En 1989 recibí financiamiento de DANIDA, la agencia del gobierno danés para el desarrollo internacional, para realizar una investigación sobre el sistema agrícola de la “milpa”, propio de los mayas precolombinos y actuales. El estudio iba a realizarse conjuntamente con el INIREB, donde Silvia estaba trabajando, pero, como se ha mencionado, el instituto cerró su sede en Mérida.
A pesar de lo anterior, Silvia y yo decidimos seguir adelante con el proyecto que situamos en el pueblo de Xocén. Fue una decisión muy acertada, porque en los años siguientes en los que estuvimos trabajando en Xocén, tuvimos la fortuna de poder entrar en “otro mundo” y ganar muchas amistades, y olvidar una que otra enemistad, con el provechoso resultado de varias publicaciones, una película y a partir de 2015 un proyecto, no de estudiar, sino aplicar nuestros conocimientos para crear conciencia sobre obesidad que puede llevar a la diabetes.
Alquilamos una pequeña casa maya de estructura ovalada y techo de palma en el centro de Xocén, para vivir ahí los siguientes 2 o 3 años, aunque turnándonos porque en Mérida nuestras dos hijas requerían nuestra atención.
Como el enfoque de la investigación se centraba en la agricultura tradicional, yo acompañaba a los campesinos a su trabajo en la milpa. Tomé notas y fotografías de los procesos de desmonte, siembra y cosecha, y presencié las muchas ceremonias de origen maya que realizaban para pedir la lluvia y mejores cosechas.
Como mujer, Silvia se concentró en trabajar con las mujeres en las casas y los solares que las rodean.
Nuestro primer contacto en Xocén fue Fermín Dzib, quien tenía un gran interés en la cultura y la historia del pueblo. En su rancho afuera del pueblo tuvimos largas conversaciones, en las que él repetidamente y con mucha paciencia nos explicó todo lo que queríamos saber y entender de Xocén.
La amistad que establecimos con el comisario municipal de aquel tiempo, don Teodoro Canul, nos abrió las puertas a todas las ramas de la extensa familia de los “Canules”. Don Teodoro es milpero, pero si es día de un santo no va a su milpa como suele hacerlo acompañado de su “pobre caballo” —como se refiere a él—, porque es pecado ir a trabajar ese día y Dios te puede castigar. Además, como “maestro cantor” juega un papel muy importante en las ceremonias católicas del pueblo, donde da consejos a los recién casados cuando celebran la boda maya con la entrega de alhajas y cacao, y también hace rezos para el santo patrón, o para dar la bienvenida a las almas de los difuntos cuando vienen de visita en noviembre. Es maestro cantor de la Santísima Cruz, ubicada donde se encuentra el “Centro del Mundo” según la tradición maya del oriente. Es un señor muy activo, hecho y derecho en su mundo.
En su milpa, tomando un rico pozole, don Teodoro me contó muchas historias de cómo surgieron las cosas en la Tierra. Sobre cómo los primeros hombres, expulsados del jardín de Dios, consiguieron sus semillas. Todos los relatos ahora se pueden leer en el libro Relatos Divinos del Centro del Mundo.
Yo, con mis ideas científicas, sentí como un verdadero regalo divino escucharlo en medio de la milpa.
Don Teodoro y su esposa, doña Salustiana, tienen un sólo hijo, Tomás, que trabaja con su papá en la milpa. La esposa de Tomás, Jacinta, es una excelente bordadora que, por encargo de la organización Maya Chuy, ha bordado varias casullas para las y los pastores de algunas iglesias de Dinamarca. Vimos crecer a sus cinco hijos. El mayor, Fátimo, estudió computación y ya trabaja como maestro en la Universidad de Oriente, en Valladolid, que es una universidad bilingüe maya-español. Los hijos menores estudian y probablemente ninguno va a trabajar como milpero, pues más bien buscarán la forma de continuar sus estudios. Otro hijo, Juan, trabaja ya en la Riviera Maya —como la mayoría de los jóvenes de Xocén. La hija de Tomás y Jacinta, Jesús, sigue el camino más tradicional de las mujeres, como es bordar preciosamente en máquina de coser, ayudar en la casa y prepararse para ser ella misma ama de casa. Otra de las hijas, Ana, estudia en la preparatoria abierta de Xocén y trabaja como promotora.
El j’men de Xocén, el “sacerdote maya” don Alfonso Nahuat, tuvo un papel importantísimo en nuestra estancia y trabajo en Xocén. Me permitió participar en varias ceremonias de petición de la lluvia, el Cha chaa’ak, y después, con una paciencia que yo no hubiera tenido, nos volvió y volvió a explicar, a Silvia y a mí, los detalles y significados de cada paso realizado en las ceremonias, y nos introdujo en el fascinante mundo de los dioses y diosas prehispánicos. Siempre se ha hablado de dioses masculinos, pero con don Alfonso, Silvia se dio cuenta de que evidentemente cada dios tiene una esposa, una diosa. ¡Claro!, nos dijo Alfonso, claro que cada dios Chaak tiene su esposa, y sin su trabajo las lluvias no se dan porque se van las nubes que anuncian la lluvia. Son sus mantos para dispersar el agua en forma de gotas.
Para don Alfonso no hay una separación entre los dioses mayas prehispánicos y la teocracia católica. Para él, son una y la misma cosa, y tanto puede explicar sobre los dioses mayas como de la vida de Jesús. Por cierto, según la convicción de don Alfonso, Jesús anduvo en Xocén y, cuando regrese, a Xocén va a llegar. Así me contó don Alfonso también la creación de los hombres, y de cómo Jesús y el diablo formaron a sus hombres. Sus relatos sobre este tema quedaron reunidos en el capítulo «La Biblia según los Xocenenses«.
En dos o tres horas, don Alfonso pudo contarnos lo esencial de la Biblia, desde el nacimiento hasta la muerte de Jesús.
Escuchando a don Alfonso contando y explicándome su mundo entendí que vivimos en dos mundos diferentes. Cada uno con lógica que nos hace entender el mundo en que vivimos, y uno no mejor que del otro. Ese claridad me quedo más claro acompañando a los milperos don Teodoro, don Sixto, don Liborio a sus milpas para contar el número de plantas y así poder descifrar ’científicamente’ el sistema milpero. Durante los descansos me explicaron, mientras saboreamos un rico pozole con maíz de sus milpas y agua de un cercano cenote de donde el campesino y los dioses de agua, los Chaaques recogen agua, de porque se llueve, o no llueve sobre las milpas. Así me cayo ’el veinte’ y decidí recopilar todas las explicaciones que escuché sobre su mundo. A mí, por nunca aprender la maya, me explicaron en español. Luego grabé su relato en maya. Los relatos fueron transcritos y esta versión traducido al español. Salió una primera edición de tres tomos que fueron presentados y repartidos a todas las familias de Xocén el día 12 de diciembre 1992. La fecha que mal recordamos como la llegada de los españoles y el inicio de la destrucción de las culturas originarias.
En 2021 sale una nueva y amplia edición con textos en español y maya y además con una introductorio de cada capítulo de Silvia Terán. El compromiso de los recopiladores y del editorial La Vaca Independiente es que se presenta en Xocén el 12 de octubre 2021.
El milpero y entonces comisario municipal de Xocén, don Gaspar Canul, fue otro xocenense que generosamente nos ayudó entender el mundo maya. Descubriendo su talento para escribir, corto, preciso y al grano, lo pude convencer de escribir un diario sobre los problemas y asuntos que se le presentaban y eran resueltos en el palacio comisarial. Las reuniones son públicas y cualquiera podía participar y opinar, pero como todo se ventilaba en maya, yo no podía entender mucho. Para entender lo que pasaba me ayudaron las notas en español de don Gaspar. Una de ellas refiere lo siguiente:
En la Comisaría Municipal compareció un señor a manifestar que al amanecer como a las 4 de la mañana, encontró andando un zorrillo grande dentro de su casa; enseguida buscó su machete y levantó su mano para cortarlo, y cuando vio que [era] su esposa parada en lugar del zorrillo. El viejito enseguida se molestó y dijo: a que tú estás acostumbrado esta clase de vicio, si quiero aurita te macheteo para que te mueres ya que tú le gustas el wáay chivo [mujer vuelta chivo en actos satánicos], tú le gustas andar de animal, yo casé con una mujer no con un animal, con razón cuando amanece está hinchado tus ojos por la mala noche en que andan jodiendo personas. El señor dijo a su esposa: pensaste asustarme, pero yo no tomo miedo, en lugar de que yo tomo miedo, lo mato el animal que entra en mi casa.
Su esposa [le] dijo, no ves que estoy parada y me dices que yo soy un zorrillo, sólo quieres matarme, por eso te hablé; que su esposa dijo: qué te pasa viejo, aquí estoy [y] quieres matarme, despiértate bien. El señor ya tiene levantado su machete para cortarlo, que empezaron a discutir, odiar entre los dos porque ellos no tiene ni un hijos.
Gracias a las notas de don Gaspar escritas a manera de diario se me abrió una ventana al mundo de Xocén.
El trato diario con las familias del pueblo nos llevó a cultivar muchas amistades. Como una forma de retribuir la información, el sinnúmero de invitaciones a comer y las buenas relaciones, les tomé y regalé a las familias fotografías de sus bautizos, primeras comuniones y bodas, o simplemente retratos de la familia entera, vestida con sus mejores ropas, alineada al frente de sus casas.
Algunas de las fotografías que tomé durante las ceremonias y procesos de trabajo en el campo las incluí en los libros que publicamos sobre la agricultura tradicional. Como la impresión de fotos en libros de textos generalmente es de mala calidad he sido renuente a incluir todas las fotos que tengo, con la esperanza de publicar algún día un libro “fotográfico” sobre la vida y cultura del pueblo tradicional de Xocén.
En los últimos años, el servicio de Internet abre nuevas oportunidades para publicar textos e imágenes y literalmente mandarlos a “todo el mundo”. Para poder hacerlo, he comenzado a escanear algunos de los negativos en color o en blanco y negro.
En la página web de la UADY he publicado varias cápsulas de información, con temas como “la agricultura tradicional” y “la muerte en Yucatán”.
Lo que he publicado sobre Xocén, siempre en colaboración con Silvia Terán, se puede ver en el apéndice ‘Portadas de libros y carteles de exposiciones’.