¿Cuál fue entonces el resultado de mi estancia en la Huasteca? Cuando ahora, a más de 40 años de distancia, miro hacia atrás, puedo admitir que en términos de publicaciones y reportes, ¡el resultado fue muy escaso!
El verdadero provecho de mi estancia fue el aprendizaje, había sido como ir a una escuela que me prepararía para lo que iba a venir años después en Yucatán. En la Huasteca aprendí y entendí a México.
Hice dos libros para niños en danés, desgraciadamente no editados en México. Hice el pequeño libro Tenec, conoce tu comunidad, publicado por el INI para los maestros bilingües y que sí tuvo una amplia difusión. El que coordinó la edición fue el maestro Juan Rulfo, encargado de publicaciones en el INI, Con él me pasó como con la fotógrafa de Hitler, Leni Riefestahl, y no me dio cuenta de este tal Juan Rulfo hasta años después.
Para la monografía sobre los pueblos y la cultura Huasteca hice un primer borrador en danés, porque mi español, en vocabulario y gramática, no era lo suficiente bueno para expresarme en esta lengua. Para la traducción al español, Silvia me apoyó mucho. Cuando por fin terminé la monografía, de la que debo reconocer que no resultó tan buena como yo hubiera querido, tuve problemas para encontrar un editor porque ya habíamos llegado al final del sexenio del presidente Echeverría, y todos mis contactos en las oficinas centrales del INI ya estaban pensando en cómo y dónde colocarse en la siguiente administración. En mi caso, también se terminó el contrato con DANIDA/INI, así que tuve que pensar en el futuro.
Mis problemas para producir la monografía sobre la Huasteca tal vez se deban a lo que reza la canción popular:
Para hablar de la Huasteca,
hay que haber nacido en ella.
Nacer en la Huasteca no fue mi destino, pero acepté el desafío y traté lo mejor que pude de hacer un retrato de esta bellísima región, que bien pude haber escogido como segunda patria.
En mi tiempo en la Huasteca tomé un sinnúmero de fotografías. Algunas ilustran los libros mencionados. Pero muchas otras decidí usarlas para elaborar un libro que llamé Cara de la Huasteca. En él traté de sacar un retrato de la región con unas 150 fotos, distribuidas en varios temas. Pero no tuve la suerte de poder difundirlo ni en la Huasteca, ni en San Luis Potosí, quizás porque yo ya estaba trabajando en Yucatán, y mantener los contactos de instituciones en San Luis Potosí o en la ciudad de México para publicarlo, no era muy fácil. Por eso, el libro nunca fue publicado.
Muchos años después, con la bendición del nuevo instrumento de trabajo que es la computadora, escaneé todas las fotos y empecé a escribir el texto y a ordenar las fotografías para elaborar un libro usando el programa de edición InDesign. Siento que obtuve un resultado bastante satisfactorio y sea como sea, las fotografías con sus explicaciones son testimonios de un mundo que tal vez ya no existe o está por cambiar. Como documento histórico-antropológico pensé que podía interesarle a personas e instituciones de San Luis Potosí. Mandé el libro en formato PDF al Colegio de San Luis, de donde recibí una primera reacción del antropólogo Mauricio Guzmán, con las siguientes palabras:
Me quedo gratamente entusiasmado con este tipo de propuestas, apenas le eché un vistazo a tus fotos, me parece de entrada un proyecto editorial formidable. Voy a repasar este correo al representante del Programa de Estudios Antropológicos ante el consejo editorial del Colsan, Dr. Arturo Gutiérrez, a la Dra. Isabel Monroy, Presidenta de la institución y al Dr. Antonio Aguilera, Presidente del Consejo Editorial, para que se vean las posibilidades de su publicación de acuerdo con la planeación y la política editorial del Colsan.
Bueno, no todos pensaron igual, porque del Consejo Editorial recibí esta respuesta:
… el consejo editorial del COLSAN se reunió decidiendo no aceptar publicar su libro Caras de la Huasteca por varias razones, entre otras: “Más que un libro antropológico, tiene el perfil de un libro de corte artístico”.
Yo diría que ¡una foto dice más que mil palabras! Y si además mis fotos son consideradas “arte”, mejor elogio.
Traté luego de ofrecer el libro a la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI). Recibí una amable carta del entonces director general Xavier Abreu, yucateco por cierto, escrita, tal vez porque nos conocemos, en un tono informal, pero luego nunca supe más.
El propósito de mi trabajo en México siempre ha sido dejar algo aquí, para devolver algo de lo mucho que he recibido. Si mi trabajo de la Huasteca es bueno o malo, no lo sé, más bien dejo que otros lo juzguen. Pero de cualquier forma, creo que las fotos sí tienen un valor documental e histórico. De manera que si a quienes se las he ofrecido no lo ven así, ¿qué puedo hacer?
Después de sentir que había agotado todas las gestiones para la publicación en México de mi trabajo y para provecho de los mexicanos, finalmente vendí toda la colección de mis fotos de la Huasteca al Latin American Collection at Texas State University, en Austin, que tiene la más grande y prestigiada colección de documentos latinoamericanos.
En el año 2010 tuve la suerte de personificar al historiador americano Mr. Bolton en la obra teatral clásica El Gesticulador de Rodolfo Usigli. En la obra, Mr. Bolton llega a México para buscar y comprar documentos históricos. Ahí le reclaman que los gringos compran todo. Y él contesta: “¡Por qué no, si es para la cultura!”.
Me hubiera gustado que las fotos de la Huasteca se quedaran en México, pero si no las aprecian… ¡los gringos las compran!