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Jinetes del cielo maya

Dioses y diosas de la lluvia

Jinetes del cielo maya, dioses y diosas de la lluvia

Introducción. Jinetes del cielo maya

El título de este libro alude a su aporte más novedoso. Al analizar los rezos de las ceremonias de lluvia que grabamos en Xocén, resultó que los xocenenses no sólo imploraban por la lluvia a dioses, ¡sino también a diosas! y al investigar más, supimos que las diosas eran compañeras o esposas de los dioses y que, por lo tanto había tantas ‘ellas’ como ‘ellos’.

Esto fue algo realmente inesperado, porque nunca habíamos registrado un dato semejante en ningún otro poblado del estado y porque tampoco habíamos detectado información al respecto, en textos antiguos o en la bibliografía arqueológica. Como siempre, el poblado de Xocén nos volvió a sorprender, después de tanto tiempo de conocerlo. Y aunque el foco del libro ha sido describir la ceremonia de rogación de lluvia, el descubrimiento de la existencia de las diosas de la lluvia es tan inusitado, que ocupa un lugar especial en nuestras reflexiones.

No cabe duda de que entre las ceremonias agrícolas de los mayas de Yucatán, el Ch’a Cháak(1), -que significa ‘traer agua’-, es y ha sido de gran relevancia por el papel estratégico que como práctica agrícola(2) ha jugado milenariamente(3), debido a las condiciones climáticas imperantes en el área. Durante esta ceremonia se convoca, ni más ni menos, que a todos los poderes divinos y sobrenaturales, celestiales y terrenales involucrados en el riego, y los campesinos les ofrecen un banquete con comida y vino báalché, renovando y confirmando de esta forma, la alianza con los poderes invisibles.

La descripción de esta importante ceremonia constituye el centro de este libro y la información de campo proviene de Xocén, comisaría del Municipio de Valladolid, Yucatán, siendo una continuidad de estudios previos realizados por nosotros desde hace más de 20 años.

El sencillo pueblo de Xocén, – cada vez más conocido debido a la riqueza de sus añejas tradiciones -, es uno de los pocos en los que, todavía hace no muchos años, la ceremonia de lluvia era un evento en el que participaba toda la comunidad(4). Estando, como hemos estado, tan interesados en la agricultura tradicional, desde los primeros contactos con este pueblo hemos recogido información sobre el Ch’a Cháak(5).

Hemos creído necesario conservar este material humano, que es testimonio de un mundo, que si no esta desapareciendo, sí está cambiando a gran velocidad. Estamos convencidos de que es importante para los jóvenes de Xocén y de Yucatán, saber como pensaron sus papás y abuelos, y conocer su pasado. Y para gentes de otras partes del mundo, es importante ver que hay diferentes maneras de entender y explicar los misterios de la vida.

La científica, ha sido la manera con la que en nuestro mundo, occidental y escolarizado, nos enseñan a ver el mundo y a conocerlo, pero entre los Xocénences tradicionales, el conocimiento adquiere una estructura religiosa y mítica que, desde nuestra forma de concebir, no es objetiva. Sin embargo, nosotros creemos que el conocimiento religioso de los campesinos, tiene un contenido objetivo y empírico tan sólido como el científico.

Nuestra visión presupone una continuidad entre la racionalidad de la tradición maya antigua y la actual visión que se constató con el estudio que hicimos sobre la milpa, en lo relativo a la agricultura, y se confirma en prácticas religiosas como el Ch’a Cha’ak, de acuerdo con la información de Xocén, vertida en el documento que ahora presentamos. Esta permite establecer nexos entre algunos de los dioses antiguos con los actuales, siendo uno de los casos más interesantes el de San Miguel Arcángel con el llamado dios K de Schellas, y/o Kukulkan.

El sustento climático de la permanencia de una ceremonia como la rogación de lluvia, es la alta variabilidad del régimen pluvial. El temor a la sequía, a la canícula y a las lluvias que ocurren ‘fuera de tiempo’ ocasionando enfermedades a las plantas, han permeado la cultura agrícola peninsular de manera crucial, porque en el modo como se comporta la lluvia, se juega la cosecha, los alimentos y la vida misma. Esta dependencia de un temporal errático se ha reforzado por las características de los suelos, que por su alta permeabilidad, han obstaculizado el desarrollo de sistemas de riego. Actualmente (2022), el cambio climático es una seria amenaza a la milpa, porque han aumentado las sequías, los huracanes, los incendios forestales y el ataque de plagas y enfermedades.

Un aporte inédito del estudio, estriba en el descubrimiento de la existencia de tantas diosas de la lluvia como dioses, elemento que justifica, en parte, el título de nuestro libro: Los Jinetes del Cielo Maya: Dioses y Diosas de la Lluvia.

El nombre también obedece, a que los dioses y diosas de la lluvia siempre han regado desde el cielo. Antiguamente, al parecer lo hacían montados en serpientes y, desde que los españoles llegaron, fueron sustituidas por caballos. Por supuesto que también en este caso, suponiendo la existencia prehispánica de las divinidades, hemos rastreado líneas de conexión con representaciones de diosas y dioses que aparecen en los códices. Sugerimos la revisión de la iconografía antigua relativa a los dioses de la lluvia, a la luz de los datos arrojados por Xocén, e interpretarla con nuevos ojos.

En junio de 1981, uno de los autores (Christian), tuvo la oportunidad de presenciar una ceremonia para pedir lluvia(6). Cuando uno que no es de la tradición y cultura maya, participa por primera vez en un acto tan solemne y complejo, es frecuente no ver ni entender todo lo que pasa. Para tratar de entender lo que Christian había visto, hicímos luego extensas entrevistas con Don Fermin Dzib de Xocén, sobre la naturaleza de la ceremonia y de los personajes celestiales que a ella asistían. Partes de la entrevista las hemos usado en el libro(7). Luego se tuvo la oportunidad de participar en las ceremonias de los años de 1989, 1991 y 1999. El maestro Pedro Pablo Chuck, de Popolá, estuvo presente en la ceremonia que se realizó en 1991. Las impresiones las hemos sintetizado en este libro.

La descripción está basada en múltiples conversaciones con los hombres del pueblo. Los principales informantes fueron Fermín Dzib, Celso Dzib, Fulgencio Noh y el j’men oficial para la ceremonia de Ch’a Cháak, don Alfonso Dzib. Hemos tratado de conservar sus expresiones en la narración y explicación.

Las ceremonias de 1981 y 1989 fueron organizadas por el ya difunto j’men’: Don Andrés Citul, y con la ayuda de su hijo Esteban Citul, y los j’men’ob Casimiro Dzib Kú y Genaro Dzib. La ceremonia de 1999, fue dirigida por el actual j’men de Xocén, Alfonso Dzib Nahuat, y los j’men’ob: Florencio Citul Canul y Marcial Noh.

El rezo que se incluye en este libro, ha sido armado a partir de las distintas versiones y con la supervisión de don Alfonso. No incluímos un rezo completo porque no lo tenemos. Lo que ocurre es que hay tres eventos paralelos, porque son tres altares, y sólo habiendo un equipo de investigadores durante los tres días que dura el Chá Cháak, podría captarse todo el rezo. Ojalá que este libro anime a algún equipo a realizar dicha tarea, para mejorar este trabajo. Otra limitante es que Christian se perdió partes del rezo en las distintas ocasiones, porque lo ocupaban con su combi para traer agua de los cenotes o para realizar otras tareas, perdiéndose de lo que se decía y hacía durante sus ausencias.

Son muchas las personas que nos han brindado tiempo, relatos, rezos y explicaciones, pero en particular queremos agradecer el apoyo especial que nos dieron los señores Fulgencio Noh†, Fermin Dzib, Teodoro Canul†, Liborio Noh, Celso Dzib†, y particularmente, el j’men oficial para los ceremonias grandes, don Alfonso Dzib.

Los relatos y rezos fueron grabados en cintas por los antropólogos Silvia Terán y Christian Rasmussen y luego transcritos a la lengua maya y traducidos al español por el maestro Pedro Pablo Chuck, de Popolá, Valladolid. En la transcripción hemos tratado de conservar el estilo personal de cada relator y, además, respetar los modos de hablar el español usado en Yucatán. Los nombres y las expresiones mayas se marcan con cursiva.

En maya, el término para referirse en singular a un dios de la lluvia es Cháak y el plural es Cháako’ob y en el libro siempre lo escribimos con mayúscula cuando va en maya. En español usamos ‘chac’ en singular y ‘chaques’ para el plural, y lo escribimos con minúsculas. Al referirnos a algunos autores, generalmente escribiremos los términos como ellos lo han hecho en sus libros.

El Rezo del Chá Cha’ak es uno sólo, pero hemos numerado los párrafos del 1 al 85, seguido de la letra m. o e., – según se trate del texto en maya o en español -, para identificarlos. En la parte analítica del libro, cuando nos referimos a alguno de dichos párrafos los mencionamos como R.8e o R.21m, por ejemplo.

Las entrevistas con Relatos de diferentes personas, se identifican con el número del Relato, de acuerdo a su orden de aparición en el libro y las letras Rel antecediendo al número, es decir, Rel 1, Rel 2, etc… Entre estos hay cuentos, explicaciones, mitos.

 


  1. Este nombre, de acuerdo a las fuentes que revisamos en este libro, parece ser bastante reciente como podrá constatarse, pero muy extendido.
  2. Ya en un libro previo denominado La Milpa de los Mayas (Terán y Rasmussen, 1994) discutimos las razones por las cuales las ceremonias agrícolas, y en particular la rogación por la lluvia, a pesar de ser considerada como práctica religiosa, y por lo tanto parte de la superestructura por el enfoque occidental, desde la racionalidad de la cultura campesina maya es considerada como una práctica agrícola más, tan importante como la siembra o el desyerbe y, por lo tanto, parte de la estructura. En reconocimiento al valor de la experiencia, del conocimiento y de la cultura de la cual deriva dicha concepción, nosotros también concebimos al Ch’a Cháak como una práctica agrícola.
  3. Al parecer, las más antiguas representaciones del dios de la lluvia, Cháak, se remontan al periodo preclásico tardío de acuerdo con Taube (1994:27), es decir, entre 400 a.c. y 200 d.c. (López Austin y López Luján, 2002:8) y es altamente probable que desde entonces exista la ceremonia de rogación de la lluvia, aunque haya sido diferente, pero con el mismo sentido y por la misma causa.
  4. Ahora, la migración laboral hacia la llamada Riviera Maya y hacia Estados Unidos; la presencia de las maquiladoras y el número creciente de protestantes, entre otras causas, va decreciendo año con año, el número de jefes de familia participantes en el Chá Cha’ak. (2020).
  5. Actualmente (2023), hay más procesos que están amenazando la agricultura milpera, entre ellos, la venta de terrenos debido al tren maya y el abandono de la dieta de la milpa.
  6. Silvia no ha podido asistir a ningun ch’a cháak en Xocén, por ser mujer, pero sí tuvo la oportunidad de presenciar uno realizado por los ‘conuqueros’ de la sierrita Puuc, en Oxkutzcab, al que asisten mujeres y niños. Allí nos informaron que en la zona de riego, en Cooperativa, por ejemplo, se continuaba haciendo ch’a cháak porque el riego cuesta y es preferible que llueva para evitar tanto gasto. Como en esas comunidades agrícolas comerciales hay dinero, dijeron que la ceremonia se hacía más grande que la de los conuqueros, que son agricultores temporaleros.
  7. La entrevista se realizó con la participación del etnomusicólogo Max Jardow-Petersen, y el también ha usado parte del texto para su libro La Música Divina de la Selva Yucateca.

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