Los antropólogos somos hijos del colonialismo europeo y se nos hace un poco difícil quitarnos ese estigma. Los que han tenido la buena suerte de salir de Europa para realizar trabajos de campo en un pueblo alejado y con costumbres raras, siempre hablan de su pueblo como mi pueblo. Así Xocén se volvió por años mi pueblo. O más bien nuestro pueblo, porque todos los trabajos realizados allí, los hice con mi amada esposa Silvia Terán. Sin ella no se hubieran logrado.
Finalmente, el pueblo es de los xocenenses, y corresponde a ellos escribir sus historias. Así será, y poco a poco son los mismos mayas que están escribiendo su historia. Una comparación: los estudios y descripciones de la historia, cultura y tradiciones de los daneses siempre fueron realizados por daneses. Me imagino que por la simple razón de que nunca fuimos conquistados – como los mayas. Evidentemente existían muchos estudios hechos por los antiguos mayas, pero a excepción de lo que puedes contar en un mano, todos fueron destruidos por los conquistadores que no le dieron importancia. Afortunadamente las cosas están cambiando y cada día más y más mayas están tomando el estudio de su herencia en sus propias manos.
Pero tampoco hay que olvidarse del dicho danés, que a veces los ojos ajenos ven mejor que los propios. En mi caso, ni modo, la vida, la historia o el destino te impone y tienes que actuar en donde la vida te deja.
Yo vine a Xocén con las intenciones de ver, conservar y dejar a futuros mayas, daneses, y gente del mundo testimonios de un pueblo con largas y marcadas tradiciones. ¿Cómo lo hice? La verdad es que nunca aprendí la maya, – y ni hablar de mi mal español – pero con la paciencia de los xocenenses, y la muy buena colaboración con la antropóloga mexicana Silvia Terán, el maestro Pedro Pablo Chuc Pech, del pueblo Popolá, pudimos grabar, transcribir y publicar en lengua maya y español varios libros con las tradiciones y creencias de los milperos mayas de Xocén. Para muestra están los libros Relatos divinos del Centro del Mundo y Jinetes del Cielo Maya – Dioses y Diosas de la Lluvia.