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6. La historia de los itzáes

Escrito por Gaspar Canul

Los abuelos dicen que los itzá tienen muchos poderes, eran casi como Dios. En su tiempo usaban sólo sus poderes. Sólo piensan en hacer una cosa o trabajo, y se realiza: el poder de ellos les ayuda. Los abuelos dicen que Dios puso un poco de poder a los grandes itzáes (nukuch máako’ob), para ver qué tanto pueden hacer aquí en la Tierra.

Cuando querían hacer sus casas de piedra labrada –que le denominamos ruinas, haciendas, iglesias o cerros de piedra (los múul)–, sólo pensaban el tamaño, la forma y altura que deben tener, y en un rato ya estaban terminadas. Ahora vemos esas obras de los itzáes, pero no encontramos dónde labraron piedras, ni huellas de dónde las sacaron.

Nosotros ya nos dimos cuenta de que es cierto lo que se dice de los abuelos en la historia. Por ejemplo, donde hay iglesias o ruinas alrededor, siempre hay piedras regados, porque no los usaron todas para sus obras; eso demuestra el poder con que contaron los antiguos itzáes.

La iglesia

La iglesia que tenemos aquí en el centro de Xocén, los itzáes lo hicieron. Dicen los abuelos más antiguos que esta santa iglesia se hizo de noche por los itzáes mayas; cualquier casa que hacían debe ser de noche, al amanecer ya estaba listo y nadie escucha algún ruido. Muchas personas dicen que la iglesia nunca se terminó, lo dejaron como está hasta ahora*. Cuando sucedió el Diluvio, no se sabe hace cuántos años, los itzáes fueron encantados en sus tumbas, que se quedaron sin hacer el techo de la iglesia, sólo tenía los muros alrededor.

Pero llegará el tiempo o el año en que revivan otra vez, y será entonces, que un día, cuando amanezca, la iglesia tendrá techo, completamente terminada.
Un techo que pongamos ahora se cuartearía, pero el techo que hagan los itzáes durará mucho tiempo; por eso el techo de la iglesia no fue construido. Dicen los abuelos que nosotros no podemos poner el techo, porque el día que llega a tener todo el techo, sólo cuando veamos se empezaría a agrietar.

Los itzáes no utilizaban cabillas ni cemento, pero sus trabajos no se echan a perder. Vemos que las iglesias antiguas, por más ciclones que han pasado no los han tumbado hasta ahora. A veces hace temblor de tierra y no se mueve, en cambio el trabajo de albañil ingeniero se cae más rápido por ciclones o por temblores. Actualmente nadie hace sus casas con piedras labradas, pues cuesta mucho.

Los abuelos dicen que los itzáes guardaron sus santos debajo de las iglesias, para que nosotros los veamos y los adoremos. El dios que guardaron bajo la iglesia tiene poder, y nosotros no lo podemos echar a perder porque tiene milagro y poder. Él nos sirve hasta ahora.

La cruz

Dentro la iglesia de Xocén se encuentra una santa cruz labrada en una piedra. Cuando pasas en su frente, tú tienes que besar haciendo una cruz en tu frente, y después vas en la iglesia y cuando llegas tienes que pasar a besar poniendo una cruz en tu frente ante todos los santos que se encuentra en el altar. La costumbre de la gente de Xocén es así. La santa cruz grande que está en medio, dicen los abuelos que es Santo Cristo de los itzáes, que tiene poder y milagro. También está la Virgen de Asunción.

Una vez los abuelos llevaron el Santo Cristo a Valladolid, para pintar y retocar su cuerpo, que le falta un pedacito. El señor que sabe retocar santos raspó la pintura para componerlo, pero después le dio una calentura, y no se podía levantar de su hamaca. Cuando durmió, soñó que un ancianito le decía: “No raspes el Santo Cristo, es milagroso, él no es de reparar, él te está castigando porque lo estás echando a perder, mejor déjalo así.”

El señor dejó de raspar el Santo Cristo, y después sanó de su calentura y avisó a los priostes de Xocén para que vayan a buscar el Santo Cristo. El señor dijo que no puede repararlo porque le dio calentura, y en su sueño le avisaron que no siga lastimando el cuerpo del Santo Cristo, y, si sigue, se empeora su calentura. Entonces los priostes lo volvieron a traer a Xocén en su iglesia. Allá los abuelos se dieron cuenta que el Santo Cristo tiene milagro y dicen que es vivo.

En ese tiempo mucha gente de otros pueblos llegó a saber que en Xocén hay una iglesia donde está el Santo Cristo milagroso que es papá de Dios, y la Virgen, que es mamá de Dios. Mucha gente llega a prender sus velas, y dieron cuenta que sí tiene milagro y poder, porque de lo que piden le llega a tener por milagro.

Una vez llegó una noticia a los abuelos, que tal día le van a robar el Santo Cristo y la Virgen por otras personas. Ellos se juntaron y lo guardaron en una casa seguro, y allá lo cuidan por centinelas día y noche. Tardó un tiempo y lo volvieron a llevar en la iglesia. Después, cuando el prioste fue en la iglesia, encontró un ancianito con su bastón. Dijo: “Vine a ver el Santo Cristo y la Virgen que ustedes piensan que alguien quiere llevar. Pero no es cierto, nadie lo pueden robar, nadie lo pueden quitar en su iglesia, porque es casa de ellos.” Cuando el ancianito salió, desaparecer hizo.

Entonces que así lo dejaron en la iglesia, que hasta aurita nadie lo cuida, porque saben que nadie lo puede robar. Igual también la Santa Cruz Tun: nadie lo puede robar.

Las campanas

En la iglesia del centro de Xocén hay tres campanas, trabajo de los itzáes mayas. Cuando se tañe la campana grande se oye a una legua el sonido; el otro mediano, se oye sobre dos kilómetros; el chiquitito se oye sobre un kilómetro. Alrededor tiene grabados, pero no podemos leerlos, porque son letras de los itzáes. Cada una de las tres campanas suenan diferentes; cuando hay sólo novenas se toca la más grande, y el que quiere ir a la novena ya sabe que es aviso para ese rezo. Cuando hay misa se toca la campana grande varias veces. Cuando se está repicando los tres, es que ya está llegando el sacerdote. Son campanas muy antiguas. Se tiene que aprender a tocarlo según la celebración que hace el pueblo. Estas campanas están colgadas en un palo grueso atravesado sobre dos columnas de piedra. Hasta ahora el palo no se pudre, tiene la misma edad de las campanas y la iglesia.

Xtunk´ul

Dentro de la iglesia hay un xtunk’ul que tocaban los itzáes. Es un palo como un metro de largo y está hueco, en medio alrededor cortado de rayas cuadrados y cruces para sacar música y ruidos. Los abuelos lo utilizan el 24 de diciembre, para tocar en el nacimiento del Niño Dios. Pero desapareció, porque fue robado estando en la iglesia. Hace muchos años de estarlo cuidando hasta que desapareció, nadie sabe cómo sucedió, y tiene la misma antigüedad que con la iglesia.

Pila bautismal y gatos

En el camarín de la iglesia hay una pila grande labrada de piedra por los itzáes donde se bautizan a los niños por el sacerdote. También la utilizaron los abuelos para lo mismo, es la pila que existe hasta la fecha.

Atrás del camarín, afuera, en la parte alta del muro, había una cabeza de un gato amarillo pegado en la pared; y al otro lado se encuentra, en el revoco del muro, la cabeza de otro gato, pero verde. Dicen los abuelos que estos gatos estaban vivos, y que eran de los itzáes. Las personas que viven al lado de la iglesia oyen a veces que los gatos maullaban por los terrenos del templo. En ocasiones entraban en los gallineros a buscar pollos para comer porque son gatos grandes, y los abuelos los espiaban para matarlos, pero se escapaban. Regresaban en los terrenos de la iglesia, suben al muro, y allá desaparecían por donde están sus cabezas. Habían dibujos de otras cosas adentro, pero ya desaparecieron; ahora no existen, hasta los gatos desaparecieron, nadie sabe dónde fueron a dar.

Hace poco, cuando se pusieron el techo del camarín, dentro de los escombros encontraron una mesa de piedra; dicen los priostes que era mesa de los itzáes. Con esto se entiende que los itzáes enterraron muchas cosas debajo del suelo.

Animales

En la época de los itzáes tenían animales que no se enfermaban porque en ese tiempo no había medicinas ni doctores. Esos animales son el puerco del monte, el jabalí, que en maya es kitam; el perro, que era el zorro, el ch’omak; su ganado era el venado, en maya es kéej; su caballo era el caballo del monte, en maya es k’áaxil tsíimin; su gato era el tigrillo, en maya es sak xikin; su pavo era el pavo del monte, en maya es kuuts; su gallina era la chachalaca, en maya es baach; su paloma es la llamada tsuutsuy, porque así canta en el monte. Todos sus animales y aves no se enfermaban nunca. Pero cuando fueron encantados los itzáes, sus animales y sus aves quedaron en el monte, y ahora son animales silvestres.

Por eso dicen los abuelos que está mejor la carne de los animales del monte: porque no se curan con medicina. Cuando los animales se enferman ahora necesitan de medicina. Si no se curan, se mueren y son animales mansos. Los que están en el monte son animales ariscos, para obtenerlos se necesita una carabina.

Plantas

En el tiempo de los itzáes no habían doctores; cuando se enfermaban se curaban con plantas medicinales que ellos conocen y muchas las siembran donde viven. Se utilizan la raíz, la resina, las hojas, los frutos, la cáscara. Todas estas plantas, que son muchas, están en jardín propio, le dicen masewal ts’ak.

Los abuelos llegaron a saber un poco de las plantas que curan, pero no todas; lo que sembramos nosotros le decimos “jardín”, y lo vemos muy bonito; todos estos curan, pero no sabemos cómo se usa. Los abuelos nos enseñan lo poco que saben de las plantas medicinales, que en tiempo de ellos no sólo cultivaban como jardín, sino que sembraban pura planta medicinal. Por eso dicen que los itzáes fueron inteligentes, no necesitaron de doctores, tuvieron capacidad de curarse solos.

Cuando se terminó el tiempo de ellos, todas sus plantas medicinales quedó en puro monte. Por eso ahora los curanderos a veces van en busca de medicinas en el monte, porque no todo hay en los sembrados en la casa.

Muchas personas aquí en Xocén se curan con plantas o medicinas que ellos conocen.

Zapatos y ropa

Los zapatos de los itzáes, que es de cuero de animales, tiene tres agujeros; en los agujeros le ponen soga de soskil* de henequén, y lo costuran y lo amarran en su pie; le dicen xbak’al ook.

El sabucán** de ellos lo hacen con soskil, que le dicen sakalbil. Sus ropas de ellos lo fabrican en k’uchbil de taman con un pechéech en una jícara. K’uchbil es fabricar el taman, que le decimos en maya; es una planta que sembramos, pero en el fruto allá sale el p’úup’, que es como algodón. Lo agarran para utilizar, y después le ponen en una jicarita, y hacen bailar el pechéech de madera dentro de la jícara, y en la punta donde baila allá salen las tiras como hilera, y después lo hacen en sakalbil para fabricar ropa. Sus sombreros lo hacen de guano (tipo de palma) y de bejuco.

Utensilios

Para hacer mecha de sus velas se utilizan el piits’ o algodón de un árbol que le decimos xpichote; es un árbol de puro espino. La vela es cera de la colmena de k’antsak o éek’jo’ol. Estas colmenas viven en esos árboles grandes en el monte. Los itzáes comen la miel y después agarran la cera para hacer vela.

Ellos utilizan canasto, xúux, para cosechar sus elotes; y xaak para desgranar maíz. Donde lleva agua para tomar es el bule, que le decimos chúuj. Y ellos cargan hasta doscientos kilos en sus espaldas y no sienten si pesa mucho. Sus sogas o mecapal de ellos lo hacen con soskil de kajum, que es casi igual como henequén.

Miden el maíz en un wuuts’ de leek que le dicen kilo; si el leek es de cuatro kilos, ellos dicen junmuut.

Contar números

Y que ellos no saben números como nosotros aurita. Si ellos tienen animales, para contar cómo va saliendo, cada uno le ponen una piedra, sale otro, ponen otra piedra; el uno le dicen junp’éel; el dos le dicen ka’ap’éel; el tres le dicen oxpéel; el cuatro le dicen kanp’éel… Cuando muere un animal se bota una piedra.

Para contar sus años, desde chiquititos, cuando cumplen un año, le ponen el jade (uuj) en sus gargantas como soguilla. Cada año le ponen otro, pues así contaba sus años. Cuando están andando están viendo cuántos años tienen cada uno; que cuando se mueren ven cuántos años alcanzó cada quien.

Sus dientes no es de echar a perder, no se queda huecos. Y todo sus trastes es puro barro, que le dicen k’at en maya.

Dicen los abuelos que cuando se mueren ellos, se entierran en sus tumbas con todo y sus ropas y sus soguillas de jade. A veces en las ruinas donde están sus tumbas aparecen algunos de sus jades. Los dientes de los itzáes todavía están buenos. Dicen los abuelos que los dientes están macizos, es como el marfil. Dicen los abuelos que todo lo que tiene los itzáes mayas son más resistentes porque ellos trabajan con poderes, ellos casi como Dios.

Sakbeej

Un día de estos cuando amaneció, ya tienen hecho el sakbeej, que se quita de Chichén Itzá a Cobá. Es el camino de ellos en que visitan los cenotes sagrados. Este sakbeej, dice los abuelos, que de noche se ilumina hacia al cielo, tiene sombra de camino blanco hacia arriba. Nosotros ya dimos cuenta que de noche se ve como un camino blanco donde está las estrellas, pues es el sakbeej que hay aquí en Yucatán. Cuando se acabó el tiempo de ellos, el sakbeej donde pasan, la vista se viró hacia abajo; por eso vemos hasta aurita el sakbeej es puro piedra y es un camino recto.

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