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5. Juan del Monte, K’áaxil Wíinik, cuidador de montes

Escrito por Gaspar Canul

Cuando alguien entra al monte para recolectar la resina del zapote para fabricar chicle, escucha que el señor Juan del Monte está haciendo lo mismo. Si uno sigue trabajando, de repente ya no tiene su resina, ya le robaron por Juan.

Dicen los abuelos que si se va a leñar y no encuentra leña, es que ya le cortaron todo por el señor Juan. Igualmente, al ir a cortar palos para la casa, pueda que Juan haya cortado primero los buenos y ya no haya más.

Mucho tiempo atrás, los ancianos dicen que se puede pedir un encuentro con Juan en el monte, y si cuando se presenta, platica como si fuera una persona normal, ofrece dotar de herramientas como: machete, soga, hacha, coa, y los trabajos que realizan. Con ellas avanzan muy rápido y se gana mucho dinero, porque Juan trae buena suerte.

Pero los mismos abuelos dicen que Juan es malo, que sólo engaña, porque da buena suerte solamente para siete años. Al cumplimiento del tiempo hay que devolvérselos, y si no los regresa, va en su búsqueda para llevarlo al monte con todo y sus herramientas. Y no puede guardarse para no ser localizado; donde quiera que vaya lo encontrarán y lo llevarán para trabajar con Juan del Monte. Si intenta escapar, no podrá; si lo sorprenden, seguro que lo matan.

Comentan los ancianos que hubo una vez que una persona agarró las herramientas del señor Juan, y antes que cumpla los siete años, las llevó a depositar en el cruzamiento de un camino, para que la primera persona que pase las lleve.

Cuando se cumplieron los siete años, el señor Juan fue en busca de la persona que le había llevado las herramientas, y cuando lo encontró éste le dijo que no las tenía y que las había dejado en el cruzamiento de un camino y seguramente alguien las agarró, por lo que Juan le dijo:

–Busca al fulano que las llevó y me lo presentas.

Él, sabiendo que no podía encontrarlo, aceptó ir en su búsqueda. Desde luego que no lo encontró, y después le dijo:

–¿Sabes, Juan? Es que los dejé en la cruz que forma un camino, y lo cierto es que no puedo saber quién las recogió.

Dicen los abuelos que jamás lo va recuperar, porque Juan del Monte teme a la cruz, y así fue cómo perdió un juego de sus armas de trabajo.

Cuenta la leyenda que hubo otra persona que se defendió de Juan, pues cuando se cumplieron los siete años, llegó Juan y se presentó en su casa y le dijo:

–Vamos, hoy es el día convenido para que me acompañes al monte.

El chiclero le contestó:

–Juan, iré contigo, pero no hoy, regresa en dos días: ka’ap’éel k’iin –que en español significa: regresa a buscarme en dos soles.

Juan se fue contento porque sabe que ya lo tenía seguro. Cumpliendo los dos días, regresó por la persona, y le dijo:

–Vamos, entonces, yo ya cumplí con esperarte.

A lo que el otro contestó:

–Te dije que hasta dentro de dos soles, pero no lo entendiste así; ka’ap’éel k’iin quiere decir dos soles y no dos días.

Al escuchar Juan la explicación, entendió bien cómo estuvo el juego de palabras.

–Está bien, correcto, hasta que haya dos soles vengo por ti.

Pero hasta ahora no ha habido dos soles y no ha podido llevarlo. Para eso Dios y los yuum balamo’ob apoyan a las personas en su pensamiento de cómo puede defenderse del mal. Juan del Monte es cuidador del monte, pero es malo.

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