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Jinetes del cielo maya

Dioses y diosas de la lluvia

Jinetes del cielo maya, dioses y diosas de la lluvia

En este apartado nos referiremos a personajes sobrehumanos considerados dioses, como lo son la Cruz, los padres de los Cháako’ob y los dioses y diosas de la lluvia. Considerando que éstos constituyen los personajes divinos más importantes de este libro, se hablará de ellos en el siguiente capítulo, debido a la información que tenemos sobre ellos.

La Cruz

Aunque no hay símbolo más cristiano que la cruz, la cruz maya tiene un origen que se remonta más allá de la llegada de los españoles. Hay autores (Bricker, 1989) que destacan el papel que la cruz cristiana pudo tener en la evangelización, ya que era un símbolo conocido previamente por los mayas, por asociación con su árbol sagrado: el yaax ché o ceiba  —en maya significa ‘árbol verde’—. Seguramente es el motivo por el que con frecuencia en Yucatán la cruz es pintada de verde y que uno de los personajes importantes del panteón maya sea la Santísima Cruz Verde. Redfield y Villa Rojas, en su clásica etnografía de Chan Kom, sugieren que la cruz es el símbolo de los mayas. Nosotros, sobre la base del conocimiento arrojado por Xocén, concordamos con dicha propuesta.

En Xocén existe una cruz sagrada de piedra que, según cuentan, emergió de la tierra al principio del mundo, es la Santísima Cruz Yum Balam Tun. Esta cruz es considerada el Patrón del Centro del Mundo, U Chumu’uk Lu’um, que es un sitio al sur de Xocén, en donde, presuntamente, algún día se reunirá toda la raza maya cuando el mundo se acabe. Esa cruz es hermana de la Cruz Parlante que se fue a comandar la guerra de castas en el siglo XIX y que regresará algún día a Xocén, junto con otra tercera cruz, también desaparecida y es hermana de las otras dos. Creemos que cuando se refieren a la Familia Cruz Verde, tal vez se refieren a dicha Familia de Tres Cruces. Una prueba de que la Crux de Xocén es de origen maya como afirman los xocenenses, es que los sacerdotes católicos no pueden oficiar en donde se encuentra su santuario, pues serían atacados por avispas, como ya en una ocasión ocurrió, según cuentan.

En Xocén, en todos los rituales —bautizos, bodas, conciertos de bodas, ceremonias agrícolas—, la gente se saluda ‘religiosamente’, formando una cruz con el dedo pulgar y el dedo índice. Se ‘dan la mano’ con los tres dedos restantes, y luego besan su propia cruz formada con sus dos dedos.

En Chan Kom, la Cruz es considerada un santo, y expresan que las fiestas más importantes son las que se le hacen a ella. Redfield y Villa Rojas (1967) aseveran que es más importante que Dios. Thompson considera que la cruz es más trascendente que la crucifixión (1987:206). En Tixcacal Guardia es considerada la intermediaria de Dios, a través de su hijo Jesucristo, llamado Juan de la Cruz, quien se identifica con la cruz misma. De hecho, la Cruz Parlante de los mayas sublevados del siglo XIX es denominada la ‘Santísima’ y la identifican con Jesucristo (Villa Rojas, 1978:288). En toda la zona maya — comandada por la Cruz Parlante durante la guerra de castas que libraron los indios contra los blancos—, se reconoce que la Cruz vino de Xocén, porque el propio Juan de la Cruz así lo dice en sus sermones y ordenanzas (Villa Rojas, 1978: 461, 467).

Las variantes de los nombres que vemos a continuación son las formas de referirse a la cruz que se encuentra en Xocén, durante los rezos del Ch’a Cháak que hemos tenido oportunidad de registrar:

  • Santísima Cruz Tun Tres Personas
  • Santísima Santa Cruz
  • Santísima Cruz Balantún Verde
  • Santísisma Cruz Tres Personas
  • Familia Cruz Verde
  • Santísima Cruz Tres Personas Balam  Torosa

Dios de la Tierra o Yum Kaab’ y diosa de la Tierra Ko’olebil Muxuunkaab’

Como ya mencionamos, Yum Kaab’ es el ‘Señor del Mundo’ y su compañera es la diosa Ko’olebil Muxuunkaab, ‘Virgen Número Uno de Toda la Tierra’. También le llaman Xmuch Yum Kaán.

Suponemos que Yum Kaab’, como divinidad suprema por encima de los chaques, considerada padre de los mismos, debe ser una derivación del Itzamná de la tierra o Itzam Cab (Thompson, 1987:267). Recordemos que Itzamná es reconocido como deidad suprema de los antiguos mayas, se desdoblaba en un Itzamná celeste y uno terrestre. Creemos que en Xocén, el Itzamná celeste fue sustituido por Dios Padre y que el Itzamná terrestre es Yum Kaab. Los xocenenses, desde luego, no establecen el nexo que nosotros proponemos, entre este dios y su posible antepasado maya.

Thompson consideraba que “Itzam Na” duplicaba la función de los “Chacs”, porque también era un dios que enviaba la lluvia, pero que dicha repetición de funciones era explicable si consideramos que:

“… Itzam Na’ era dios de los jerarcas, mientras que los ‘Chacs’ eran favoritos de los campesinos. Para confirmarlo podemos observar que ‘Itzam Na’ está completamente ausente de los actuales ritos campesinos de Yucatán”. (Thompson, 1987: 261)

Ya discutimos que Landa observó, en una ceremonia equivalente de la actual rogación de lluvia, la presencia tanto de Itzamná como de los chaques. Esto concuerda con la actual presencia de Dios, o Yum Kaab’, y de los chaques en el Ch’a Cháak actual, en el cual, claramente se advierte que los jerarcas son los que dan las órdenes de regar, pero ellos mismos no riegan de modo que no hay duplicación de funciones, sino más bien jerarquías. Creemos que lo mismo debió ocurrir en el pasado. Por otro lado, aunque Itzamná no aparece en el ritual actual, la presencia de Yum Kaab’ puede ser un relicto de aquel dios, como ya lo planteamos. Un elemento que favorece nuestro argumento es que en R.66 se invoca al ‘Padre Yum Kaab’ del oriente’, una alusión implícita a la existencia de un Yum Kaab’ cuatripartita, como el Itzamná prehispánico.

En cuanto a los posibles antecedentes prehispánicos de la esposa de Yum Kaab’, la madre de los chaques, llamada Muxuun Kaab’, ya comentamos en el apartado sobre la diosa Ixchel, que ésta podría ser la descendiente de Ixcab, ‘Diosa de la Tierra’.

Dioses y Diosas de la lluvia

Cómo son

Según la gente de Xocén, los dioses de la lluvia son de gran tamaño y el color de su piel corresponde al color del punto cardinal con el que se asocian, según se desprende del relato de Alfonso Dzib y Celso Dzib. Esta versión coincide con aquella entrada del Cordemex que dice de Chac: “Fue un hombre así grande que enseñó la agricultura, al cual tuvieron después por Dios de los panes, del agua, de los truenos y relámpagos...” (Barrera et al., 1981:77). Aunque son gigantes, tienen forma humana, comen y beben. Sin embargo, a los hombres les está vedado verlos, pues son como vientos. Si alguien llegara a verlos, se muere. Ellos sí nos ven, pero nosotros no podemos verlos a ellos. (Rel.1)

Como las descripciones siempre son sobre los dioses masculinos, no sabemos cómo son las diosas, pero suponemos que también son gigantes como sus compañeros.

Dónde viven

Los informes son aparentemente contradictorios. Algunos señalan que viven en un lugar llamado Kunté, al oriente. En Rel.1, donde se menciona cómo proceden a regar, se dice que comienzan “desde su casa en el oriente” y le llaman Kanti’is Kaaj, que es el ‘pueblo de los cuatro puntos cardinales’ (traducción nuestra). En Rel.7 se menciona que viven en una isla llamada Xtacbén Luúm, ‘tierra guardada’. Las casas de los dioses, de acuerdo con Rel.1, son grandes como iglesias, con torres muy altas, parecidas a montañas, y están por todos lados. En una parte del rezo hecho al desbaratar el altar principal de la ceremonia de petición de lluvia, se dice literalmente:

Regresen todos los Kanti’is K’uj (moradores de los cuatro ángulos del mundo) a las cuatro esquinas del firmamento, a los cuatro ángulos de la tierra, a los cuatro rincones del universo donde cada quien habita por orden del dios Yum Kaab, rey del cielo y de la tierra. (R.77)

Finalmente, a pregunta expresa, el propio Alfonso Dzib, j´men de Xocén, y quien dio la información sobre las casas de los chaques y rezó el párrafo arriba transcrito, afirmó que los dioses de la lluvia no tienen morada.

Nosotros creemos que los cuatro grandes chaques —que, según parece, en la antigüedad también fueron los cargadores de la Tierra y del cielo— viven cada uno en la esquina del mundo que le corresponde, como se menciona en el rezo reproducido arriba. Los chaques de menor rango viven en el oriente. La diversidad de nombres del sitio donde viven los chaques puede deberse a que los nombres son descriptivos y, en esa medida, todos son válidos porque describen alguna característica del lugar.

Redfield y Villa Rojas (1967:116) consideran que el lugar donde viven los principales chaques es ‘el tronco del cielo’ o chun caan, excepto durante la temporada de lluvias, pues toman sus puestos en el cielo en los cuatro puntos cardinales. Los chaques menores, en tiempo en que no riegan, andan por las selvas y se refugian en cenotes y cuevas.

En Xocén cuentan que los dioses de la lluvia hacen sus milpas cuando es época de sequía, pues ellos no sólo viven de lo que se les brinda en la ceremonia del Ch’a Cháak, sino que trabajan y obtienen sus cosechas ‘porque tienen vida’.

Estos dioses de la lluvia siempre hacen su milpa porque tienen vida. Cuando en la tierra está haciendo sol y sequía, ellos están haciendo su milpa, están regando su milpa y cosechan sus elotes. Ellos no sólo viven de lo que se les regala por los hombres cuando hacen el Ch’a Cháak, ellos tienen su cosecha. (Rel.1).

Esto concuerda con múltiples imágenes de los códices, en las que los chaques se representan sembrando con sus bastones plantadores (D38b2, D39b2) y (Vail, 2002: M12a3, M12a5, M12b2, M13a9, M13b1, M13b6, M24d1 y d4, M27a2 y b2, M28b3).

En el espacio mítico, los hombres pueden tener encuentros con los dioses de la lluvia, como puede verse en los relatos incluidos en este libro, y pueden hacerse arreglos con ellos. En general, se trata de obtener permiso para cosechar en la milpa del dios Cháak. Pero el arreglo tiene dos partes, si el campesino no cumple, el castigo puede ser fatal. Pero en general, como comenta Alfonso Dzib, “para nosotros, hombres de carne y hueso, no nos está permitido ver a los dioses, ni siquiera si pasamos en aviones entre las nubes (Rel.1)”.

También existe la versión de que Xocén es el pueblo de los dioses de la lluvia porque allí se guardan las aguas que usan para regar. Como es un lugar en el que existen muchos cenotes, prevalece la idea de que los cenotes guardan gran cantidad de agua de todo tipo, como veremos más adelante, y que los chaques sacan que de allí mucha del agua que riegan en Yucatán. Pero también es importante la idea de que la Santísima Cruz es la llave que abre la salida del agua de dichos cenotes. Es posible que por eso la profecía indica que cuando se acabe el agua en el mundo, sólo habrá agua en Xocén y allí se reunirá toda la raza maya (Terán y Rasmussen, 1994). Sería interesante cotejar esta información con datos científicos y corroborar si, efectivamente, Xocén es un área con una presencia de cenotes relativamente mayor que en las otras regiones.

En cuanto al cenote por excelencia, que es el de Chichén Itzá, los xocenenses explican que es un cenote de los dioses de la lluvia:

¡Chichén Itzá! ¿Por qué se dice que es un enorme cenote? Porque es el cenote de los Yum Cháako’ob, no es cualquier cenote. (Rel.1)

Sus nombres

Los dioses y diosas de la lluvia son nombrados de forma general como Kanti’is K’ujo’ob o ‘gemelos de los cuatro puntos cardinales’, o  Ki’chkelen Taata Yum Kanti’is K’ujo’ob, ‘hermosos padres señores gemelos de los cuatro puntos cardinales’. También se denominan Yum Aj Jóya´o’ob o ‘los Señores que riegan o que orinan’. Esta forma de llamarles también la consignan Redfield y Villa (1967:115).

En los códices es frecuente ver escenas donde los dioses de la lluvia están orinando (M9b, M30b, M31a, M32b y D37b). Tozzer registra como nombre de los chaques el de Adz’enulob (1907:155), que significa ‘los que mantienen o proporcionan alimento a los demás’, sin embargo, dicho nombre no se registra en Xocén.

En un relato contenido en este libro, se les denomina ‘Yuntziles há joyáb’ (Rel.7), aunque también se les llama sólo ‘Yuntziles’. Nosotros creemos que éste es un concepto más general para designar a todas las divinidades paganas relacionadas con la agricultura, como señala Villa Rojas (1978:288). En cuanto a los nombres particulares de los chaques, todo indica que responden a los tipos específicos de lluvias que provocan cada uno de ellos, en el caso de los varones, y a la clase de nubes que acompaña a cada género de lluvia, en el caso de las diosas, como puede constatarse en el cuadro donde aparecen los dioses y diosas de la lluvia.

El término Papa’atun se reserva para designar a los cuatro grandes dioses de los puntos cardinales. Ya vimos que Batun, o Ba’atun, es sinónimo. Este aparece también en el caso de tres diosas de la lluvia registradas por nosotros (ver en el cuadro de diosas, las números  8, 9, y 13).

Los cuatro grandes chaques llevan por nombre o característica su color, cuya importancia estriba, en que señala la dirección cardinal que cada uno rige. Otras diosas, que consideramos asociadas a chaques grandes, tienen el apelativo ‘numérico’ 3 (ox) o 13 (oxlajun), el de ‘hoja’ (le’) y el de ‘nube’ (munial), como se discute al analizar, más adelante, el cuadro de las diosas.

Los otros chaques y chacas sólo llevan el apelativo ‘cielo’ (kaan) después de su nombre. El nombre describe la característica de la ‘lluvia’, en el caso de los dioses, y de las ‘nubes’, en la mayoría de los casos de las diosas.

Los Chaák’o’ob y los puntos cardinales

Todos los autores que han mencionado a los chaques —desde el obispo Landa en el siglo XVI—, reconocen y reportan la asociación de los mismos con los puntos cardinales. Sin embargo, existe una diferencia entre la información dada por Landa (1982) —y por el cura de Yaxcabá (Ruz, 1989)— y la reportada por Redfield y Villa Rojas (1967) y Villa Rojas (1978), por otro lado, con relación al Chac blanco y al amarillo, ya que Landa ubica al Chac blanco al norte y al amarillo al sur, en tanto que los otros autores los sitúan a la inversa: el blanco al sur y el amarillo al norte.

En el cuadro siguiente, que corresponde a la primera parte de nuestro cuadro 1 sobre los dioses de la lluvia, se aprecia la posición que ocupan los Cháak’o’ob, de acuerdo con su color, según Xocén, Landa, Redfield y Villa Rojas y Villa Rojas. Los atributos que registramos en el cuadro, los definimos de acuerdo a la información de Xocén, pero varía para otros autores como se discute después del cuadro.

Dioses de la lluvia en Xocén
Dioses de la lluvia en Xocén

 

La diferencia observada entre Landa y los otros dos autores es relevante para interpretar los datos prehipánicos. Existe, no obstante, otra diferencia notable. Todos los autores ubican a los chaques en los puntos intermedios del compás: norte, sur, este, oeste, mientras que en Xocén los colocan en las esquinas.

Ubicación de los Chaques en Xocén
Ubicación de los Chaques en Xocén

 

Villa Rojas, por ejemplo, declara que los cuatro chaques principales, según algunos informantes, “se encuentran distribuidos en las esquinas del cielo”, ubicados en los puntos intermedios del compás (1978:292). Según otros informantes, las esquinas citadas “corresponden a los puntos cardinales, tal como se cree entre los mayas de Chan Kom Yucatán” (ibid). Es probable que Villa Rojas optara por la segunda versión, por corresponder también con la de Chan Kom.

De acuerdo con Villa Rojas, chac–babatun–chac es el que rige el oriente, el cual también es llamado cangel, y es el más poderoso de todos. Sin embargo, en los rezos que nos ofrece en el apéndice de su libro, Los elegidos de Dios, el que está ubicado al oriente es Zaztunchac, que es el dios blanco (coincidiendo esto con la información de Xocén), o claro (en el Cordemex, sas se traduce como ‘luz, claridad’ (Barrera et al., 1980:718)), ya que de inmediato aparecen los otros, incluyendo el rojo.

Aquí, entonces, reúno a ustedes donde rigen los santos Señores, al señor ZazTunchac que está al oriente, al PapaTun Verde, al PapaTun Rojo, al PapaTun amarillo, al PapaTun Negro… (Villa Rojas, 1978: 456).

 

Si tomamos en cuenta de dónde viene la precipitación pluvial, vemos que la lluvia principal no viene del este —como afirman varios autores al colocar al este al Chac que trae las mejores lluvias—, sino del sureste (Contreras, 1959). En general, según los xocenenses, las lluvias provienen de las esquinas (suroeste, noroeste, sureste, noreste), por eso posicionan allí a los chaques grandes.

Habría que estudiar más a fondo estos aspectos para definir la base de las aparentes contradicciones en esta temática. Las que incluso se presentan en una misma comunidad como Tusik, donde los campesinos afirman que el Chac rojo es Chac del oriente, a la vez que en los rezos reconocen al Chac ‘blanco’ o ‘claro’ como el proveniente de esa región.

Instrumentos de los dioses para regar

Los instrumentos que usan los dioses de la lluvia de acuerdo con los xocenenses son:

  • chicote o jats’
  • rifle/tsóon
  • silbato
  • espada, rayos/ u lenbanl
  • calabazo/chúuj (cabe el agua de varios cenotes que sirve para regar 100 leguas)
  • mantos, que son las nubes/búuk
  • llave para sacar el agua
  • caballos

Los cinco primeros instrumentos son de los dioses. Los mantos pertenecen a las diosas y la llave para sacar el agua está asociada a la virgen de la tierra, que es X’Kichpan Ko’olebil Aj K Kanan  Ya’abi ti’ Noj Sayab, a San Miguel Arcángel y a San Roque. Los dioses y las diosas tienen, caballos. Se dice que la Virgen Verónica, que en realidad es la Virgen María, es la que otorga sus herramientas a los Cháako’ob y también suministra los mantos a las vírgenes regadoras, que son las nubes.

El Trabajo y organización

Para regar, los dioses y las diosas de la lluvia lo hacen montados en caballos. Hay cuatro tipos de caballos. Los caballos tienen uno de los cuatro colores pertenecientes a los chaques situados en cada una de las cuatro direcciones del mundo. La descripción de los caballos se detalla en varios cuentos. Una de sus peculiaridades es que el caballo aparentemente más debil y flaco es el más potente. Es el Chak Tsimin.

En el relato de Teodoro Canul (Rel.2) se mencionan los cuatro caballos:

Sak tsimin: el caballo blanco trae agua buena y cae lluvia buena para el maíz. Avanza 120 leguas en cada brinco. Según otro milpero, cada brinco que da abarca una legua.

Chak tsimin: el caballo canela trae lluvia roja, que es mala para las hojas del maíz, porque quedan rojas.

Box tsimin: el caballo negro trae agua negra y se ennegrecen las hojas y elotes del maíz.

Chak Tun ikal tsimin: el caballo flaco, que trae truenos, mucha agua y huracanes, y levanta piedras en su camino. Es el caballo de terremoto.

De acuerdo con esta versión, un caballo flaco es el que provoca el huracán, éste no por órdenes de Dios. Según otra versión, el dios flaco de los huracanes y ciclones es Aj Pa’akit ka’an Cháak. Este dios, que es el más pequeño, está comandado por el gran padre Yiiba’an Ka’an Cháak (Rel.1).  Otro relato en cambio, nos narra que el dueño del ciclón es Yum Ikal, cuyos caballos son gordos. Se dice que en septiembre los saca a pasear y entra al mar para tomar fuerza. Allí, el caballo toma mucha agua salada. Sólo cada año la toma. Yum Ikal hace que el caballo gire dentro del mar hasta levantar agua y vientos. El caballo vuela por lo alto. Hasta que sale y se para causa mucha destrucción. El dios dirige al caballo por aquellos pueblos donde ya no recuerdan a Dios (Rel.7)

Los dioses salen a regar montados en sus caballos y con sus instrumentos. El chúuj, o calabazo[1], les permite jalar agua de varios cenotes ocultos para ir regando las milpas, mientras, hacen sonar sus chicotes, silban y mueven sus machetes para provocar truenos y rayos. Las vírgenes con sus mantos de nubes ayudan a regar. El ciclón sólo destruye con el viento y el agua salada, él no provoca truenos ni relámpagos.

Este trabajo comienza una vez que Dios ha dado las órdenes para proveer de lluvia a los hombres. Esto ocurre, normalmente, después del Ch’a Cháak, el cual se realiza después de las siembras, una vez que Dios ha mandado que caigan las primeras lluvias, que permiten a los hombres sembrar. Después del Ch’a Cháak, Jesucristo le da permiso a San Miguel Miguel Arcángel de iniciar las labores de riego para ello le entrega las llaves de la mayor fuente de agua (que parece ser la Santísima Cruz Yum Balam Tun). Luego le ordena a los chaques que rieguen y entrega la llave a la Virgen Celadora de la Mayor Fuente de Agua. En el Ch’a Cháak tienen que estar presentes todos los personajes de alto rango que hemos mencionado, además de los vientos, los cuidadores de los cenotes, de los montes, de las tierras, todos los cuidadores de sitios y milpas, como los lacajes, sepos, aruxes, Balames y Santos Winikes. Como todos pueden favorecer o perjudicar los trabajos de los dioses de la lluvia, se les pide que faciliten su trabajo a través de la rogación y la entrega de ofrendas.

Los dioses y diosas de la lluvia salen a trabajar en parejas, montados en sus caballos. Los dioses llevan sus machetes, chicotes y sus calabazos; las diosas llevan sus mantos. Primero entran los dioses blancos y amarillos y luego trabajan los negros y rojos. Cuando Dios decide castigar, entran en acción dioses a quienes no les correspondería trabajar, y sus lluvias, extraídas de cenotes especiales, causan enfermedades a las hojas de las plantas, marchitándolas.

En el Chan Kom de Redfield y Villa (1967:116), se menciona que los chaques se reúnen en Cobá, al acercarse el fin de la época de secas, para recibir las órdenes de San Miguel Arcángel. Los chaques son hombres viejos que montan en sus caballos y se ven como nubes (en este caso las nubes no se conciben como mantos de las diosas, como en Xocén). Los caballos se llaman Santo Cangel y son de colores, pero no se definen. Cada Chac tiene un calabazo para regar y un machete llamado lelem, que produce relámpagos. Al comenzar a trabajar, salen por una puerta del cielo llamada holhún taz muyal, o ‘trueno que empieza en la capa de las nubes’, comandados por Kunkú Chac, que es su jefe.

Es de suponer que en la época prehispánica las cosas ocurrían de forma más o menos semejante. Con la llegada de los españoles cambiaron algunas cosas.

Como los chaques prehispánicos no tenían metales, usaban hachas de obsidiana o de silex, a diferencia de los chaques actuales que cuentan con espadas. En cuanto a los caballos, la pregunta es: ¿cómo regaban los chaques y las chacas antes de que hubiera caballos?

Suponemos que se valieron de dos medios principales: las serpientes y los tapires. En los códices aparecen varias escenas en las que los chaques regadores están montados en serpientes (M30a, M31b). En algunos casos aparece un tapir (D42b3).

Estaciones, tipos de agua, cenotes y lluvias

Los dioses y diosas de la lluvia tienen la tarea de regar, pero no todos riegan de la misma manera ni al mismo tiempo, como tampoco el mismo tipo de agua. Cada dios y diosa tiene su momento y forma de regar y las aguas provienen de diferentes cenotes. Si entran a su tiempo todos son buenos, pero si entran a destiempo es cuando las lluvias son ‘malas’, y eso ocurre como castigo.

De acuerdo con los campesinos, hay tres estaciones de cuatro meses cada una. En las dos estaciones lluviosas, le corresponde regar a dos dioses y a sus equipos de dioses y diosas. En cada estación:

Dioses que riegan según la estación de lluvias en Xocén
Dioses que riegan según la estación de lluvias en Xocén

 

Como ya comentamos, el agua para regar está oculta en cuevas y cenotes especiales y no es para uso de los hombres. Son las aguas que cuidan San Miguel Arcángel y la Virgen Cuidadora de la Llave de la Principal Fuente de Agua. Hay cenotes con agua ‘buena’ y cenotes con aguas ‘malas’, que son las que sirven para castigar.

Quien inicia los trabajos al comenzar la época de lluvias es Sak Papa’atun Cháak, quien trae las lluvias del sureste, consideradas las mejores lluvias[2]. Trabaja en mayo, junio, julio y agosto, los mejores meses para obtener buena cosecha. Si las lluvias comienzan a fines de abril o mayo, se dan buenas cosechas, pero si llueve hasta junio, éstas pueden perderse o sólo producirse tallos. También puede caer una lluvia mala que produce hojas amarillas (xk’anlei) u hojas negras (x’ee’lei). Estas lluvias son regadas por dioses a los que no les corresponde, en sentido estricto, regar en ese tiempo, pero intervienen por órdenes de Dios para castigar a los hombres. Si las lluvias del poniente entran en esta época, significa castigo para los hombres.

El dios amarillo de la lluvia —K’an Papa’atun Cháak— trabaja junto con el dios blanco, aunque las lluvias que él trae no son tan buenas. Sin embargo, en cierta etapa del crecimiento, las lluvias amarillas del noreste son buenas. También las lluvias blancas del sureste, que generalmente son bienhechoras, pueden ser malas si entran fuera de su tiempo, y pueden provocar que las puntas de las plantas queden blancas, sakolil.

Ee’Papa’atun Cháak y Chak Papa’atun Cháak son los que riegan desde septiembre, pero su trabajo más fuerte lo efectúan en octubre y noviembre, cuando las mazorcas ya están sazones y comienza el frío, entonces hacen madurar con sus lluvias frías, a los frijoles tsamá, a los ibes, las jícamas, camotes, yucas y las calabazas. Ellos traen la lluvia del noroeste y suroeste, pero si caen lluvias malas (blancas o amarillas), se pierde todo. En este caso, la lluvia blanca del sureste afecta las hojas de los frijoles, en tanto que las lluvias negras los ayudan. Primero trabaja el Chac negro y luego el rojo. Este último riega al final para propiciar la sequía.

Luego de las lluvias que traen los dioses del noroeste y suroeste, comienza el manaalché[3]. Es la temporada en la que suceden las lluvias tempranas de fines de marzo o principios de abril. Es la primera lluvia de la temporada, llega cuando los árboles perdieron sus hojas. Si llueve en febrero no es el manaalché, por tanto no es significativa. A veces el manaalché viene con granizo, lo que es bueno porque enfría la tierra y brotan los gusanos que comen los pájaros. A veces los gusanos echan a perder las ciruelas, pero la lluvia es buena porque propicia la floración, hay miel, frutas y gusanos para los pájaros.

A las tres semanas del manaalché reverdecen los árboles, pero hasta que aparecen las flores y las hojas nuevas y los vientos del sureste llegan es tiempo de quemar. La primera lluvia de este tiempo es para que se enfríe la tierra, es cuando hay que prepararse para la siembra (Rel.1).

Las lluvias, buenas o malas, se extraen de los cenotes. Se cuenta que alguna vez unos milperos de Xocén fueron a ver los depósitos de agua de los Cháako’ob. Vieron que en la cueva —que está al este de Xocén, en Chawa xuul— había siete diferentes tipos de agua mala de lluvia (Rel.6):

  1. Agua de granizo, baat
  2. Agua de las hojas de cenizo, sabak lei
  3. Agua de las hojas rojas, xchak lei
  4. Lluvia de las hojas amarillas, xk’an lei
  5. Agua de las hojas negras, box lei
  6. Agua para los elotes de sólo bacal
  7. Agua de todas las hojas

Además de agua dulce hay agua salada, que es mala:

El agua de la playa es aparte. La playa es de agua salada. El agua que sube el Dios de la lluvia es salada. El agua de la playa que se eleva es para el viento del ciclón, le dicen en maya Ilkal. En donde cae esta lluvia, todos los sembrados se echan a perder, porque el agua es salada; en cambio la lluvia de los cenotes, que Jesús tiene separado, es una agua dulce, nada echa a perder. (Rel.6)

De acuerdo con Alfonso Dzib, toda el agua de los cenotes proviene del mar, y parte del trabajo de los Kanan  Sayao’ob, o ‘cuidadores de las venas de agua’, es precisamente quitarles lo salado (Rel.1)

El agua mala, de castigo, la manda Dios para sancionar las malas acciones de los hombres. Sólo con el arrepentimiento, la súplica de perdón y con la entrega de ofrendas, se puede recibir la ‘santa agua’. Este concepto, aparentemente muy cristiano, es de origen anterior a la conquista, según testimonios de Landa (1982: 48 y 62).

Regadores o Cháako’ob varones

Los dioses de la lluvia, ya lo mencionamos al hablar del helep, son muchos. Además de los cuatro grandes dioses ubicados en los cuatro puntos cardinales, hay muchos otros que están al mando de éstos.

En Xocén, a los cuatro grandes dioses ubicados en las cuatro esquinas del mundo se les invoca añadiendo el apelativo Papa’atun después de mencionar el color del Cháak. Tomando en cuenta esta información antecedente (Landa, siglo XVI; Padre Granado Baeza, en 1813; Redfield y Villa 1934; Villa, 1941 y Thompson, 1970), los campesinos también se han dirigido a los Cháako’ob, con el nombre de Pahuatún o Babatún, que es otra forma de llamar a los chaques[4]. En Xocén indican que a los Cháa ko’obl se les dice Papa’atun, porque son como Papas, por su alto rango.

En Xocén afirman que los cuatro grandes dioses son gemelos, por eso se les dice K’uh o K’uj [5]. En el cuadro 15 enumeramos a los dioses masculinos nombrados en Xocén, con la traducción de su nombre, el punto cardinal al que pertenecen y si aparecen mencionados en otras fuentes. Cuadro 15.  Con relación al último Cháak de nuestra lista, que aparece con el Cuadro 15, queremos destacar que, además de no tener información sobre la dirección de la cuál proviene, no se le menciona en los rezos, como indicamos anteriormente[6]. El hecho de que en Xocén digan que el nombre de este dios significa ‘trabajar todos unidos’ también puede indicar que se trata del dios de la quinta dirección. Es interesante que en el Códice Madrid sea frecuente que el dios Chac azul, aparezca con los signos de todas las direcciones, como indicando que todos los chaques de los cuatro puntos cardinales, están presentes (Vail: M3a, M4a, M5a, M6a, M9).

En el cuadro 15, el dios marcado con el número 5, Ye’ebatun Cháak  (R.35) o Yiiba’an Ka’an Cháak, afirman que es el mismo. Ye’eb significa ‘rocío y niebla’.

También significa ‘humedad, sereno de la noche’ (Barrera et al., 1980:974). Y batun, que no aparece en el Cordemex, es lo mismo que Papa’atun, según en Xocén. No encontramos significado para Yiib, que, de acuerdo con los informantes de Xocén, es ‘neblina’, por lo que puede ser simplemente una deformación de Ye’eb. Más información sobre este Cháak se vierte en la discusión sobre las diosas de la lluvia.

Dos dioses mencionados en los rezos como los que traen grandes aguaceros son el 7 y el 14 (R.65). El 14, principalmente con el nombre de t’upul, es reconocido como vertedor de grandes lluvias, pero el 7 no tanto. Sin embargo, el 7 que sólo propicia sombra, pareciera tener una función sumamente importante para refrescar a las plantas.

Unos chaques nombrados en los rezos, que no incluimos en el cuadro, son: Litsá Santo Cháako’ób (R.65). La forma de mención, pareciera indicar que más que de chaques, se trata de una forma de referirse a ellos. La traducción sería ‘Distribuidores de líquido para todos Santos Regadores’.  Otro chac mencionado en las invocaciones, pero no enlistado por nosotros, es E’eba’Tun Cháak Kanti’is K’uj (R.35), pues creemos que es otra forma de nombrar a Ye’ebaTun Cháak Kanti’is K’uj. Sin embargo, tenemos la duda, ya que las dos formas de referencia aparecen en el mismo rezo, dando la idea de que son dos chaques diferentes.

Los xocenenses se han referido también a Aj Bobat Ka’an Cháak K’u. En un testimonio que recogimos en 1989, se le considera como uno de los cuatro grandes chaques (Terán y Rasmussen, 1994:134), pero en los rezos no aparece tal Cháak. Sin embargo, el término Bobat sí se presenta en los rezos asociado a otros entes sobrenaturales como los Balam es o Santos Winikes (R.83). Como Bobat significa ‘profeta’ (Barrera et al., 1980: 58), nos atrevemos a pensar que es un término de respeto que se aplica a varios dioses y entes guardianes de la naturaleza.

[Integrar Cuadro 15]

 

Regadoras o Cháako’ob femeninas

Diosas de la lluvia

La presencia de semejante número tanto de diosas como de dioses de la lluvia es, sin lugar a dudas, uno de los aspectos más interesantes que ha dejado ver el estudio del Ch’a Cháak en Xocén.

Las diosas de la lluvia son comandadas por la compañera de Yum Kaab’, la virgen Muxuun Kaab’, compañera de Yum Kaab’. Ellas salen a regar con algún Cháak. En general, se considera que la participación de las diosas consiste en aportar sus mantos, que son las nubes, ayudando con ello a distribuir la lluvia.

Todas llevan en su nombre el término Ko’olebil, que se traduce como ‘virgen’, lo que puede ser una influencia cristiana, ya que la traducción literal, como ya lo aclaramos, es ‘dueña, señora, patrona’, muy probablemente la forma en que se dirigieron los antiguos mayas hacia sus deidades femeninas. Es bastante probable que en la antigüedad fueran consideradas esposas de los dioses de la lluvia, pero por la influencia cristiana de las ‘vírgenes’, y de su significado, ahora, algunos afirman que las mujeres regadoras no son esposas de los chaques, porque al ser diosas y dioses, ni se casan ni tienen hijos. Sólo se piensa que tienen el mismo rango y que salen a regar con ellos, pero hay quienes sí las consideran esposas.

En el cuadro 16 incluimos el nombre maya, sus atributos la traducción y la dirección de la que provienen. Eliminamos la columna correspondiente a color porque es el mismo que sus esposos. También excluimos las columnas de referencias bibliográficas porque únicamente las hay de X’kanlé Ox, las cuales ofrecemos, párrafos más adelante, donde se discute sobre esta diosa.  El j’men de Xocén nos hizo saber en una entrevista que todas las diosas se llaman de la misma manera que sus compañeros, que lo que las distingue es el apelativo Ko’olebil antrepuesto al nombre. Sin embargo, en una narración del mismo j’men y otro campesino, que referimos como (Rel.1), las diosas que aluden tienen nombres diferentes a los de sus esposos. Esto puede deberse a que los dioses varones parecen definirse por las características de la lluvia que envían, en tanto que las diosas parecen ser nombradas por las cualidades de las nubes que las distinguen. Entonces, a veces serían nombradas por la lluvia a la que se asocian, es decir, por el nombre de su compañero y a veces por su características propias en tanto nubes.

A propósito de nubes, es de notarse que hay cuatro diosas en cuyos nombres aparece el término munial, o ‘nube’, y el término 3 (oox) o 13 (ooxlahun)[7] éstas son diosas: 1) X’K’an Le’ Oox Munial, 2) X’Oox Le’ Ox Munial, la 3) Ooxlajun Taan Eele’ Munial y 10) Kalan Oxlajun Munial. Consideramos que estas diosas fueron, entre las chacas, las de jerarquía mayor. Tal vez fueron esposas de los chaques mayores, o Pahuatunes, y quizá fueron cinco. Sin embargo, no es claro dos de ellas (la 1 y la 3) a qué punto cardinal corresponden en la actualidad, y tampoco de quién son esposas[8], aunque sí queda claro que son esposas de los chaques mayores.

Hay varias representaciones en el Códice Madrid donde aparecen diosas con el signo munial y podrían ser algunas de estas diosas. En M30a y en M30b, por ejemplo, aparecen dos diosas identificadas como Chac Chel, de acuerdo con (Vail 2000). La diosa que aparece en M30a tiene en su tocado

[Integrar cuadro 16]

 

En Xocén se piensa que las tres primeras que aparecen en nuestro cuadro marcadas con los números 1,3 y 4, son la misma diosa. Algo semejante a la idea que se refleja en el concepto de los cuatro chaques mayores, cuando en los rezos se dirigen a Yum Cháak, como si se tratara de un solo dios. Thompson (1987:248) señala el carácter cuatripartita de ‘cuatro en uno’ que se observa en varios dioses mayas, lo cual comparó con el concepto de ‘tres en uno’ que refleja la trinidad cristiana.

Hay que discutir que de acuerdo con datos de Xocén, el ox de X’K’anle’Oox Munial, nuestra diosa 1, no significa ‘ramón’, como tradujo Thompson (1987: 258), sino el numeral ‘3’. Lo mismo sería en el caso de la diosa 3. En el caso de la diosa 4, el término ooxlajun se refiere al numeral 13. Esto es dicen en Xocén porque alude al número de ‘capas’ de nubes que manejan las diosas.

El tema de las capas deriva probablemente de la idea de que había 13 ‘capas’ de cielo, como indicó Thompson (1987:243), al señalar que hablaban de taz o ‘capas’[9], significando ‘cobijas’. Esto coincide con la idea xocenense de que las diosas riegan con ayuda de sus mantos, que son las nubes. La presencia del apelativo ‘hoja’ en tres casos (diosa 1, 2 y 3), puede deberse, según consideramos, a que en la antigüedad también existía la idea del mundo como un árbol yaxché o ‘árbol verde’ (ceiba en español) cuyas raíces estaban en el inframundo y sus ramas y hojas atravesaban las capas del cielo (Thompson, 1987:243). Y cada diosa, al ubicarse en cierta posición celeste, pudo corresponder a un nivel del cielo y en una dirección cardinal diferenciada por el color de las hojas.

Hay contradicciones aparentes e importantes con relación a la ubicación de las parejas de dioses, en el sentido de que varios dioses aparecen teniendo varias esposas. El dios 1, Sak Papa’atun Cháak, de acuerdo con Rel.1, tiene por esposa a X’K’anle’ Oox Munial como dice el cuadro nuestra diosa 14, aunque en entrevistas posteriores, el mismo Alfonso Dzib la describe como esposa de nuestro dios 3, K’an Papa’atun Cháak. Pero la complicación no termina allí. También se dice que Sak X’T’upul Ka’an Cháak es esposa del dios 1, a pesar de que lleva el mismo nombre que el dios 14, y se asegura que es su esposa. Pero también la diosa 7, Sak Yé’ebatun Cháak, es supuestamente esposa del dios 5, el cual tiene el mismo nombre, pero en Rel.1 se le adscribe al dios 1.

Es posible que un dios tuviese varias esposas, sin embargo, nos inclinamos por otra explicación. Los tres dioses mencionados en el enredo —el 1, el 5 y el 14—, provienen del sureste. Esto podría significar que, de algún modo, el 5 y el 14 se consideran como desdoblamientos, variaciones o advocaciones del dios 1. Pasaría lo mismo que con la diosa 1, que se considera diferente, pero igual a las diosas 2 y 3. Eso explicaría, en parte, la confusión.

El problema subsistiría con la diosa 1 con relación al dios 3, porque en este caso se trata de dioses que provienen de distintas direcciones. Aunque por un lado es lógico que se relacione más con el dios 3 —K’an Papa’atun Cháak—, que es ‘amarillo’ como la ‘hoja’ que la caracteriza a ella. Pero siendo tan importante como parece ser, por estar mencionada en varias fuentes históricas, como ya hemos estado señalando, es más factible relacionarla con el dios 1 que viene del sureste. Recordemos que el cura Granado Baeza, de Yaxcabá, la ubica al sur (Ruz, 1989:57).

La diosa 9 —T’olot Kaán Cháak o Toolot Ka’an Cháak —, que por el nombre debiera ser la esposa del dios 9, en Rel.1 se dice que es esposa del dios 5. Ya vimos que el dios 5 podría ser una advocación o variante del dios 1. El problema, sin embargo, es semejante al de la diosa 1, ya que el dios 5 y el dios 9 vienen de distintas direcciones, por lo que difícilmente pueden considerarse variantes del mismo dios.

Del dios 4 —Ek’Papa’atun Cháak—, dicen que su esposa es la diosa 4, Sak Paal Ka’an Cháak (Rel. 1), pero en posteriores entrevistas, se nombró a la diosa 3, Ooxlajun Taan Eele’ Munial, como esposa de dicho dios. Tampoco hay claridad en la dirección que se le adjudica, pues a veces viene del noroeste, que sería el sitio de su esposo, de ser el dios 4, y también las nubes grises corresponderían con en color negro de la ‘hoja’ de la diosa, pero a veces la ubican en el sureste, de donde viene el dios blanco y le atribuyen el color amarillo a las lluvias.

Con la diosa 7 (Yiiba’an Ka’an Cháak, o X’Yiba’atun Ka’an Cháak, o Ts’iba’an Ka’an Chaak) también tenemos problemas. Es considerada como esposa del dios 7, que es el dios escribano, y su nombre debiera ser el tercero que aparece en nuestro paréntesis, que está consignado en las entrevistas recogidas, en el apartado sobre los cháako’ob, donde se define quiénes asisten a la ceremonia de lluvia. Sin embargo, se le nombra también de la primera y segunda forma. Ya comentamos al hablar de los dioses, que yib o conceptos anexos, no aparecen en el diccionario Cordemex. Por otra parte, en Xocén afirman que el dios de ese nombre (Yiiba’an Ka’an Cháak) es el mismo que el 5, Ye’ebatun Cháak y así lo registramos en el cuadro de dioses. Esto significaría que la diosa de este nombre sería esposa del dios 5, pero como la identifican como esposa del dios 7, sería probable que el 7 y el 5 sean el mismo dios, pero el problema es que el 7 lo ubican en el este, a diferencia del 5 que viene del sureste.

Esto podría ser simplemente porque los dioses pueden tener varias esposas o porque los dioses provenientes de una misma dirección pueden ser considerados como advocaciones del mismo dios y, en ese sentido, las esposas también lo serían. De cualquier manera, e independientemente de las contradicciones observadas en nuestro reporte, es algo que debe ser investigado.

Con relación a la diosa 7 y a su esposo el dios 14, no sabemos realmente si se trata de una o varias deidades debido a que se encuentra escrito de tres formas distintas: Sak X’tup’ul Ka’an Cháak  (Rel.1 y R.43) o Tupul Ka’an Cháak (R.42) o Sak X’T’upul Ka’an Cháak, con tres significados diferentes y todos posiblemente conectados con tipos de lluvias o nubes o ambas.

Tup’ul significa ‘sonido como arcabuz’ (Barrera et al., 1980:825); deriva de tup, que es ‘apagar fuego, candela’ (Barrera et al., 1980:823) y t’upul proviene de t’up ‘el hijo menor’ (Barrera et al., 1980:846). Un diccionario más reciente recoge el significado siguiente: “‘el más joven’ o ‘el más pequeño’, el más inteligente o más fuerte de un grupo de dioses, probablemente de la lluvia; el dios más importante entre los Yumil k’axo’ob, el que da las órdenes’” (Barrera et al., 1980:846). Aunque este último significado es el más reconocido entre las fuentes que nos preceden, no podemos hacer a un lado los otros dos, ya que una pareja de chaques que se conociesen como emisores de ‘sonido de arcabuz’ tendría sentido, mucho más otro par que fuese definido como ‘apagadores de fuego’ [10], que no es otra cosa que ponerle fin a la sequía. Lo que no sabemos es si existen tres diferentes parejas de dioses o si se trata de otra forma de definir cualidades de la misma pareja de regadores.

Como asunto aparte, llama la atención que aparezcan un dios y una diosa escribanos entre los chaques de hoy, ya que también son una clara alusión a los dioses antiguos[11]. En este punto es necesario remarcar igualmente que el término Batun o Ba’atun —que en Xocén se considera sinónimo de Papa’atun, como hemos referido—, apelativo reservado para los grandes chaques, aparece ligado a esta diosa, en su segundo nombre X’yiiba’atun Ka’an Cháak. También aparece vinculado al dios 5 Ye’eba’atun Ka’an Cháak.

Tal vez eso explique el comentario que se hace en Rel.1:

‘El gran padre Yiiba’an Kaán Cháak también participa con los cuatro dioses’.

Este gran padre es, según los xocenenses, el mismo que Ye’eba’atun Ka’an Cháak. Sin embargo, no está claro por qué participa con los cuatro dioses, ni tampoco su jerarquía.

Así como hay siete arcángeles, hay siete diosas que, de acuerdo con los xocenenses (en relatos), pueden ‘representar’ a los arcángeles en su función de solicitar el permiso para el riego. Ellas son: la 1, la 2, la 4, la 6, la 7b, 7c, 7d, la 9, y la 9c[12]. Sugerimos que las siete diosas y los siete arcángeles pudieran estar relacionados con la antigua idea de que los 13 cielos eran escalones: seis que subían hasta un séptimo y seis que bajaban, de modo que, como señala Thompson, en realidad eran siete capas (Thompson, 1987:243). Esto ayudaría a explicar por qué son siete las diosas y los arcángeles, y por qué los xocenenses insisten en sostener la creencia en siete arcángeles.  Es de llamar la atención que sólo en Xocén se conserve el culto a las diosas de la lluvia y en otros lados no[13]. Creemos que la explicación es que los rezos del Ch’a Cháak no han sido registrados por completo y las diosas estén mencionadas en esas partes no registradas. Otra razón que pudo influir es que la mirada genérica se ha enfocado en dioses y no percibe a las diosas, pues se presupone que sólo son dioses varones los que salen a regar. Un elemento que contribuye a esto es que como las diosas se llaman también, como sus esposos, puede no notarse en los rezos la diferencia.

Como ocurre siempre con la nueva información, al principio se generan dudas, confusiones y muchos interrogantes, como vemos en este texto. Recomendamos a los interesados en el tema que se adentren, ya que son muchas las vetas de investigación que se derivan de este estudio.

 


[1] En el Chan Kom de Redfield y Villa Rojas (1967:116), al calabazo del Chac más chico, que es el que trae las mejores lluvias, se le llama zaayam-chu, que significa (vasija inextinguible). Se dice que está conectado misteriosamente a los cenotes de modo que nunca le falta agua. Los Chaques del Quintana Roo de Villa Rojas (1978:292) recorren el cielo en caballos flacos, llevando el agua en calabazos llamados zayab chu, que es el ‘calabazo fuente’.

[2] En R.1 p. 137-138, se dice que el que hace los primeros trabajos es el dios joven y luego el hermano mayor hace los trabajos más fuertes. Esta es una forma de conceptualizar que las primeras lluvias de la temporada de lluvias inicial del año, no son tan copiosas como las lluvias que se esperan cuando ya se sembró.

[3] En el diccionario maya Cordemex (en el diccionario de Motul, que es el más antiguo) dice que mana’al significa: ‘aguacero de ciruelas, que vienen antes que entren las aguas de golpe, con los cuales sueles florecer árboles, matas y yerbas’ (Barrera et. al., 1980:495). En la misma entrada del Cordemex nos informaron que Man Ha’Ché, en un diccionario más reciente, se traduce como ‘agua temprana o lluvia de seca que hace prosperar las ciruelas’. Recuérdese que el Cordemex concentra la traducción de varios diccionarios de varias épocas.

[4] Ver más información al respecto en el apartado en el que nos referimos al dios N.

[5] En el diccionario Cordemex, en un vocabulario de la zona arqueológica de Cobá, se registró el término k’uho’b, significando ‘gemelos’.

[6] Para mayores datos de este Cháak, ver el apartado sobre el dios B.

[7] En el diccionario Cordemex se escribe el número tres ox (Barrera et al., 1980: 610) y  13 oxlahun (Barrera et al., 1980: 612).

[8] Las referencias son contradictorias, como veremos al hablar de las diosas como esposas de los chaques. Este aspecto debe investigarse más.

[9] En el Cordemex dice tas (Barrera et al., 1980:243).

[10] Recordemos que la ceremonia antigua más parecida al Ch’a Cháak era denominada Tup kak, que significa ‘apagar fuego’. También evoquemos las figuras de múltiples chaques que, como lo menciona Mercedes de la Garza (999: 238-239), aparecen con antorchas como símbolo de la sequía, la cual dependía asimismo de ellos (como ejemplo ver Vail, M3a, M4a, M5a y M6a).

[11] Esta diosa parece estar presente en una ceremonia del mural 1, estructura 16 de Tulum, de acuerdo con identificación realizada por García Quintanilla y Terán (2003, p.13). En cuanto al chac escribano, aparece en el Códice Dresden en M73b.

[12] De acuerdo con esta lista, las diosas 8 y 8a son distintas, así como la 9 y la 9c. Sin embargo, esto requiere de más investigación.

[13] Parece ser que en Yobaín existe aún la creencia de esposas de los cuatro dioses de la lluvia (Chuchiak, en comunicación personal a Alejandra García).

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