¡Diabetes mellitus!, o ‘sukkersyge’, ’enfermedad de azúcar’ en mi lengua danesa. Si sabía que existía, y que era un problemota creciente en el mundo. De cerca, un tío y una tía materna y dos primos tuvieron diabetes 1, y murieron demasiado jóvenes, pero en mi vida no le presté mucha atención.
De joven yo consumía grandes cantidades de azúcar, chocolates y dulces, a veces a escondidas de mí mamá doctora, que siempre me regañaba por tanto dulce. Pero en la familia comíamos sanamente montones de verduras y frutas, y ejercicios nunca faltaron porque casi todo el transporte era a pie o en bici. Me imagino que por eso me salvé de sobrepeso y diabetes. Mi deuda la tuve que pagar con los dentistas.
Nunca le di mucha importancia a la diabetes sino hasta 2013 cuando en un periódico local leí sobre un gran proyecto en la ciudad de México para iniciar acciones de concientización y de combatir las causas de diabetes. Lo que me llamó mi atención fue, que el dinero para pagar todo eso salió de la compañía danesa Novo o Novo Nordisk que se había hecho súper rica con la producción y venta de insulina. Hoy es la empresa más grande de Dinamarca. ¡A lo que puede llevar una enfermedad! Ahora la empresa da a la Fundación Mundial de Diabetes, WDF, dona grandes cantidades de recursos para frenar la diabetes. Es interesante observar que la fundación más generosa para apoyar el arte, cultura e investigaciones en Dinamarca es la cervecería danesa Carlsberg. O sea, son los bebedores y los enfermos los que pagan.
La nota periodística me llamo la atención. En cierto modo se puede decir que los yucatecos son una gran familia donde todos se conocen. Así también los daneses. Somos tan pocos en la tribu danesa, que siempre podemos reconocer relaciones con otro paisano. Y por ser de la misma ‘familia’, las interrelaciones son fáciles, directas y en cierto grado informales. Con todos, menos con Su Majestad la Reyna Margrethe, nos tuteamos. Todos vamos en bicis, y todos sacamos números para ser atendidos, a la hora indicado, con los médicos, hospitales o burócratas de los servicios públicos que ofrece el estado con nuestros impuestos bien administrados.
Con mi eterna búsqueda de proyectos interesantes, y no menos para poder sobrevivir se pararon mis antenas por lo que leí. Consultando luego a ‘San’ Google, descubrí que una compañera de mis estudios de antropología estaba en el consejo administrativo de la fundación y pensé – ¡Lotería, allá esta mi ‘gallina’! Manos a la solicitud. O sea, que en esta estamos como en México – las palancas ayudan.
En un principio pensé que podía ser una nueva oportunidad para mi esposa Silvia de desligarse del Gran Museo Maya de Mérida donde se sentía poca aprovechada y regresar al pueblo de Xocén, donde habíamos trabajado juntos.
Ella empezó a buscar información sobre ese monstruo creciendo llamado ‘diabetes’. México ocupa el 6° lugar mundial con diabetes, con 9.4% (2016) de la población. Para su mala suerte 70% de los mexicanos tiene el gen, HNF1A, que en condiciones desfavorables puede disparar la diabetes. En Yucatán, 14,4 % de sus habitantes padecen una o todas las enfermedades relacionadas con la obesidad y la diabetes – por encima de la media nacional. ¡Había que hacer algo!
Como el proyecto implicaba muchos viajes y ausencia de Mérida, al final ella dejó las riendas a mí. De observar y describir la cultura maya, pasé a la acción directa para tratar de cambiar costumbres y crear conciencia sobre sus problemas graves de salud.
En el otoño 2015 inicié el proyecto Utsil kuxtal – Sanamente Maya, en coordinación con autoridades estatales y locales. El interés y participación de la doctora Guadalupe López Reyes, directora del Centro de Salud de Xocén, fue determinante para realizar el proyecto. Y sin la luz verde del Dr. Rudy Humberto Coronado Bastarrachea, jefe de la Jurisdicción Sanitaria No. 2 de los Servicios de Salud de Yucatán, el proyecto nunca habría agarrado vuelo.
Cierto, varias instituciones oficiales tienen programas para combatir la obesidad, pero en pocas comunidades se han coordinado los esfuerzos, ni visto el problema como un fenómeno cultural, que debe ser manejado como un proyecto holístico. Sostuve que con mi enfoque antropológico, aplicado en una comunidad chica, se puede evaluar mejor los factores que determinan la resistencia y voluntad de cambio, para poder promover los cambios necesarios. Y ¿porque no en Xocén? Las experiencias obtenidas allí pueden posteriormente ser aplicadas en múltiples comunidades indígenas similares en Yucatán.
El dinero de la fundación WDF fue canalizado en septiembre 2015 a la CICY (Centro de Investigación Científica de Yucatán). Con sus estrictas reglas burocracias el proyecto estaba al punto de naufragar. Sus normas dan pocas posibilidades de resolver problemas sobre la marcha. Contratar obras, trabajos y acciones que pudiera beneficiar a la economía de la gente del pueblo fue imposibles. La gente en el campo y Xocén no puede facturar, no está registrada en el sistema de impuestos de la SAT, (Servicio de Administración Tributario), y no tiene cuenta bancaria o correo electrónico – todo necesario para recibir pagos.
Realizar el Proyecto con esa camisa de fuerza me quedó tan imposible como juntar en un vals a un bailarín de ballet con una jaranera. Después de un año de buenas intenciones, y pocas resultadas, hicimos un divorcio mutuamente deseado y acordado. Si lo puedo admitir, y me acusa mi esposa Silvia, que yo trato de brincar las trancas y hacerlo ‘my way, a mi manera’, como canta Frank Sinatra y el arriero de José Alfredo Jiménez. Pero es que yo busco resultados y no numeritos, y a veces hay que brincar las bardas.
En julio 2017 se reinició el proyecto en una forma, para la WDF, no muy común, pero al fin aceptado, con el contador Guillermo Chuc Gonzales como administrador y yo, Christian, como ejecutor. Y, humildemente, creo que ha funcionado bien.
Se atribuye el dicho: La confianza es bueno – el control es mejor, al padre de la Unión Soviética, Vladimir Lenin. Y ¡por tanto control se colapsó la Unión Soviética!
Mi experiencia en mi vida entre la gente en Yucatán es a revés. Confianza abre puertas, hace que las cosas fluyen, y que la gente participa con entusiasmo y responsabilidad. Claro, sin control las cosas pueden descarrillarse. Como he experimentado, aquí la gente te abre las puertas con confianza y te ofrece una hamaca para sentarte. Y cierran las puertas si tú traiciona. ¡Así sencillo!
Crear conciencia y cambiar costumbres culturales no se logra de un día para el otro. Pero, a ver ¿Cuáles han sido, hasta mayo 2018 los logros del Proyecto?
Para conocer la realidad de Xocén inicié con un censo socio-económico entre 7 % de las familias. Resultó que el 25% tienen algún grado de obesidad, y de ellos 33% son de sobrepeso. Y ¡Ojo! – 7% sufren de desnutrición.
El gran reto para combatir la diabetes es alcanzar a los niños. Por tres ciclos escolares, de 2015 – 2018 tomemos medidas corporales de todos los alumnos, de preescolar hasta bachillerato, con alrededor de 650 alumnos en cada siclo. Los resultados, no muy alentadores, demostraron un constante aumento de peso corporal de 25% hasta 30% con sobrepeso.
Argumentando que un niño/a obesa crece en una familia obesa – aunque no necesariamente todos los miembros son obesos o tienen sobrepeso – establecimos contacto con las familias. En mayo 2018 ya son 56 familias.
A todos los miembros de las familias ‘gordas’ los invitamos a tomarles muestras biomédicas a base de una gota de sangre de su dedo. Con eso obtuvimos información sobre su estado de salud, azúcar en la sangre, colesterol, triglicéridos, y resistencia a la insulina.
Resultó que 74 % de los checados tienen sobrepeso, y un creciente número tienen altas probabilidades de tener resistencia a la insulina, lo que puede llevarlos a la diabetes.
El consumo de las diferentes formas de carbohidrato en pan, tortillas, galletas y refrescos es alto, mientras el consumo de frutas y verduras es muy limitado. Pero comer sanamente no es tan fácil por tradiciones culturales y además requieren gastos económicos que mucha gente no los tiene. La bebida de refrescos embotellados es amplia y la gente no es consciente de la gran cantidad de azúcar que llevan. Por eso demostramos en las reuniones con las familias el número de cucharadas de azúcar que contiene un jugo, un chocomilk, una Coca o Pepsi. Se asustaron.
En Xocén están, (enero 2018) registrados 99 pacientes con diabetes mellitus 2. Son 4,1 % de la población – muy por debajo del nivel estatal con 14,4 % de la población en 2016. La diferencia se explica por el hecho que mayormente son personas de la 3. edad que son registrados. Y ¿los jóvenes? No hay registro. Una cosa que me llamó la atención es que no hay registro de Diabetes 1 que es de herencia. ¡Debe existir!
Si como a mí, no me ha tocado de cerca gentes con diabetes, el encuentro me impresionó. Visité una mujer joven que estaba en agonía, y a los pocos días murió. Debajo de su hamaca guardó un machete para alejar los malos entes que solo ella viera.
Entre 4 hombres y 9 mujeres con diabetes en Xocén hice, con la doctora Guadalupe López entrevistas, para ver cómo viven con su enfermedad.
Doña Librada es un caso impresionante. Los doctores ya la habían programado amputación de su pie, pero en último momento se resistió. Con un médico particular hizo tratamientos por más de un año y salvó su pie y su movilidad, gastando todo el capital de su familia. Pero como dicen, una calamidad no viene sola. Al año se perdió la vista en un ojo, y el otro está muy dañado. Con el Proyecto he tratado de ayudarla en lo que se puede, porque la Fundación no da apoyo a curación. Por eso organicé una colecta con el lema Ver y no ver – es la cuestión de Librada, parafraseando a Hamlet. Con eso se logró juntar fondos para sus viajes a los hospitales y otra cantidad para reconstruir su cocina, que no está en el mejor estado. Doña Librada tiene muchas ilusiones de lograr estabilizar su vista y después trabajar para informar a las personas de Xocén sobre los cuidados para no llegar a donde ella está. Su entusiasmo me ha inspirado de apoyar y su estado se me pone en relieve mi propia buena suerte de poder ver las maravillas de la vida.
Los hombres generalmente no aceptan las primeras llamadas de atención de tener diabetes – hasta que ya es tarde. Un caso dramático es el de don Gerónimo. Un día, milpero y el día siguiente sentado en el piso sin su pierna derecha. Como nunca entendió o aceptó lo que le pasó, lamenta su situación. Hoy, además sin hijos y sin más ingresos de lo poco que el estado distribuye entre las personas de más de 65 años. Una cantidad correspondiendo al ‘salario mínimo’ – y de lo que ni se puede vivir ni morir.
Dime que comes, y te diré quién eres. Hicimos registro de lo que come una familia durante una semana. Empiezan el día con una tasa de café con azúcar y un pan o galletas de globo. ¿Nada más?, ¡No! Es con lo que arrancan su día. El resto, poco variado, prácticamente sin verduras y muchos carbohidratos. Introducir guisos, sabrosos, sanos y baratos, es una parte importante en el Proyecto. Se construyó una palapa con una cocina chica para demostraciones y reuniones. Con el estabelecimiento de una huerta para cultivar frutas y verduras sanas, trataremos de mejorar la alimentación, en primer lugar entre las personas obesas y con diabetes, pero evidentemente extendido a todos.
El Proyecto terminó a mediados de 2018. Algo se ha logrado, pero quedan muchos hilos sueltos. Así como lamentamos los viejos al fin de nuestra vida, así siento que ahora tengo las experiencias y conocimientos que me faltó al inicio, para continuar y terminar las metas marcadas. Estoy ahora solicitando una extensión del Proyecto. Para poder ver resultados, sobre todo en salud y alimentación se necesita medir por un espacio de una generación. Con mi edad no soy yo el que voy a poner la última piedra, pero vale la pena y espero que otros sigan y terminen.