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Verónica | Las mujeres decentes de la 58

Verónica

Las mujeres decentes de la 58

Verónica

Me llamo Verónica, como la mujer que limpió la cara de Jesús. Tengo 26 años y cinco años trabajando aquí… por necesidad, porque se ‘fue’ mi esposo [murió], se fue para siempre. Recibió un tiro en el corazón, porque fue levantado y ejecutado. Creo que estaba metido en una banda y se drogaba, etc., etc. Una vez lo fueron a buscar y ya no regresó. Decían que ya estaba muerto.

A mi me dejó con tres hijos. Tenían tres meses cuando se ‘fue’. Son trillizos y ya tienen 7 años. Son mis tres adorados niños. Y por ellos fui obligada a trabajar aquí. Porque antes no, yo era ama de casa. Pero ahora, por necesidad. Yo antes estaba en la casa de mi mamá. Yo era ‘dama de casa’ y no podía salir fácilmente, ni a la esquina, porque mi mamá me controlaba.

¿Novio? No, no tengo. Hay varios que se acercan, pero no quiero que me pase lo que me pasó hace siete años cuando me embaracé. O bueno, como dicen, no he encontrado mi príncipe azul.

Soy de Campeche, pero allá no puedo trabajar, por mis papás y mis hermanos. No están de acuerdo con lo que hago. Ellos me llaman, y a veces vienen por los niños y me quedo sola. Aquí vivo con mi medio hermano, hermano con otro papá. Sí, él me ayuda. Me ayuda mucho y me cuida. Tengo una hermana aquí, es Laura [a quien también entrevisté y fotografié] y ella también es sexo servidora. ¿Por qué? Tienes que preguntarle a ella, ella debe saber.

¿Padrote? No, no, yo le pago algo [a su hermano] para que me cuide, para tener protección. Si hay [dinero], a veces le pago 150 pesos por el tiempo que estoy en la calle, desde las 3 de la tarde a las 12 de la noche. Lo hago porque he tenido malas experiencias. Una vez me estaban tratando de matar en el monte. Me llevó un chavo, y me bajó en medio del monte y como que quiso atropellarme, pero, gracias a Dios, no lo hizo. Por eso mi hermano me cuida. Cuando salgo le hablo o él me habla para saber de mí. Y durante el día me viene a ver.

Yo principalmente trabajo aquí [en la calle 69 por 52], pero si el cliente quiere ir a otro lado, sí lo hago, pero hay que ver qué clase de persona es el cliente.

¿Experiencia de que me hayan pegado aquí? Eso no. Tal vez porque no me ven muy chica.

Con la policía municipal he tenido malas experiencias. Como 8 veces me han llevado. Me quedé a pagar mi castigo allá… son 24 horas. Y me dijeron que si vuelvo a caer, son 36 horas. Me vieron caminando en la calle y dijeron que no podía trabajar en eso aquí: eso era mi culpa. Y las otras veces, igual, me ven en la calle y me agarran para pedir su mordida. Como ayer, me pararon dos motociclistas y me pidieron para sus ‘chescos’ [refrescos]. Les contesté: ‘¡¿Cómo que me piden dinero, si apenas sale para mis hijos y me piden que los mantenga a ustedes?! ¡No es justo!’ Y me contestaron: ‘Si no nos das para los ‘chescos’, te vamos a llevar’. ‘Bueno, pues si no hay de otra, ¡llévenme!’ Y gracias a Dios no me llevaron. Hay unas muchachas que les dan, y por eso tienen malas mañas y creen que todas vamos a dar. Por uno pagan todos.

No creo que vaya a seguir en eso, porque ya no es como antes. A veces sale algo, y si no… he tenido que regresar a mi casa a pie, y vivo lejos, por allá de Umán.

Encontrar otro trabajo es difícil. Fui solamente dos años a la escuela.

La que cuida mis hijos cuando salgo a trabajar, es mi suegra. Vive aquí en Mérida. Yo vivo con mis hijos, pero mi suegra los cuida cuando salgo a trabajar. Ella vive a tres cuadras de mi casa. Sabe de mi trabajo, pero no me dice nada.

Sí me da pena mi trabajo, pero, ¿qué hago?

–Pero, ¿te sientes bien contigo misma?

–Bueno, unos me han dicho que con este cuerpo que tengo no voy a poder jalar clientes. Pero mientras no me vengan a tocar, que digan lo que quieren, a mí no me importa. Soy gordita… y estoy contenta con mi cuerpo.