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Con buena razón se puede decir que el grado de desarrollo de un país o región se refleja en el nivel de bienestar de la población. Y factores que hoy determinan decisivamente ese nivel de bienestar son elementos como el grado de educación y el nivel de alfabetismo. Además de la buena alimentación de la gente, la salubridad y sus posibilidades para ir con un médico o un hospital en caso de enfermedades. Si utilizamos a esos parámetros para medir el bienestar de los huastecos, fácilmente podemos concluir que las condiciones son graves en la Huasteca, y que la situación sólo puede caracterizarse como un subdesarrollo intolerable que ha penetrado cualquier aspecto de la vida social de esa región fértil, hermosa y de la naturaleza dotado con abundante riqueza.

Salud

Los jóvenes se casan a temprana edad en la Huasteca. Seguramente es una característica de una sociedad agraria donde los valores sociales no hacen énfasis en una educación formal. En 1970 en la Huasteca 21 % de las mujeres entre 15-19 años ya tienen niños; en la ciudad de San Luis Potosí, solamente el 8 % de las mujeres en ese grupo de edad tienen hijos.

La mayoría de las mujeres en la Huasteca, dan parto a sus hijos en sus casas. Sobre todo entre la población indígena. De ese modo, la humanidad ha resuelto sus nacimientos durante miles de años, y el método es bueno mientras no haya problemas y el ambiente esté limpio. Pero no siempre es así. Una vez vi a una mujer joven pariendo en la Sierra de Aquismón. Su niño había salido, pero la placenta todavía no, y así se había quedado 20 horas acostada en un petate sucio, con el niño entre sus piernas, tapado con un costal de papel. El niño estaba sucio con polvo del piso, y su cuerpo tenía un color azul por el frío. Un curandero había tratado de expulsar la placenta con un baño de yerbas. No tuvo resultado. Nada más había logrado provocar más rápido la inflamación en el vientre que luego quitó la vida a la mamá y al niño.

En otra ocasión ví a una niña de unos 10 años en Tancuime, cerca de Aquismón. Estaba muy anémica, y por su debilidad, se le habían agregado otras enfermedades. Era evidente que así no podía sobrevivir mucho tiempo. Todos lo sabíamos, incluso la niña que en varias ocasiones lloraba diciendo:

«No quiero morir». Sus papás lo sabían también, pero ellos pasaron la responsabilidad a Dios. Además de que no tenían dinero para comprar ni medicina ni alimentos suficientes. Y así se murió la niña.

Por falta de asistencia médica, por falta de alimentación suficiente, por falta de agua potable, y por ignorancia de higiene, toda la población indígena en la Huasteca tiene varias enfermedades gastrointestinales. Además, el 22 % de la población tiene otras enfermedades más graves que requieren atención médica -una atención que por varias razones no reciben. Las enfermedades más frecuentes son, según su rango: tuberculosis, enfermedades gastrointestinales, anemia, enfermedades respiratorias, epilepsia, enfermedades de la piel, y abortos y enfermedades relacionadas al embarazo.

Es evidente que la mayoría de las enfermedades están provocadas por las pésimas condiciones sociales en que vive la mayoría de la gente. Por eso las enfermedades no se curan solamente con medicinas, pero por una mejor alimentación y mayor atención médica.

Educación

En cualquier tipo de sociedad, existen formas de educación. En las comunidades tradicionales agrícolas, son los papás los que enseñan a los niños las cosas necesarias para sobrevivir: cultivar la tierra; cazar, construir casas y preparar la comida. La educación no está formalizada, los niños aprenden observando a los grandes y poco a poco empiezan a integrarse a los procesos de trabajo. Ese tipo de educación ya no es útil y funcional para una sociedad moderna.

Casi la mitad de la población de la Huasteca tiene menos de 15 años. Eso quiere decir que están en la edad escolar en la que debían recibir educación. La realidad es que muchos niños no cumplen con esos ‘deberes’. La información que tenemos sobre el nivel de educación, son del censo de 1970. Es cierto que el Gobierno se ha esforzado mucho en introducir más escuelas y maestros en las comunidades, sobre todo en los últimos años. ¡Pero!

En 1970, una tercera parte -32%- de los huastecos eran analfabetas. Eso quiere decir que no saben leer o escribir. Pero hay municipios en donde la taza de analfabetismo es mucho mayor. Son mucho más mujeres que hombres las que componen el grupo de analfabetas. En la Huasteca, son 28 % de los hombres y 36 % de las mujeres los que son analfabetas, y en los siguientes municipios la relación es así: Aquismón: 45 % y 63 %, San Martín 43 % y 60 %, y Tamazunchale 37 % y 52 %, hombres y mujeres analfabetas.

En realidad, podemos concluir que el grado de analfabetismo real es mayor, porque el hecho de que una persona pueda escribir y leer su nombre, y no mucho más, no quiere decir que esa persona pueda expresarse por escrito o sacar la información de un libro o instrucción. La casi total ausencia de libros o folletos de instrucción, hace que la gente no tenga oportunidad para usar sus conocimientos. El resultado es que lo poco que saben lo olvidan poco a poco. Porque poco les sirven.

En 1970 todavía existían muchas comunidades que no tenían escuelas. El resultado era que muchos niños nunca entraron en la escuela. De los niños de 7 años, únicamente entre la mitad y tres cuartos, según el municipio, recibían instrucción. Ese nivel de participación se mantiene, según la estadística, hasta los 12 años, cuando la participación disminuye considerablemente. Es la edad cuando los niños tienen que empezar a trabajar y dejan por completo la escuela.

En muchas comunidades donde sí hay escuela la atiende sólo un maestro. Es evidente que una persona no puede atender adecuadamente a un grupo que a veces sobrepasa los 50 alumnos y que tienen distintas edades y preparación. Además, en las comunidades más aisladas, los padres se quejan muchas veces de que los maestros se ausentan el jueves en la tarde y no regresan hasta el lunes a medo día, o el martes. También se oye a los padres quejarse de que los niños no aprenden nada de cómo cultivar la tierra. Tal vez esa no es la tarea oficial de la escuela, pero el hecho real es que la mayoría de los niños van a pasar su vida en el campo, y vivir de lo que puedan cultivar.

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