Celestino

38 años

Yo apenas terminé la primaria me fui a trabajar para ayudarle a mi mamá con sus gastos, porque éramos 10 hijos y mi papá sólo se dedicaba a la milpa y a urdir hamacas, y así ganaba un poco para mantenernos. Sólo con eso nos mantenía.

Entonces, yo a los 15 años me salí de la casa para ir a trabajar en Cancún. Mis dos hermanos mayores prefirieron ir a ayudar a mi papá en la milpa, y no salieron a trabajar.

Cuando llegué a Cancún no conocía a nadie. Encontré trabajo en un restaurante llamado Tacos Rigo, y como apenas acababa de llegar le pedí al dueño que me dejara quedarme a dormir en el restaurante, me dijo que sí, pero sólo será por unos días.

Entonces fui haciendo amigos con los que trabajaban ahí, y uno de ellos me ofreció ir a quedarme en su cuarto Nojoch makde renta.

Pero el chavo era mayor que yo, tenía 19 años, y ‘diarios’ tomaba, pero aun así, él iba a trabajar. Un día me dijo que probara la cerveza; yo había dicho que nunca tomaría y cada vez que me lo decía, me negaba.

Pero un día conocí a una chava, empecé a salir con ella, me gustaba. Yo pensé que no tenía novio porque salía conmigo y de todo me pedía que le comprara. Pero un día ‘lo’ vi con otro chavo besándose, luego se fueron juntos en un coche.

Me había emocionado con ella y me decepcionó tanto que cuando el chavo me vio triste y llorando, me dijo, toma, la cerveza te hace olvidar las penas y el desamor. No lo pensé ni dos veces y lo tomé.

Desde ese entonces yo empecé a tomar. Antes le mandaba dinero a mi mamá, pero ya no volví a mandar desde entonces porque todo lo gastaba en alcohol.

En mi trabajo pagaban quincenal, me daban 1,200, pero ‘diarios’ nos daban propina desde 100 pesos. Y de la renta nos cobraban 1,000 pesos mensuales.

Me propuse que nunca más me volvería a enamorar y me quedaré soltero, aparte, así nadie me va a reclamar si trabajo, si gasto o no mi dinero. Así pasaron años, así vivía mi vida en Cancún.

Los chavos y yo nos íbamos en bares, en discos a divertirnos y a tomar. Y a la mañana siguiente despertábamos en nuestro cuarto sin ni un peso y no sabemos ni cómo llegamos.

Tomábamos mucho, y aunque estamos crudos nos íbamos a trabajar. Y ya cuando salgamos del trabajo, con la propina juntamos para comprar cerveza hasta dos cartones. Según para curar la cruda, pero terminábamos borrachos de nuevo.

En el trabajo me cambiaron de puesto, yo trabajaba en producción en la cocina, pero después de 10 años trabajando ahí, me pasaron a trabajar de mesero.

Entonces ya tenía 25 años. El trabajo de mesero es atender las mesas que yo pueda. ‘Venía’ muchas familias, más cuando es temporada de vacaciones; llegaban muchas familias de pueblitos a vacacionar en las playas de Cancún.

Entonces un día vino una familia, que son de un pueblito cercano, y me llamó la atención una chava. Se veían muy buena onda la familia, me puse a cotorrear con ellos, les dije que por su hija yo les pagaba lo que iban a comer.

De último sí les pagué la comida y le pedí su número celular a la chava, y así por un tiempo estuve mensajeando con ella y un día de descanso viajé hasta su pueblo a verla.

Entonces, cuando llegué, sus papás me dijeron que ellos son de la religión cristiana, que se juntaban en un templo a hacer sus oraciones. Entonces me pidieron que, si quiero formalizar con su hija, si de verdad me interesa, que debo entrar a ser parte de su religión.

Les comenté que yo ya tenía un vicio y que no sé si lo pueda dejar, pero sí me interesaba su hija. Entonces me dijeron que eso no es problema, que para Dios no hay imposibles.

Me enamoré de nuevo, que por eso acepté ir a su templo. Me dijeron que me dan una casita para vivir con su hija, que para ellos no les interesaba si me casaba con su hija, a ellos sólo les importa que su hija viva bien y feliz.

Me dijeron que, si dejo mi trabajo, ellos me darían un local para trabajarlo con su hija; era entonces para asar pollo.

Trabajé ‘a’ Cancún por un tiempo, pero por mis compañeros tuve que renunciar, porque ellos me decían que eso de los cristianos son tonterías.

Como a mí me interesaba mucho la chava, acepté el trabajo del asadero de pollos, pero el asadero pedí que lo pongan en Chebal.

No dejé de tomar tan pronto, fue poco a poco. Los sábados y domingos por la tarde íbamos a su culto; la tarde de oración, ellos oraban para que Dios me ayudara a cambiar mi camino al bien y dejar por completo el vicio que tengo.

Yo no sé si fueron las oraciones que me ayudó, pero un día desperté muy bien y nunca me vino en la mente volver a tomar.

Hasta ‘aurita’ tengo 13 años de estar viviendo con mi esposa y no he vuelto a tomar para nada.

Tenemos tres hijos, dos niños y una niña. Estoy feliz con mi familia y muy agradecido con Dios que me dio la oportunidad de cambiar y dejar el vicio. Yo digo que con fe todo se puede.

Construí mi casita aquí en Chebal al lado del terreno de mi papá. Puedo decir que lo único que hace que haya problemas, discusiones y pleitos es el alcohol, lo digo porque yo que ya no tomo, nunca he tenido problemas con mi pareja.

A veces cuando me acuerdo de todo lo que hice, me siento arrepentido de haberme comportado así, pero como dicen lo que ya pasó ya no se puede borrar. Es como si fuera un sueño nada más.

Me da tristeza ver que hay chavos, qué digo chavos, niños de 14 años que toman. La verdad, no los lleva a nada bueno, yo lo digo porque lo viví, ser alcohólico es la perdición, y sólo algunos logran salir y salvarse.