El mundo divino de los mayas estuvo poblado por un inmenso número de dioses, bien organizados, cada uno con sus tareas y con una posición definida en un sistema jerárquico. Dicha jerarquía era el reflejo del orden social maya.
En la cima de la pirámide religiosa estaban Itzam Naj y su esposa Ixchel. Ambos tuvieron santuarios importantes, él en Izamal y ella en Cozumel.
Estos y todos los dioses de alta jerarquía fueron eliminados por los conquistadores españoles, al igual que los dirigentes mayas que representaban a dichos dioses. Estos dioses supremos que acabamos de nombrar, fueron sustituidos por el Dios cristiano y la Santísima Virgen María, y sus nuevos representantes en la Tierra fueron los reyes de España.
Otros dioses que cayeron entre muchos fueron Aj K’iin, que representaba a los sacerdotes, y Ek Chuaj a los comerciantes. Pero así como cayeron dioses y estratos mayas de la punta de la pirámide social y religiosa y fueron cambiados por dioses y sectores dirigentes españoles, los dioses y entes sobrenaturales que convivían con los campesinos en la base de las pirámides social y religiosa, y de cuyas tareas estos últimos dependían, pudieron sobrevivir como los mismos campesinos, porque de los trabajos de estos últimos dependieron las nuevas clases dominantes.
No cabe duda de que los dioses mayas sobrevivientes más conocidos, son los cháako’ob, los populares dioses de la lluvia, sin cuya participación, en el marco del régimen pluvial existente en Yucatán, sería imposible sobrevivir.
Ese parece ser el caso de San Miguel Arcángel –como ya lo comentamos antes–, que es el actual comandante de los cháako’ob y que, según el jmen de Xocén, fue antiguamente Kukulkán.
