar para buscar a Juan? Juan no quiere regresar otra vez. Bueno, ahijado, ¡que te vayas bien con la bendición de Dios!
Como es Dios, no puede bendecir mal.
Se fue Juan. Juan llegó al pueblo de un rey. Antes de llegar al cabo del pueblo, en un banco de sascab [grava] metió su caballo.
—Aquí voy a dejar mi caballo. A la hora que te necesito, vengo a buscarte —así dice a su caballo.
Tiene su ropa de negro y enseguida se pone su ropa de negro. En todo, en su cara y en sus manos, quedó un negro. El Juan es un negro. Y se salió él así.
Se fue a su casa del rey:
—Oye, señor rey, estoy buscando chamba, ¿tú tienes chamba?
—Sííí, sí, cómo no, pero de condición. El que quita el anillo a su dedo de mi hija, va a hacer matrimonio con mi hija. Así es el trato, yo ofrezco mi corona.
Pero unos que no, aquí mata [a los que no lo logren los mata].
Así dice el rey. Está fuerte su orden.
—Bueno, muy seguro —dice Juan.
No se asusta Juan, porque tiene poder.
A la hora del juego, vienen los príncipes con sus caballos y brincan y pasan donde está la ventana con la princesa, con el anillo en el dedo de su mano. Arriba en el castillo está la princesa, es la forma, es la condición. Los príncipes tienen sus caballos bonitos, pero no llegan adonde está el anillo.
A Juan se (le) entregó una casa de gallina para vivir, como es negro, el rey lo dio. Allí se amarró su hamaca y allí duerme. Juan está viendo que están pasando los príncipes, pero no alcanzan donde está el anillo de la princesa.
Dice Juan:
—Ahí están los pendejos. Voy a buscar mi caballo, a ver si puede o no — dice él y llegó adonde está su caballo.
—Bueno, vámonos mi caballo. Vamos a dar un paso nomás donde está el anillo.
Y enseguida se montó su caballo. ¡Huiiimm!, nomás un pasito muy chiquitito hizo (Nota 2). Hasta xnuk rey [la reina] está haciendo cruz de su frente:
—¡Jesús, Jesús!
Pasó así como rayo de Cháak: ¡Leeeep! [a toda velocidad], así pasó Juan y agarró el anillo muy rápido.
Se lleva otra vez su caballo al corral y regresó donde está acostado en su casa, donde duerme.
—Juan —dicen los príncipes—, nosotros ganamos porque quitamos el anillo.
Porque el rey no vio quién lo buscó [encontró], ya no está otra vez el anillo en el dedo de la princesa. Pero la virgen [la princesa] vio quién lo agarró, vio que no es los príncipes.
Cuando se despertó otra vez, dice el rey:
—Tienen que ir por la guerra que viene sobre mí. Que traigan la bandera (del enemigo) donde hace la guerra. Yo voy a entregar la corona, hasta mi hija, a quien gana la bandera —dice el rey.
Los príncipes preparan sus comidas, tortas de todos sus gustos. Llevaron con su caballo, y se fueron ellos. Pero, mientras, Juan no está apurado. Pero la princesa, antes de amanecer a la hora, bajó de donde estaba arriba su casa y fue a hablar con Juan.
Dice la niña:
—Juan, tienes que ir a la guerra y ganar la bander
—Perdón niña, no se puede. ¿Cómo puedo ir si estoy [soy] negro? Soy pobre. No tengo nada.
Pero la niña vio que Juan agarró su anillo, sólo se está haciendo pendejo, sí. Y la niña no logró nada con Juan. Pero Juan sabe qué va a hacer.
Se fueron los príncipes, y vino otra vez la niña a divisar a Juan.
—Juanito, si quieres ir, a’i me lo busco el caballo de mi papá. Ahí está adentro del corral.
—No, niña, no te vayas a perjudicar. No te perjudicas más.
—Sí, Juan, ¡vete!
—Bueno, pero traes un caballo flaco. No traes el gordo.
—¿Cómo vas a caminar con el flaco, Juan? —dice la niña.
—No, niña, el flaco, ¡tráelo!
Trayeron [trajeron] el flaco, y Juan ensilló con aparijo [aparejo] el caballo y montó. Frente de la niña, frente del rey, para que se ve qué hace Juan. Pero se sienta de atrás, no de frente [al revés]. —Ay, qué pendejo —dice el rey, hasta la princesa.
—Qué pendejo. No va a ganar la bandera un pendejo que está andando atrás —así dice el rey, hasta las hermanas de la niña:
—Un pendejo el Juan negro.
Se acaba de ir Juan con el caballo, y deja el xlá [insignificante] caballo y agarró su caballo:
—Vamos mi caballo. Vamos a buscar una bandera de un pueblo donde hay una guerra, porque desde ayer se fueron los demás.
Él va último, pero como de un momentito se viaja, muy rapidito se va y muy rapidito regresa. Por eso él no se apuró.
Sabe de viajar porque tiene caballo de virtud. Pues se montó su caballo y se fue. Cuando se pasó donde se caminan los príncipes, pues ante su frente están haciendo la cruz: —¡Jesús, Jesús! —dicen ellos.
¡Leeep!, Juan agarró la bandera y regresó otra vez. Vio dónde vienen los príncipes y bajó en el camino con la bandera en mano.
—¿A dónde van ustedes?
—Vamos a ganar la bandera de la guerra que viene sobre nuestro suegro —así dicen los príncipes.
—¡Ajá! oye, ¿ustedes quieren que les entrega [entregue] la bandera?
—¡Si sí! —gritaron todos.
—Bueno, pero voy a pasarla sobre sus espaldas. Tienen que acostarse para que la paso [pase]. Nomás un ratito, para que pueden llevar la bandera —dice Juan—, ya me agarré la bandera que ustedes buscan. Si quieren que lo entrego (la entregue) la paso sobre sus espaldas.
—Está bien, está bien. Sí, sí, qué bueno.
Enseguida se acostaron y Juan marcó con su nombre en la espalda de ellos: Juan, Juan, Juan, sin que se dieran cuenta.
Así pasó Juan más abusado y entregó la bandera a los príncipes.
Después, en un momento [rápido] regresó Juan. Los príncipes caminan con sus caballos, por eso tardan de viajar dos, tres días. Pero Juan no, en un momento viaja, como el viento viaja. Por eso, rápido de regresar.
Llegó otra vez y guardó su caballo, y agarró otra vez el caballo flaco y se sentó atrás [al revés]. Atrás se llegó, como salió. Y la gente gritan:
—Ahí viene el hoy keb [el flojo], el pobre, ya viene Juan. Están riendo de él, el rey, sus hijos y los demás. Bueno, llegó y quitó su aparejo y lo dio a la niña otra vez y lo llevaron al corral.
Se fue a su casa a acostar otra vez. Pero mientras, los príncipes todavía no han llegado. De un día llegaron los príncipes y entregaron la bandera a su suegro el rey.
—Bueno, ya ganaron la guerra, bueno —dijo el rey. Pero hay una prueba más. Quien trae mi ropa completo, hasta mi sombrero, hasta mi zapato, yo a él voy a entregar mi corona, hasta mi hija.
Se oyeron los príncipes. También Juan. Tienen que ir a una ciudad a comprar la ropa del rey y la reina. Ropa completos. Lo oye Juan, y viene la niña.
—Oye, Juan, que te vaya [vayas] a comprar la ropa de mi papá.
—Niña, no sé dónde lo puede [puedo] conseguir o dónde lo voy a comprar. —Que vaya [vayas], que sale [salgas] donde está la ciudad, porque seguro allá hay ropas de los reyes. Hay ropa de mi papá allí. ¡Que vayas! —No puedo, además no tengo dinero. Es una chinga que estoy llevando aquí —dice Juan.
Apenas se quita la niña, y empieza Juan a pensar cómo va a hacer. Es muy abusado.
Mientras, los príncipes rápido se fueron a comprar la ropa.
Trajo otra vez el caballo la niña:
—Allá está el caballo, que te vayas a comprar su ropa a mi papá.
—Niña, trae el flaco, no te vayas a traer el gordo, porque el gordo no camina rápido, pero el flaco sí camina.
Enseguida, llevaron otra vez el caballo gordo y trajeron el caballo flaco. Se ensilló con aparijo [aparejo] y montó. Otra vez de atrás se montó, se fue otra vez Juan. Dejó el caballo flaco en el monte y se fue a buscar el caballo de él: —Vámonos, mi caballo. Yo voy más delante de los príncipes para hacer una ciudad. Todo tu cuerpo va a quedar como una ciudad. Todo va a haber. Tu pelo se va a quedar como ropa. Toda clase de ropa de un rey va a haber. Con la virtud que tiene el caballo de Yuum Cháak Juan está haciendo una ciudad. Sí, su caballo tiene virtud. Enseguida pasó delante de los príncipes en su caballo, y llegaron los príncipes a una ciudad. En el camino donde vienen los prín cipes, allí hay un almacén y Juan es el dueño. Allí vende toda las ropas de los reyes y de las reinas. Llegaron los príncipes y vieron el almacén:
—Creo que hay ropa de rey. Seguro, sí, ¡vámonos! —entran todos—. Nosotros venimos a comprar ropa de los reyes y también para la reina. Si tiene, ahí me la compro.
—Sí, de toda clase, de toda marca, de todo color. Sí hay, señores. Agarran ropa de rey. Cada uno compra ropa de rey, compran también para la reina, se hace su compra de ellos. Todo se compró y regresaron otra vez. Regresaron ellos, y Juan desapareció la ciudad otra vez con el almacén. Juan montó su caballo y regresó otra vez donde caminan los príncipes. Él tiene ropa por bendición. Muy seguro, ¡antes de lo seguro!
En un ratito regresó Juan. Guardó su caballo otra vez y montó el caballo flaco: poc, poc, poc. Se quitó la silla y entregó otra vez el caballo a la princesa, y ella lo llevó al corral y se fue a su casa. Apenas de llevar el caballo, la niña fue a quejarse con su papá y su mamá:
—¿Por qué no está bueno el negro?
—¿Cómo te animas a regalar [casarte] (Nota 3) a un negro?
¿No ves que está negro?
—Ay cabrón —dice la princesa regañando, porque ella quiere el negro. Porque, claro, ella vio que él ganó el anillo y la bandera. Ella lo está viendo, ¡por eso!
Regresó la niña a pedir a Juan:
—Oye, ¿trajiste la ropa de mi papá?
—Niña, ¿de dónde voy a agarrar? No niña, sólo me cansé de viajar y regre-
sé. No miré, no llegué adonde venden ropas de reyes.
Así dice Juan. A la niña no le gusta oír lo que está diciendo Juan, porque no compró nada.
Mientras, los príncipes regresaron con su compra de ellos. Allá está la niña viendo los príncipes, entregando la ropa.
—Bueno —dicen los príncipes—, allá están las cosas, señor rey. Se entregaron la ropa y enseguida lo pone el rey. Pero ¡qué ropa!, su camisa tiene una manga larga y la otra corta.
—Está malísimo —dice el rey.
Se pone los pantalones, y un pantalón llegó hasta su pie y el otro a la mitad nomás. Pues no está bien. Toda la ropa así. También a la reina, no está bien.
Enseguida, corriendo, la niña fue a buscar a Juan:
—¡Trajeron la ropa los príncipes, no está bien!
—Qué me importa, niña, ¡yo no tengo nada que ver con esto! Pero Juan sabe que él está vendiendo la ropa de rey malísimo. Él lo dejó mal, bien sabe él. Los príncipes no se dieron cuenta. Juan hace mal la ropa, pero él no dice nada. Perdieron los príncipes. No lograron de ganar nada.
La niña corrió a buscar a Juan:
—Juanito, vamos a llevar la ropa de mi papá.
—Pero, niña, no lo fui a buscar, no tengo.
Pero mientras, la niña todo está viendo en la bolsa de Juan.
—Bueno, niña, vamos a entregar la ropa a tu papá y a tu mamá, para que vean que yo soy negro, pero también soy hombre —dice él.
Se acompaña [a] la niña y se llevan la ropa. Sacaron de una cajita muy chiquitita toda la ropa.
—¡Ahí está su ropa, señor rey. Ahí está su ropa, reina!
Enseguida, el rey agarró la cajita, y como se abre una puerta, todo sale saltando. Así pasó a su ropa, su sombrero, su zapato. Puso su sombrero ¡bien, bien, bien! Vemos mi camisa, bien, ¡completo! Hasta su pantalón, ¡completo!, zapato, bien. También la ropa de la reina está bien.
—Esta noche, vamos a gozar. Vamos a hacer un grandísimo baile para entregar mi corona a Usted Negro.
—Muy bien, gracias señor rey —dijo Juan.
—También vamos a ver quién ganó el anillo.
—¡Siiií! —gritaron todos.
—Y a ver quién ganó la bandera —dice el rey.
—Sí, vamos a ver quién ganó todo —dijo Juan.
Se hizo un gran baile en la noche. En medio del baile, se paró Juan a decir:
—Rey, pues vamos a ver quién ganó todo para ver quién va a ser rey.
—Bueno, vámonos.
—Bueno, a nosotros —dicen los príncipes. —Está bien —dice el rey—, ¡vengan!
Enseguida llegaron allí, frente de la gente.
—La primera prueba ¿quién ganó el anillo?
Pero los principes no entregan el anillo, y mientras se están viendo la cara de ellos.
—Pues, yo tengo el anillo señor —dijo el negro y sacó de su bolsa el anillo.
—Y la bandera ¿quién lo ganó?
—Yo también me ganó [la gané], señor rey.
—No, a nosotros ganamos —gritaron los príncipes.
—No, príncipes, agarra la espalda de ellos ¡véalo!, ¿qué tienen? ¿qué nombre tienen, señor rey?
Y vio el rey, todos tienen el nombre Juan.
—Yo les entregó [entregué] la bandera, por eso marco [marqué] mi nombre en sus espaldas de ellos. Pero ellos no lo vieron.
—¡Ajá!, Bueno, ya no tienen nada ellos, Juan lo ganó. ¡Allá está mi corona, Juan!
La reina entregó su corona a su hija y se hizo el baile.
Juan ganó todo, pero por la virtud del caballo de su padrino. Es una virtud que tiene, por eso se ganó, por su palabra de su padrino. Ahí oíste lo que dijo el padrino: “¡Bueno, que te vaya bien con la bendición de Dios!”.
Un señor me contó la historia por rumbo de Chetumal, por un ingenio que estaban haciendo. Por eso tengo el cuento grabado en mi cabeza. ¡Ja, ja, ja!
Así terminó Teodoro Canul su cuento, carcajeándose.
Nota 1: Don Teodoro ‘sale’ de su cuento para explicar las virtudes de los caballos de Yuum Cháak:
- Sak tsimin – el caballo blanco trae agua buena y cae lluvia buena para el maíz. Abarca 120 leguas por cada brinco que da.
- Chak tsimin – el caballo canela trae lluvia roja, que es mala para las hojas del maíz porque quedan rojas.
- Box tsimin – el caballo negro trae agua negra y se quedan negras las hojas y elotes del maíz.
- Chak tun ikal tsimin – el caballo flaco trae truenos, mucha agua y huracanes y levanta piedras en su camino. Es el caballo de terremoto.
Nota 2: Un pasito nomás, porque el caballo avanza 120 leguas de un solo brinco.
Nota 3: Regalar. En la comunidad de Xocén se usa la palabra ‘regalar’ para indicar ‘casar’. Los papás ‘regalan’ a su hija al futuro esposo.